La torpeza de todos
Escrito por Ricardo Ciliberto Bustillos   
Lunes, 06 de Febrero de 2023 01:47

altEl 4 de febrero de 1992, fecha que algunos oficiantes  del militarismo celebran con un entusiasmo inusitado,

no fue producto de una  espontánea rebelión o de una “parada” a las que muchos en el pasado apelaban para tumbar y tomar el gobierno. Como se supo, la conspiración fue  producto de largos años de estudio, organización, discusiones, análisis y sobre todo, de infiltrar cuadros medios de las fuerzas armadas y algunas radicales organizaciones civiles, sin contar con el apoyo y la anuencia que destacadas personalidades ofrecieron.

Los partidos políticos, sobre todo AD y COPEI, responsables del sostenimiento de la para entonces vapuleada democracia, también sucumbieron a las tentaciones “caudillistas” dentro de sus filas y a ese criterio tan equivocado de que el “sistema aguanta” todo.

Es verdad que el alzamiento  de febrero fue un rotundo fracaso. Gracias a Dios que al frente del gobierno estaba  un hombre de comprobada reciedumbre, con una experiencia política y gubernamental pocas veces vista en la historia patria, y con un sentido de responsabilidad democrática y constitucional indiscutible. Sin embargo, la torpeza de todos, la acción conjunta entre izquierdosos contumaces e insepultos conservadores continuaron, luego de esta frustrada intentona, tejiendo la telaraña de la conjura, aunque hubiese que echar mano a la no muy aceptada vía electoral para lograr su cometido.

Después de unos cuantos años, ganaron unas elecciones que nadie cuestionó, pero que por temor, impericia de jóvenes creyentes que el derecho de dirigir se consigue desplazando forzadamente  la experiencia y la consideración de anteriores líderes, el  mismo populismo y esa manía nacional de quedarnos paralizados en el tiempo, hicieron de las suyas.

El llamado chavismo se apropió indebidamente del escenario político, económico y social del país. Las torpezas de las fuerzas democráticas facilitaron el camino. Por supuesto que hubo excepciones y voces que alertaron acerca de esta peligrosa realidad, pero no bastaron o no fueron  suficientes para   impedirlo.

Las oposiciones, porque son varias, continúan apareciendo incompetentes. No hablamos de individualidades, sino del conjunto, de los sectores en general. Por ejemplo, deberían hablarle claro al país sobre lo que cada día aparece más difícil y complejo como lo es la celebración de las primarias. Saben que no hay recursos ni estructura humana para montar un “padrón electoral” (mesas, testigos, actas, boletas, cajas, miembros de centros de votación, logística) eficiente y creíble. Tampoco hay acuerdo en fechas y participantes. Todo aparece confuso y a medias.

Por otra parte, todos los aspirantes presidenciales de las oposiciones miran con cierta aprobación (sobre todo en privado) la salida del consenso. Eso sí. Siempre y cuando  lo favorezca.

El 4 de febrero nos agarró desprevenidos. Todavía vivimos sus coletazos. Aun continuamos cometiendo yerros, creyendo que la Venezuela de los noventa e igual a la del dos mil ventitrés. A estas alturas hay quienes piensan que la democracia que  vendrá podría ser igual a la que se fue. 

En consecuencia, urge que los dirigentes  actúen con probidad, transparencia y lealtad. Una futura reinstauración democrática obliga a que la construyamos sobre bases firmes, sólidas y consensuadas. El tiempo apremia. Los ciudadanos lo merecen .

|*|: Especial para www. opinión y noticias.com

 


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