¿Quién quiere ser Presidente?
Escrito por Pedro Lastra   
Miércoles, 07 de Diciembre de 2011 16:51

altHabría que ser ciego para no advertir que los dos debates se han saldado con un excelente balance. Considerando la elemental y campechana sabiduría de que se ara con los bueyes que se tienen y no con los que se comprará cuando vendamos la leche. Han puesto a los precandidatos en contacto masivo con la gente, algo sólo posible mediante la televisión, más si ella, como en el caso de Venevisión, es de señal abierta y muerde los estratos CDE. Es la primera consideración que debemos respetar. Bien, muy bien por los debates, un excelente mecanismo de divulgación de nuestro gran programa, que se reduce a muy pocas propuestas: reunificar a la familia venezolana, darle un parao definitivo a la violencia, terminar con la inseguridad y volver a ser la bella familia que fuimos. Para hacernos luego al capítulo más difícil y escabroso: desmontar las bombas antipersonales sembradas por el comunismo chavista y dar el tránsito hacia nuestra ansiada modernidad. Eso, que es lo fundamental y pareciera ser lo verdaderamente trascendente, lo iremos sembrando en el camino. Que para eso es que se ara y se siembra. No exijamos la cosecha, cuando la semilla recién está buscando cobijo.

Es obvio que los impacientes, entre los que me cuento y a mucha honra – no se espere otra cosa de quienes, como Pompeyo, Alberto Quiroz, Américo Martín y mi gran e inolvidable amigo Pedro Pablo Aguilar, no tenemos mucho tiempo que perder– quisiéramos verle el queso a la tostada cuanto antes. Se juntan el hambre con las ganas de comer. Que la libertad es el gran alimento de los pobres, los menesterosos y los viejos. Aún así: todos esperamos que esta precampaña, que debemos comprender como un período de preparativos para la gran guerra, sea económica en palabras y rica en gestos, breve en promesas y abundante en designios, pobre en exhibicionismo y millonaria en realidades. Queremos que nuestros candidatos – que son esos y no otros - den lo mejor de sí, se sinceren, estudien, se dejen aconsejar, acudan al rico reservorio en experiencias y sabiduría de los mayores, tan zaheridos y menospreciados por una juventud demasiado ardorosa, un tanto prepotente y muy ignorante de los avatares, traiciones e inmundicias de la guerra salvaje del zoo politikon.

Me gustó más el primer debate por su frescura y ganas. Más el segundo por su mayor enjundia. De ambos me disgustó un cierto olimpismo de concurso barato. Que en el caso de Venevisión, arrastrada por la basura circense propia del medio – que jamás servirá para ilustrar y enriquecer a los sedientos y se agotará eternamente en el balurdo entretenimiento de los más bajo determinaciones de los menos cultivados – anduvo cercano al lindero de lo tolerable. Imagino que de existir RCTV, con la lección del castigo recibido por andar coqueateando por estas calles, se obtendría el justo medio: seriedad y entretenimiento, educación y propuestas. Pero para nuestra inmensa infelicidad, no contamos con el maravilloso equipo de Marcel Granier. Uno de los grandes ausentes en esta justa, por culto, por vertical, por decente y corajudo.

En suma: más debates. Si fuera posible, un gran debate final desde el Aula Magna de la UCV – con seguridad exigida al régimen - retransmitido en vivo y en directo por Televen, VV, Globovisión y los canales regionales fieles a la democracia. Con interlocutores de gran talla, como el mismo Marcel, Miguel Henrique Otero, Simón Alberto Consalvi, Germán Carrera Damas, Elías Pino Iturrieta. E invitados especiales de la talla de Felipe González, Oscar Arias, Fernando Henrique Cardoso y Ricardo Lagos. ¿Imposible? Seamos realistas por una vez en nuestras vidas: pidamos lo imposible.


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