Lo de barrio adentro... ¿un descuido?
Escrito por Natalia Sánchez   
Martes, 22 de Septiembre de 2009 01:43

altEl beneficiario no importa tanto, lo que importa es rememorar la época de oro de esta revolución que se pasmó en su propio jugo. Es pretender que el 2009 es el 2005, que los años no pasaron

Lo que puede ser causa de estupor en un país en donde las políticas públicas son producto de un sistema o conjunto de definiciones más o menos estables, racionales y pensadas para disminuir la brecha social, y el déficit para ampliar las oportunidades o para todo eso junto en nuestro país, como ya se dice lo que sea, lo cual forma parte de un conjunto de exclamaciones y frases que cada vez nos asombran menos.

Ahora bien, en las sociedades complejas, llenas de controles regulaciones, metas, propósitos sociales, planes, etcétera, no parece posible que el olvido de alguien con poder tumbe más de un 50 por ciento de una red de ambulatorios que hizo el Gobierno bolivariano en su época dorada. Después de cinco años, alguien nota que hubo un descuido!!!, que los ambulatorios están cerrados, que no hay suficiente atención médica en el barrio, y que la gente se quedó sin ella. Lo mínimo que podría decirse es que los mecanismos de control de las políticas que se encargan de ofrecer los servicios sociales básicos e imprescindibles en este Gobierno son tan malos como los de los gobiernos pasados.

Podríamos decirles a las autoridades regionales que hace un año sólo el 20 por ciento de la población se declaraba beneficiaria del programa, que el déficit de atención en este estado es de 1.476.736 consultas aproximadamente, y que de los 8.300 módulos que se prometían en el 2005 sólo se concretaron cerca de 600. Podemos dar un millón de cifras y decir dónde las cosas están mejor o peor para la población. Eso es llover sobre mojado, es volver a presentar la misión de mayor penetración como la nueva panacea, pero en el fondo de todo, lo que importa no son los indicadores de salud, sino la captación emotiva del espectador político.

El beneficiario no importa tanto, lo que importa es rememorar la época de oro de esta revolución que se pasmó en su propio jugo. Es pretender que el 2009 es el 2005, que los años no pasaron, que se necesita más tiempo para ordenar las cosas, y que la forma de evaluar la gestión del Gobierno no es la tradicional, sino que esta revolución que da vueltas en círculos eternos debe evaluarse por las promesas de amor al pueblo (repetidas y todo). Es más, lo que se pide es que no los evaluemos, sino que los queramos.

(*): Socióloga


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