La violencia: un azote nacional
Escrito por Pedro Luis Echeverría   
Miércoles, 30 de Noviembre de 2011 06:52

altPreocupa cómo la intolerancia y la violencia irracional, utilizados como instrumentos de acción política, están gravitando en el clima político del país. No hay día en que los medios de comunicación no reporten situaciones de esa naturaleza que se suceden entre chavistas y opositores.

Cuando se aproxima la fecha para la realización de las primarias y las elecciones para elegir al Presidente de la Republica, se percibe una mayor polarización y tensión social cuyos rasgos fundamentales evidencian el endurecimiento del contenido del discurso político que acentúa las diferencias; la disposición de los grupos opositores a realizar acciones de calle con mayor decisión y audacia, compelidos por la actitud gubernamental de no dar espacios para el debate y el entendimiento respecto a la más importante decisión, que sobre el futuro del país y de cada uno de los ciudadanos, deben adoptar los venezolanos, y las acciones violentas e ilegales de los grupos de apoyo al gobierno, que son realizadas con la complicidad de las autoridades y exacerbadas por la dirigencia "chavista". Los tiempos que se avecinan estarán signados por la violencia, la intransigencia y la confrontación. En efecto, el aprovechamiento por parte del gobierno del comportamiento irracional de las masas fundamentado en la intolerancia y en el odio de clases, es una de las estrategias que ha venido siendo utilizada por los seguidores del régimen para tratar de amedrentar y acorralar a los grupos opositores.

Igualmente, la violencia institucional del gobierno al pretender, por una parte, imponer, sin haber dado cumplimiento a las exigencias constitucionales y sin la apertura de espacios para el diálogo y la concertación, un modelo de sociedad autoritario, excluyente y antidemocrático; y, por la otra, el cierre deliberado de las instancias a las que se podría acudir en demanda de justicia y control a tales exabruptos. A pesar de los llamados pacifistas de la dirigencia opositora, la violencia que podría desatarse en el seno de los desafectos al gobierno sería un acto de legítima defensa ante el arrinconamiento y las acciones políticas de provocación de las que son objeto.

La sociedad venezolana no puede permitir que sean la violencia, la confrontación y la subversión social la única salida política que le queda a la oposición frente a las inaceptables pretensiones de conculcar los derechos básicos a la vida, la libertad y la dignidad.

No se debe tolerar que el gobierno acose a la oposición y prosiga en el descabellado empeño de imponer un modelo de sociedad concebido para hacer a todos los ciudadanos vasallos del Estado.

La oposición transita una ruta pacífica, respetando las normas democráticas ha formulado planteamientos y opciones al país, que no han sido respetados por los poderes públicos y el aquelarre chavista. Es deber y responsabilidad del régimen, tomar las acciones necesarias que eviten llevar al país por un sendero de inútiles enfrentamientos fratricidas.

TC


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