Apropiaciones y robos
Escrito por Ramón Hernández   
Sábado, 04 de Febrero de 2012 08:28

altHasta hace pocos días en ese local funcionó una peluquería de señoras, y más arriba, más allá de Roca Tarpeya, un descendiente de libaneses se había hecho de una amplia clientela para sus productos de la línea blanca y marrón.

Empezó vendiendo por cuotas y sin exigir mayores garantías a los clientes, pero, contrario a la conseja del viejo cuadrito, progresó y amplió el negocio, tanto en mercancía como en espacio y empleados. Una madrugada reciente el fuego destruyó el establecimiento.

Neveras, cocinas, licuadoras, aparatos de aire acondicionado "fueron pasto de las llamas".

A media mañana cuando todavía los bomberos mantenían las labores de refrescamiento para evitar que reapareciera el fuego se presentó un grupo con fusiles y pistolas que, sin mayores explicaciones, procedió a expropiar el local. Ahí, en la avenida Nueva Granada, poco más arriba de la sede principal del ahora denominado Inces, un colectivo que tiene su guarida en el 23 de Enero se ha apropiado de un negocio capitalista y lo administra a su entender y con fines de lucro a la vista y sin tapujos. En la zona nadie habla de las tomas. Los comerciantes apenas murmuran entre ellos, temen ser la próxima víctima.

En Catia, en la calle Panamericana, que expele al igual que el resto de la parroquia el tufo del abandono y la desidia que sufren las urbanizaciones y barrios de Caracas en las que ha sobrevivido ese venezolano que desde siempre se ha dicho "pobre pero honrado", conocieron del modus operandi del colectivo, pero sin las llamas. De madrugada rompieron los candados, forzaron las cerraduras y "tomaron preventivamente" la propiedad ajena. A los dueños y empleados les dijeron que esos espacios estaban expropiados por el Gobierno.

Saltándose el Estado de Derecho, como ha sido la práctica reciente en el campo, no presentaron ningún papel oficial ni nadie ha sabido de avalúos, mediciones ni inventarios previos. Nadie responde por la mercancía que estaba en los depósitos, y nadie se hace responsable de las miles de cabezas de ganado que han quedado dentro de las tierras tomadas en el nombre del socialismo y con los instrumentos de imposición del Estado que debe proteger a todos y no lo sólo a los que escuchan los llantos cantados de Alí Primera.

Es la resurrección de los camisas negras de Mussolini y de los camisas pardas de la SS de Hitler, la recurrente modalidad del fascismo rojo-rojito que aplicó Stalin contra los kulaks y que perfeccionó el Pol Pot en Camboya, a costa de varias decenas de millones de muertos, unos de hambre y los más de un limpio balazo en el cráneo. Manos arriba, está expropiado. Sin inventario, cerrado por asalto.

@ramonhernandezg

www.el-nacional.com


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