El desagravio de CAP fue organizado por AD, exhibiendo su flamante unidad interna, pero se incorporaron espontáneamente todos los sectores democráticos
"Post tenebramsperolucem" (Después de las tinieblas espero la luz)
Don Quijote
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Durante 13 años CAP fue escarnecido de manera tan aplastante que un análisis sereno de su obra era tarea poco menos que imposible. Se le dio por finado antes de su muerte biológica. Pero siempre creyó que la historia a él sí lo absolvería. "Llueve y escampa", repetía bajo la tormenta.
"Post tenebramsperolucem" había sentenciado el gran hidalgo de La Mancha.
El vistoso recibimiento que se le prodigó no puede explicarse sólo porque el tiempo haya hecho reflotar su obra, ni por la comparación ventajosa para él entre las acusaciones de quienes lo enjuiciaron y la inmoralidad de sus perseguidores. Refleja además un creciente malestar social y en tanto que perseguido favorito del gobierno que lo provoca, saludar a CAP viene a ser una forma de protesta.
Que la historia del expresidente pueda ser ventilada libremente es una forma de romper el reinante silencio de hoy, coherente con las nuevas realidades. Mientras en la acera democrática se escenifica la fiesta de las primarias y se construye una sólida unidad sobre una base plural, en la acera gubernamental se prohíbe la discusión de candidaturas a la espera de la palabra iluminada.
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A la unidad y el pluralismo, dos términos en principio excluyentes, dedicaré las líneas que siguen. Observemos los hechos.
El desagravio de CAP fue organizado por AD, exhibiendo su flamante unidad interna, pero se incorporaron espontáneamente todos los sectores democráticos.
La dinámica de lo unido y lo separado.
Para explicarla, me apoyaré en cierta manera de reflexionar de un ilustre escritor a quien sus discípulos cubrieron de rimbombantes elogios. No los necesitaba señaló el profesor Federico Riú para asegurarse un lugar tranquilo en la historia de la filosofía.
Algunas ideas de José Ortega y Gasset el filósofo en cuestión están lastradas del pesimismo español de fines del siglo XIX, otras son anacrónicas, y sin embargo posee una fascinante manera de razonar, válida para cualquier área del saber y del hacer. En su obra La rebelión de las masas (1926) le extrae todas las posibilidades al idioma y en lo que ahora me interesa a la relación entre pluralidad y unidad.
Analizando el porqué de la fortaleza de la unidad europea, dijo: "¡Secreto grande y paradojal! El equilibrio consiste en la pluralidad, que si se pierde, la unidad se desvanecería" La clave fue la partida de nacimiento: se unieron países distintos que no querían ser idénticos. Un enjambre de abejas volando en la misma dirección.
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A algunos les resulta un misterio insondable que de la pluralidad pueda emanar la unidad y que a su vez esa unidad sienta la necesidad de preservar la pluralidad utilizando sus instrumentos favoritos: libre juego de opiniones, libertad de expresión y de medios, etc.
El compromiso suscrito por los aspirantes que se medirán en las primarias, y los gobernadores y partidos opositores, dejó en claro una sencilla verdad: la unidad real es siempre unidad de lo diverso.
No será duradera si se pretende unánime pues tendría que estrangular a quienes con todo derecho quieran conservar su identidad política No obstante, el PSUV se jacta de tener un único candidato que decide por todos.
Ha sido un gran despojo de la libertad de crítica. A la espera del divino mandato prohibieron tocar los temas polémicos, lo que viene a ser una metáfora de la índole de las estructuras basadas en el pernicioso culto a la personalidad. Quien discrepe será castigado quizá cruelmente, y de allí que dirigentes alguna vez orgullosos de poseer opinión propia, guardan un atemorizado silencio. Tal vez tengan sus motivos, pero el caso es que en el silencio obran las complicidades, y los testigos de los atropellos corren peligro. Ya lo decía el trágico y valiente Nicolai Bujarin poco antes de ascender al cadalso estalinista: "Cuando se trata de asuntos indecentes, la historia no soporta testigos".
La realidad no es un puzzle. La MUD consiguió el equilibrio unitario después de una libre confrontación de opiniones.
Para el gobierno eso es inexplicable. ¿Cómo pueden marchar juntos sin declinar sus propias inspiraciones políticas? La pregunta cobra sentido si recordamos que el todo oficialista está atado con lazos de bronce a la voluntad de un intocable. Por emanar de decisiones conscientes y no de vaivenes emocionales, la unidad democrática es particularmente recia. Mientras más aspirantes, más fuerte es; en cambio, a falta de variedad, la receta gubernamental deviene monocorde y aburrida. La MUD crece por la misma razón que no lo hace el frente gubernamental. Su fuerte es el pluralismo sin exclusiones. La debilidad del oficialismo, repitámoslo, es su vocación insular: un jefe único, un pensamiento único, un miedo cerval a la injuria inesperada si se escapara alguna idea que no entone.
Proyectado semejante contraste, la victoria democrática parecería cantada. Favorecería incluso a los simpatizantes del gobierno porque el culto a la deidad es una trampa: desata una espiral morbosa de desconfianza contra quien pueda deslizarse hacia opiniones no del todo autorizadas.
Bujarin volvamos a él murió arrastrado por la salvaje espiral totalitaria: "Siento impotencia ante la máquina infernal que fabrica desvergonzadamente calumnias, fríamente organizadas". TC
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