Por favor, Niño Jesús, con fecha de vencimiento
Escrito por Ana Julia Niño Gamboa   
Martes, 13 de Diciembre de 2011 02:44

altNo terminan de arrancar los villancicos y gaitas. Ni llegan los regalos del amigo secreto. Las reuniones navideñas que quieren organizarse en las oficinas, se empañan en discusiones que evidencian pequeños desacuerdos que sirven de ensayo para la conciliación de la disidencia, para complacer a todos o casi todos sin que se rompa la armonía que a ratos parece sostenida por tachuelitas de colores.

Seguramente al final haremos coro de la fórmula mágica, y hasta los más renuentes terminarán apareciendo en la bendita foto navideña, todos con gorritos alusivos a la fecha y con el regalo de amigo secreto a punto de abrir.

Es el panorama de la mayoría de las oficinas. Parece que a pesar de no querer romper la tradición estresante de esta festividad, ahora nos importa más concentrarnos no sólo en los planes personales que formulamos en este momento, con el deseo de verlos materializados el año que sigue, sino que estamos invadidos por el sentimiento colectivo de lo que significa el 2012.

Unos apuestan a radicalizar un gobierno que ha desperdiciado la histórica oportunidad de lucirse en el ejercicio del poder con todo a favor. No es secreto que muchos aplaudieron, auparon y apoyaron al actual Presidente. Que muchos recursos se pusieron a su orden y que el colectivo demandaba un cambio.

Nadie pensó si el cambio era para mejor. La demanda era un grito sordo por acabar con un momento crítico, agravado por la participación política y partidista de los medios de comunicación social, acostumbrados a demandar su cuota de poder.

Otras apuestas están dirigidas a oxigenar la escena política, con propuestas inclusivas, reconocedoras de los principios y normas constitucionales. Al rescate del Estado de Derecho que aleje la amenaza de convertirnos en un estado de barbarie, caracterizada por el abuso de la "dictablanda" modelada en los últimos años.

No está mal el escenario. Se respira un ambiente distinto porque se ha labrado a pulso la esperanza por cambiar las cosas, y ya hay algunos resultados. La sola posibilidad de que en la escena política se vean caras distintas al desfile presidencial y sus adláteres, que se hable de otros políticos, aunque sea para criticarlos, ha removido la fibra ciudadana necesaria para provocar cambios. Toca mantener la presión y el compromiso con la democracia. Compromiso que, por cierto, no termina en octubre de 2012. Hay mucho por hacer, lo bueno es abrir los espacios para hacerlo.

Mientras, cuadremos ese almuerzo navideño, pongamos sonrisas en la cara de los niños. Suban el volumen de los cantos de estas fechas y firmemos la carta al Niño Jesús pidiéndole otro gobierno, uno distinto que, al menos, tenga fecha de vencimiento.

talcualdigital.com


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