Los senderos de la perversidad
Escrito por Víctor Maldonado C. | X: @vjmc   
Lunes, 13 de Julio de 2009 08:24

altEl verdadero drama del presidente Chávez es la perversidad de su gobierno. Eso que Jorge Etkin criticaba de aquellas instituciones que no hacen lo que dicen,  no dicen lo que piensan, no piensan lo que dicen, y finalmente tampoco dicen lo que hacen.

Acalla los labios embusteros…
Salmo 31

El verdadero drama del presidente Chávez es la perversidad de su gobierno. Eso que Jorge Etkin criticaba de aquellas instituciones que no hacen lo que dicen,  no dicen lo que piensan, no piensan lo que dicen, y finalmente tampoco dicen lo que hacen. Estas cuatro conductas, que solamente tienen en común su condición moralmente degradante, nos pone al frente de un gobierno mentiroso, hipócrita, ideológicamente fundamentalista y  practicante tenaz  de un doble discurso que no solamente convierte nuestra relación con lo público en un esfuerzo insólito para mantener la salud mental, sino que coloca a nuestros gobernantes en la infeliz circunstancia de las contradicciones constantes.

Todos los caminos de la perversidad conducen a la opresión.  Esa tensión constante del mentiroso sistemático, del simulador pertinaz, de la impostura maliciosa y del fundamentalista obsesivo los conduce a imponerse por la fuerza cuando las contradicciones con la realidad se tornan insoportables. Y con una simultaneidad psicótica comienzan a atribuirles a sus adversarios todas las características de su propio comportamiento. En todo este proceso tan convulso de las últimas dos semanas, el gobierno mostró hasta donde es capaz de llegar en la trama de la perfidia que es su atributo más esencial. Baste ver como utilizó descaradamente la señal de Telesur para falsear la realidad hondureña,  y convertir la cobertura mediática en un arma de agitación e intervención impúdica e indecente. Y mientras eso ocurría, nuestro presidente gritaba que Globovisión y CNN estaba encabezando los esfuerzos para dar un golpe en el país centroamericano.

Los senderos de la perversidad tienen cantos de violencia. Cualquiera que haya seguido el discurso y el soporte documental de eso que se llama socialismo del siglo XXI sabe que si alguna característica muestra la esencia de este régimen es precisamente su aversión a la propiedad privada.  Las ruinas económicas del país están lamentablemente fundadas en el esfuerzo necesariamente fallido para despojar de toda posibilidad al emprendimiento e inhabilitar el sistema de mercado, que necesita tanto a los criadores, como a los mataderos y las carnicerías. Es que basta escuchar cualquiera de las sesiones de la Asamblea o calarse cualquiera de las miles de arengas presidenciales para validar algo que es más que un presentimiento, y es que este gobierno pretende ir hacia un sistema económico sin propiedad privada. Y entonces cuando CEDICE LIBERTAD combate activamente esa posibilidad y presenta una campaña donde proclama claramente el intento de despojo que eso significa, inmediatamente la garra putrefacta y represora del gobierno se hace presente para callar a coñazos esa voz que reclama libertad y derechos para todos los venezolanos. Eso sí, mediante el uso de la ley y de los poderes públicos, hace mucho tiempo perdidos para la justicia y la equidad.

Todas las opciones de la perversidad terminan en el zarpazo autoritario. El golpe de Estado a la constitución que ha tenido como víctimas concretas a los gobernadores y alcaldes no oficialistas, y esa repudiable comandita que cercenó al Distrito Metropolitano y a su alcalde para colocar en su lugar a una funcionaria designada por el presidente, tiene una peor composición que la sustitución de mando ejecutivo que operó por la fuerza en la República de Honduras. Aquí no ocurrió porque Ledezma violó la Constitución. Aquí se perpetró ese golpe simplemente porque el presidente no tolera la competencia, ni acepta el pluralismo, ni tiene la más mínima pretensión de compartir democráticamente el poder. Y sin embargo ese mismo presidente, golpista de origen, autoritario e intolerante, se rasgo las vestiduras, y comprometió el escaso prestigio internacional de Venezuela para hacerle frente allá a lo que aquí es práctica cotidiana.

Perverso, pero en sus cabales. Porque cada vez que cualquiera de sus estrategias entran en barrena, simplemente se repliega para jugar por un ratico a la buena conducta. Perverso y artero, pero recula. Y flaquea cuando tiene al frente la evidencia de una acción con sentido político que lo coloca en desventaja. Por eso Ledezma salió victorioso y ellos avergonzados, porque demostró que el mejor momento para tomar la iniciativa es hoy y no mañana. Esa es la moraleja, que a la perversidad se le abate con acción y no con impotencia aprendida.









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