No sólo la vida es función del tiempo, tal como lo entiende la Matemática para la cual el comportamiento de una variable depende de los valores de otras.

También la política es función de condiciones y determinaciones. Sobre todo, cuando hay concomitancia operativa y conceptual entre los factores que dan forma y sentido a las circunstancias en que se sucede el evento. Es ahí precisamente, donde la política se complica en virtud de las implicaciones que sus realidades asoman.

El tiempo es profundamente inherente e inmanente a la política. Es por esa razón que casi siempre los problemas que ocurren en su ámbito, terminan ajustándose a las implicaciones que suceden a su alrededor.

Más, al reconocer que en toda eventualidad o situación está siempre presente la política. Particularmente, en medio de contingencias precedidas y presididas por la mediocridad, la mezquindad y la perversidad que caracteriza la cuestionable conducta de personajes vinculados con el poder monopolizado por el ejercicio de la política.

 

¿La política complica todo?

Cualquier caso que deriva de contextos así enrarecidos, se convierten en una potencial complicación. Todo proceso que implique al hombre en su intención de enfrentar la incertidumbre para evitar los desaciertos que le presenta cualquiera de los caminos que decida tomar, no sólo depende de su capacidad, coraje y temeridad. En el fondo y en su forma, todo es cuestión de tiempo.

En medio de pretensiones perniciosas, no ha dejado de llamar la atención de todas aquellas instituciones que se precian de identificarse con la democracia, la institucionalidad y las libertades.

Los aportes en cuanto a propuestas para salir del atolladero, han sido incontables. Asimismo, la testarudez y la intransigencia, han sido razones para desconocer o esquivar ayudas. Es así como la construcción de la sociedad, pasa por el tamiz de cada uno de los factores de la vida nacional.

La prepotencia y la terquedad se convirtieron en recursos de poder político a los que apela cualquier facción para imponer sus decisiones a costa del sacrificio de muchos. Por eso, la economía se sale de su cauce. Así sucede con la inseguridad y la anarquía.

 

Algunas inferencias

Cuando discurren vientos tormentosos que tienden a desviar los caminos de la democracia, las esperanzas tendrán en las fortalezas del ciudadano consciente, su mejor trinchera. Desde ella podrá arreciar la resistencia en aras de recuperar las libertades y derechos fundamentales. Pero, aunque se asomen vestigios alentadores que hablen de paz y conciliación, no hay duda que todo es cuestión de tiempo.