La obsesión de la propaganda
Escrito por Fernando Luis Egaña   
Lunes, 24 de Octubre de 2011 11:37

altLa propaganda roja está dedicada a proyectar que la salud presidencial es óptima y arrolladora su popularidad. Un mensaje para prevenir deslealtades.

Es lógico que la variable oncológica tenga un potencial desestabilizador para un régimen personalista de jefe único e instituciones decorativas. De junio para acá, la cascada de rumores ha dado para todo, incluso para que el oficialismo aproveche las expectativas a su favor.

Pero la incertidumbre sobre la referida variable también tiende a crear angustia entre los jerarcas civiles y militares de la "revolución". Angustia no sólo por el futuro del comandante-presidente sino por el futuro de cada cual. Y la angustia o la ansiedad, claro está, suelen ser malas consejeras...

De allí que la  maquinaria de propaganda de la "revolución" esté atareada con dos objetivos cada vez más notorios: pasar la página de la enfermedad de Chávez y proclamar que su respaldo popular llega a niveles siderales. El mensaje central es que el comandante-presidente se encuentra más fuerte e invencible que nunca.

Y ese mensaje no sólo se dirige hacia la generalidad de la población, sino se enfatiza de forma particular a la estructura política del régimen en todas sus facetas, comenzando por la parte castrense. Al fin y al cabo, esta última parece no haber estado exenta de la oleada de especulaciones surgidas a partir de la variable oncológica.

Según la publicidad estatal, esa variable ha dejado de existir por obra de un milagro literalmente sobrenatural. Todos los voceros rojos repiten en esencia la misma versión, incluyendo el propio señor Chávez. Y como no hay información veraz al respecto, la verdad oficial es ésa y nada distinto es admisible o tolerable, verbigracia Navarrete.

Y para que la nueva fortaleza no se derive únicamente del ámbito médico, se la sustenta con cifras avasallantes de encuestas no menos avasallantes. Y las hay genéticamente gubernativas como también de cuidada y sospechosa independencia.

Y es que una cosa son los numeritos que reflejen la identificación o comprensión especial por la enfermedad presidencial, y otra es que a partir de esa tendencia natural de opinión en este tipo de situaciones, se pretenda construir la percepción de que la "revolución" se encuentra en el apogeo del apoyo nacional.

La capacidad "persuasiva" de la hegemonía comunicacional es ostensible. Tanto por sus habilidades intrínsecas como por la cacofonía que se escucha en la acera de enfrente. Pero más allá de sus reconocidas ejecutorias, lo llamativo de este caso es la obsesión por asentar que todo es seguro, confiable, victorioso y permanente en la dimensión del poder presidencial.

Y asentarlo, sobre todo, con la mira puesta en los elencos políticos y militares del bolivarismo, cuyo estremecimiento de los últimos meses ha sido notado con preocupación en Miraflores y La Habana. Mientras tanto, el país continúa cayéndose a pedazos...

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