El país que recibirá el nuevo presidente a partir del 2013 estará tan destrozado, que no nos podemos dar el lujo de elegir a ciegas y por las emociones, sino que debemos usar las neuronas y no las pasiones. No será nada fácil enderezar todo lo torcido de las políticas equivocadas de este gobierno y ese Presidente debe tener mucha experiencia política y capacidad para gobernar con el resto de los poderes parcializados con el chavismo.
Un TSJ cuya presidenta habla de un solo gobierno y que no hace falta la separación de poderes. Una Asamblea Nacional donde no se discute nada que tenga que ver con la investigación a funcionarios de este gobierno presuntamente implicados en corrupción administrativa, por muy evidente que sean las pruebas, pero que es muy eficiente cuando se trata de los sectores democráticos, aunque no haya ni una gota que permita abrir un debate parlamentario y que mayoritariamente prefiere aprobar acuerdos a favor de Bielorusia y no discutir sobre la inseguridad que en 13 años se ha llevado en las cachos mas de 160 mil compatriotas.
Un Poder Moral donde la Fiscalía General imputa a los demócratas por cualquier quítame esta pajita del hombro, pero cuando se trata de funcionarios bolivarianos, voltea para otro lado y se pone a contar estrellitas. Una Contraloría que por una coma mal puesta en cualquier escrito de  despachos manejados por los demócratas, no come cuento para abrir investigación e inhabilitar a funcionarios y una Defensora del Puesto que lo único que sirve es para justificar los atropellos que cometen los cuerpos policiales contra las personas que protestan por los pésimos servicios públicos.
Igualmente, el próximo Presidente debe tener mucho carácter para que no le tiemblen el pulso ni las piernas para sentar a los militares que hoy dicen que no reconocerán a otro comandante en jefe que no sea Hugo Chávez o los que gritan patria socialismo o muerte desconociendo la Constitución Nacional, mandarlos de baja a su casa para que tengan libertad de hacer política a favor del partido que les de la gana.
Para gobernar con equilibrio frente a estos poderes, es necesario un presidente con experiencia política y fortaleza para no dejarse acorralar con maniobras jurídicas. Por lo tanto, ese presidente no puede ser producto de una elección sentimental y mucho menos porque esté de moda, no es cuestión de si es joven, menos joven, pasado de medio cupón o si es mujer, esa no debe ser la discusión de fondo, porque no necesitamos un míster Venezuela, una mis Venezuela y mucho menos un míster simpatía, necesitamos un presidente de verdad, con capacidad para sacar a Venezuela del pozo donde la metió este gobierno.
Igualmente, el próximo presidente debe convocar un gran acuerdo nacional sincero e incorporar en los cargos a especialistas en cada área de las responsabilidades públicas y empezar a darle respuesta a los grandes problemas como la inseguridad, inflación, alto costo de la vida, especulación, desempleo, vivienda, salud, vialidad, propiedad privada y seguridad jurídica. También debe darle la majestad perdida al cargo de presidente y fortalecer el estado de derecho.
Y por último, un presidente que no esté contagiado con el virus de quedarse eternamente en el poder y haga honor a lo que fue el pronunciamiento de la mayoría de los venezolanos el 03 de diciembre de 2007 cuando le dijo NO a la reforma constitucional y que exprese públicamente que no se postulará para un nuevo período, aunque la Constitución establezca la reelección eterna.
Queda en sus manos ponerle rostro al nuevo presidente

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