A la luz de lo que estamos viendo, la alternativa democrática debía y debe recurrir a fórmulas extraordinarias que convoquen a la gente
"El miedo es inconsciente; el valor, reflexivo"
Mario Briceño Iragorry, 1956
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El riesgo que se corre cuando se apela a unas primarias ha inducido siempre a tomarlas con especial cuidado. La política despierta pasiones, lo que explica la propensión a recortarle las riendas. Por eso ha habido tanta renuencia con las primarias. El consenso es más sencillo, más manejable y hasta más prudente.
Pero a la luz de lo que estamos viendo, la alternativa democrática debía y debe recurrir a fórmulas extraordinarias que convoquen a la gente, despierten pasiones, susciten la competencia de liderazgos. Si por temor a problemas internos se mantuviera todo en el marco de lo controlable, resultaría difícil imaginar la victoria sobre un personaje de las características del actual Presidente.
Había que sacudir la adormecida y atemorizada conciencia de la gente y despertar la fe en el triunfo. Es lo que en prueba de clarividencia decidió la MUD y a fe que la flauta le sonó con ruido de clarín. No obstante, a pocas semanas para la histórica elección, aparecieron naturales resquemores que salieron a la calle, y muy bien que así haya ocurrido.
Han sido reacciones algo airadas que no minan el proceso de primarias y por el contrario dan fe de su profunda verdad.
Nadie va a romper el juramento de acompañar con todo al ganador. El perjurio siempre es costoso.
2 La inesperada alianza López-Capriles es absolutamente congruente, pero lógicamente varios candidatos la desmeritan con razones explicables y a su juicio válidas. Las tres principales serían que el pacto no sería extensible a los electores silvestres porque no es sencillo el endoso de los votos, que lo de ambos líderes fue cupular, lo que podría suscitar reservas en los niveles inferiores; y que el acuerdo no consultó a los aspirantes a los otros cargos de elección popular.
En general no parecen objeciones especialmente sólidas. Comparto desde hace tiempo la reserva sobre la eficacia de los endosos electorales, pero en el caso de Capriles y López pienso que podría resultar porque tienen aire de familia, como lo señala una reciente encuesta a tenor de la cual en el escenario de un retiro de López sus electores irían en mayoría a Capriles, y viceversa. Tampoco es significativo que el pacto haya sido cupular. ¿Acaso debía apelarse a unas primarias paralelas? Movimientos de este tipo siempre se dan por verosímiles.
Y está por verse la significación del desajuste en las líneas medias de VP y PJ.
Habrá tal vez roces y quizá retiros agrios, pero no se alterará el panorama ni se debilitará el éxito alcanzado por esta fuerte alianza entre dos figuras emergentes. La unidad democrática evidenciará su reciedumbre.
Pero los dos afortunados pudieran estar incurriendo en el humano error de la arrogancia. La insistencia en condenar genéricamente "el pasado" resultará irritante. Es una falla que podría afectarlos si ganan las primarias. Si quieren librarse del peligro de los respaldos fríos deberían mostrarse más amplios e incluyentes. Capriles tiene buena posibilidad de ganar el 12F, pero para afrontar el 7 octubre tendrá que "apechugar", dándole valor a todo el que pueda ser incorporado.
Amargo y con simpar agudeza, Ortega y Gasset habló hace más de ocho décadas del desprecio obsesivo al pasado: "El pasado es por esencia revenant.
Si se le echa vuelve. Por eso su auténtica superación es no echarlo. Contar con él.
Comportarse en vista de él para sortearlo, para evitarlo. Necesitamos de la historia íntegra para ver si logramos escapar de ella, no recaer en ella".
Alegaba que la negación del pasado es ilusoria porque es lo natural del hombre, que vuelve al galope. El pasado no se ha tomado el trabajo de pasar para que lo neguemos sino para que lo integremos.
3
Pablo Pérez ha logrado subrayar su condición popular y se mantiene en la pelea.
María Corina desarrolla con eficacia su voto duro, mientras que Arria y Medina que se han desenvuelto bastante bien en la campaña tratan de diferenciarse mediante la ilusoria Constituyente.
La Constituyente se reuniría con el objeto de remover los órganos monopolizados por el Presidente antes que los use contra el resultado electoral. No entiendo ese argumento; el nuevo presidente sólo podría convocarla una vez investido, y eso ocurrirá tres meses después de su victoria. Con cinco adicionales para terminar el cometido dispondría el gobierno de un holgado tiempo para ejecutar de serle posible cualquier siniestro plan. Si fuera fácil desmontar a un líder elevado por la fuerza del pueblo, la Constituyente no sería el disuasivo.
Pero resulta extremadamente difícil una usurpación del poder contra la voluntad mayoritaria, si el vencedor se mantiene firme y confía en sus electores.
La barrera es la fuerza popular y no el falso tinglado de la Constituyente.
Miedo, claro que hay, pero la gracia es que no hay valor sin miedo, como no hay honradez sin corrupción ni virtud sin vicio. El miedo se contagia y el valor también, sobre todo cuando cabalga sobre millones dispuestos a hacer valer sus decisiones.
Podemos hablar así porque la unidad es ya una fuerza tangible, las Primarias, una hazaña de la inteligencia y el profesionalismo; el Programa de gobierno aunque un candidato no lo haya firmado el estupendo resultado del esfuerzo de centenares de profesionales y políticos aptos; y el entusiasmo popular, la premisa del histórico cambio que se insinúa en el horizonte. www.talcualdigital.com
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