Cuándo en la IV
Escrito por Iván Olaizola D’Alessandro   
Lunes, 27 de Julio de 2009 07:22

altA la Defensora del puesto, le participo que en un familiar muy cercano tuve una “sensación de inseguridad” esta misma semana.


Los que tuvimos la suerte de ser altos funcionarios de gobierno en la IV República sentimos envidia cuando vemos las cosas que ocurren en esta V y “no pasa nada”.

A diario vemos y oímos destempladas actuaciones de altos dirigentes gubernamentales y del proceso, en especial del propio teniente coronel, regañando, reclamando, insultando, descalificando, burlándose de todos aquellos que se le ocurre hacer algún reclamo laboral, social, económico, de educación, de salud, de vivienda, de seguridad, etc., y vemos y oímos los reclamos de los dirigentes de estos sectores en una forma comedida, circunspecta, respetuosa, amable, más bien genuflexa, de ruego más que de exigencia.

Qué envidia. Cuándo en la IV, cuándo en la democracia puntofijista. Los derechos se reclamaban a sangre y fuego, con paros, huelgas, secuestros, tomas y hay de aquel funcionario que se le ocurriera negarlos, no recibirlos de inmediato, escamoteárselos, poner en duda el reclamo. Y ni pensar en reducir algún beneficio, en posponer la firma de un contrato. Todos los reclamos los ganaban los trabajadores, muy rara vez el patrón, o sea el gobierno, lograba algún pírrico triunfo. Funcionaba la tripartita.

Posiblemente se lograba algún acuerdo si era una reclamación entre trabajadores y empresa privada, pero si era entre trabajadores y gobierno, el caso quedaba dos a uno. Y al final quien salía con las tablas en la cabeza, pagaba los platos rotos, era el funcionario gubernamental responsable del organismo correspondiente. Botado y el contrato firmado. Ahora todo cambió. El intocable es el funcionario revolucionario y los tocables son los trabajadores, escuálidos o revolucionarios. Primeros muertos que ricos. Capitalistas nunca, socialistas siempre. Con hambre y sin empleo con Chávez me resteo. Y nos vamos de ejemplos recientes.

Díganme si algún ministro cuartero hubiese dicho lo que dijo el minpopo y presidente Ramírez de lo que iba a ser con los trabajadores, con los dirigentes sindicales y con el contrato colectivo. No sólo se hubiese parado toda la industria petrolera sino que hubiesen quemado las refinerías y varios pozos y pedido la inmediata destitución del mencionado ministro.

Y lo hubieran raspado en función de la paz laboral. Y sólo hemos oído alguna que otra queja de algún líder sindical reclamando cortésmente, con postura digna de un académico, pero eso sí dejando claramente sentado que por favor no lo confundieran con algún escuálido ni guarimbero, que ellos son genuinos miembros de la revolución y apoyan al comandante en jefe y su proceso, pero que por favor, por lo que más quieran, les pague al menos el salario de los días trabajados. Y qué hubiese pasado si algún vicepresidente adeco se le hubiese ocurrido declarar lo del general Müller de que lo sindicatos no tiene razón de ser. La CTV lo hubiese declarado persona no grata, el CEN lo hubiera expulsado del partido y muy probable la Corte lo hubiese demandado. Y más dígame.

Si un ministro de CAP, digamos Sucre Figarella, después del regalo del barco a Bolivia, les hubiese dicho a los trabajadores de Guayana, como lo hizo Sanz, que no había plata para pagarles. Con todo y lo jodido que era Sucre le hubieran tirado al Caroní, y a éste, es decir al minpopo, ni siquiera le recordaron los regalitos a Evo, Rafael, Daniel y Mel. Y dígame a mí, cuando era rector de la Unexpo, por sólo retardarme unos dos o tres días en el pago de una quincena tenía que calarme los reclamos no muy académicos de mis profesores. Ahora Acuña y Castejón se ríen de nosotros y “no pasa nada”. Creo que es verdad lo que le oí decir a un babalao en estos días de que cuando llegó el comandante a “palacio” esparcieron desde un helicóptero, unos polvitos sobre nuestra geografía. Que son los militares los que no tienen de aquellas, yo creo que somos nosotros.

 


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