Violencia elogiada
Escrito por Alejandro Moreno   
Martes, 29 de Noviembre de 2011 07:00

altDebatimos sobre valoración de la violencia en la actualidad. Nos preocupa que se esté convirtiendo en algo asumido como natural en la sociedad, en el habla de la gente, en la educación, en el interior del mismo hogar. Dice un papá: "A mí no me asusta que mis dos niños vean violencia en el mundo que están viviendo; lo que me aterra es que ellos puedan ver en mí cierta complacencia, cierta identificación afectiva o cierta indiferencia ante esa situación, pero lo que ellos encuentran fuera es lo contrario, una mamá, por ejemplo, que induce la violencia en uno de sus compañeros, supuestamente para que sepa defenderse". La violencia normalizada, naturalizada. Otro papá añade: "Mi hija comentaba que dos muchachos de su liceo se agarraron a golpes en la clase y fue difícil separarlos. Le dije que eso era una falta grave pero ella lo encontraba natural porque se habían puesto bravos y así resolvieron su problema. Me impresionó que le pareciera que los conflictos se resuelvan por la violencia y no por el acuerdo".

En estos días ha estado en primera plana el juicio a Carlos el Chacal en Francia. Ello ha servido para desnudar muy crudamente actitudes, disposiciones y afectos en relación con la violencia mortal. Se trata, en efecto, de un personaje que con la mayor frialdad e indiferencia puede presumir de haber asesinado a cerca de 2.000 personas. No es eso lo más impresionante, sin embargo, porque asesinos así los ha habido y los habrá. Lo que pone la carne de gallina es la elogiosa valoración de toda esa violencia que se ha proclamado desde las más altas esferas del Estado venezolano actual. Lo que asusta es que el Presidente de esta nuestra república evalúe ultrapositivamente toda la acción terrorista de ese sujeto: "Con el riesgo de que se me diga lo que se me diga ­exclama con su característico desplante retador adolescentoide­ (...) fue digno (sic) continuador de las más grandes luchas que desde aquí surgieron". ¿Cuáles luchas, las de sus dos golpes o las de la independencia que conmemoramos? ¿El Chacal en la onda de Bolívar? De la violencia de los héroes ya he tratado aquí. Pero ha dicho también: "Lo que fue en verdad es un luchador revolucionario. ¡Yo lo reivindico!". ¿Qué reivindica: la revolución violenta, terrorista, la violencia y el terrorismo de la revolución? En esta misma onda, el actual procurador general de nuestra república, el abogado de nuestro Estado, lo ha sostenido con mayor énfasis aún: "No puede ser calificado de terrorista porque siempre ha sido el defensor de los ideales, de unos principios a los cuales ha sido fiel". O sea, las ideas (ideales y principios) por encima de las personas.

Muy materialistas ellos: por una idea se pueden matar los cuerpos.

Claramente, aquí no se trata de discursos, se trata de valores. La violencia como valor y valor supremo. Un valor que se cuela en los intersticios de toda la cultura. El mismo fiscal que acusa al personaje afirma con la mayor naturalidad: "Tenemos la imagen de un terrorista romántico (...) un gran revolucionario". ¿Con los dos adjetivos, romántico y grande, no está valorizando en algún modo positivamente los dos sustantivos, terrorista y revolucionario? Hay que decirlo con la voz más clara y alta: no hay valor que esté por encima de la vida humana. La vida de los hombres no puede estar nunca en cuestión; la revolución, cualquier revolución, sí, como cualquier política, pues no es otra cosa. El reivindicado Chacal aterriza: "No se puede hacer una revolución de manera pacífica (...) estamos en el poder y las armas son para defenderlo".

Acabáramos: la política como guerra, como violencia guerrera mortal.

¿Es lo reivindicado?

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