Estalló el mentirómetro
Escrito por Fernando Luis Egaña   
Lunes, 16 de Enero de 2012 14:47

altEmpecemos por el principio: las 10 horas de echaderas de cuento y metideras de embustes no tienen nada que ver con la presentación de una Memoria y Cuenta presidencial. Ésta debe ser una exposición ordenada, razonada, documentada y seria, y aquélla fue la típica improvisación atropellada e interminable del señor Chávez.

Una cadena de 10 horas es un irrespeto mayúsculo a la dignidad de los venezolanos, y máxime cuando se dedica a repartir cobas a diestra y siniestra. El hecho que Venezuela sea un país en acelerado proceso de destrucción --y con el barril petrolero por encima de 100 dólares-- hace que todavía sea más indignante la panorámica rosa de tacita de plata que el discurseador trató de contrabandear.

Hay que tener una cachaza de índole patológica para presentarse como el salvador de la patria, cuando la misma se ha convertido en una de las más violentas del mundo, precisamente durante el dominio de la satrapía bolivarista. Mientras el jefe de la satrapía se ufana de haber consagrado la paz social, el viejo camarada Domingo Alberto Rangel advierte sobre el despeñadero hacia la guerra civil que significa la explosión de violencia criminal.

Pero habilidoso como suele ser para el arte del fraude retórico, el señor Chávez intenta justificar, por ejemplo, el que Venezuela tenga la más alta inflación del planeta en el siglo XXI, con el argumento de que en los años finales del siglo XX el promedio inflacionario venezolano era más alto que ahora. O sea, que lo suyo es un triunfo...

Claro, lo que no dice es que entonces la espiral inflacionaria era un fenómeno mundial y especialmente latinoamericano --que ya no lo es, y tampoco reconoce que la tendencia de la inflación era hacia la baja para cuando llegó al poder: 29% en 1998, cayendo de 37% en 1997. Así, en 1999 fue de 20% y en el 2000 de 13%. ¿Y cuánto es ahora? Pues casi 28%, y con la sospecha de que la cifra oficial subestima la tasa real.

Bien se sabe que el comandante-presidente miente hasta con la verdad, así que cómo será la cosa cuando el falseamiento de la realidad es burdo y craso. Me refiero a gran parte del entramado estadístico de la "revolución", sustentado en el artificio cambiario de 4,30 por dólar, porque cuando las cuentas se sacan al cambio real y efectivo, la pirámide de papel se chamusca tanto como el potencial económico y productivo de Venezuela.

Por eso causó tanto impacto la intervención de la diputada María Corina Machado, quien serena y firme le dijo una serie de verdades al gran timador, comenzando por una obvia: expropiar sin indemnización justa es robar. Esa breve y oportuna participación, por cierto, le salvó la jornada a la bancada opositora, cuyo desprestigio no tiene nada de secreto.

Si hubiesen llevado al hemiciclo un aparatico para medir las mentiras presidenciales, o un mentirómetro, de seguro que habría estallado ante la presión avasallante de tanta falsedad. Y eso no habría ocurrido a la décima hora sino al no más iniciarse la catarata de embustes. Para aguantar tanta mentira sin estallar habría que hacerlo de titanio atómico...

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