El impacto de la guerra comercial y monetaria de Trump en Europa y América Latina
Escrito por Douglas C. Ramírez Vera   
Martes, 08 de Abril de 2025 00:00

altEl discurso político y económico de Donald Trump ha estado marcado por una estrategia agresiva en materia comercial y monetaria.

Su reciente anuncio de imponer aranceles masivos a diversos países, especialmente a China, no es simplemente una medida proteccionista, sino parte de un plan más amplio que busca reconfigurar el orden económico global.

 

La estrategia de Trump: guerra monetaria y control de la deuda

Trump ha utilizado los aranceles como una cortina de humo para ocultar su verdadero objetivo: una guerra monetaria destinada a devaluar el dólar y reducir los costes de financiación de la deuda estadounidense. Con una ola histórica de vencimientos de deuda del Tesoro, la administración Trump necesita urgentemente abaratar los intereses. Para lograrlo, ha provocado deliberadamente una caída bursátil que presione a la Reserva Federal (Fed) a bajar los tipos de interés

Los aranceles buscan forzar a otros países, especialmente China, a comprar más deuda estadounidense en lugar de venderla. Esta estrategia, aunque arriesgada, refleja la desesperación de un sistema económico dependiente del endeudamiento perpetuo. La inflación derivada de estos aranceles no es un daño colateral, sino un efecto buscado, ya que en una "deudocracia", la inflación diluye el valor real de la deuda

Mientras Estados Unidos libra esta batalla, Europa se encuentra en una posición de vulnerabilidad. Sus políticas regulatorias, el Pacto Verde y las sanciones a Rusia han aumentado los costes energéticos y reducido la competitividad de sus empresas. En lugar de abordar estos problemas estructurales, los líderes europeos responden con más subsidios y gasto público, financiado con deuda. 

El anuncio de que fondos de cohesión —destinados originalmente a reducir desigualdades— se redirijan hacia la industria militar refleja una priorización equivocada. Europa no solo pierde autonomía económica, sino que se somete a los intereses de la OTAN y Estados Unidos, perpetuando su dependencia. La idea de que el euro pueda reemplazar al dólar como divisa de reserva es una ilusión, dada la falta de respaldo político, económico y militar de la Unión Europea. 

Paralelamente a la guerra comercial, Europa avanza hacia un sistema de control digital que rivaliza con el modelo chino. Bajo la excusa de combatir la "desinformación", se proponen medidas como la prohibición de VPNs y el cifrado de mensajes, lo que eliminaría la privacidad en internet. El euro digital y la identificación electrónica son pasos hacia una vigilancia masiva, donde el dinero y los datos personales quedan bajo el escrutinio estatal. 

Este autoritarismo digital no solo amenaza las libertades individuales, sino que también sirve para silenciar la disidencia en un contexto de creciente descontento social. Los gobiernos europeos, en lugar de reformar sus economías, optan por reprimir a una población cada vez más frustrada con políticas económicas fallidas.

La estrategia de Trump trasciende los aranceles: es una jugada para mantener la hegemonía del dólar y asegurar la financiación barata de la deuda estadounidense. Europa, por su parte, carece de una respuesta coherente. Sus líderes insisten en políticas que ahogan la competitividad mientras avanzan hacia un modelo autoritario de control digital. 

En este escenario, los verdaderos perdedores son los ciudadanos europeos, que enfrentarán mayores costes de vida, menos libertades y una economía estancada. La única salida sería un replanteamiento radical de las políticas económicas y una defensa firme de la soberanía europea, pero esto parece improbable en el actual clima político. Mientras tanto, el viejo continente se encamina hacia un futuro de declive económico y represión digital, mientras Estados Unidos redefine las reglas del juego a su favor.

 

Segundo Round: Sus efectos en América Latina

La estrategia agresiva de Donald Trump en materia de aranceles y su guerra monetaria para sostener la hegemonía del dólar no solo afectan a Europa y China, sino que también tienen repercusiones profundas en América Latina. La región, históricamente vulnerable a los vaivenes de la economía global, enfrenta nuevos desafíos en un escenario de proteccionismo estadounidense, desaceleración económica y posibles realineamientos comerciales. En este segundo punto exploramos cómo estas políticas impactan en las economías latinoamericanas, tanto en el corto como en el mediano y largo plazo.

 

Efectos inmediatos: comercio, inversión y tipos de cambio

a) Presión sobre las exportaciones

Muchos países latinoamericanos dependen de las exportaciones de materias primas (petróleo, cobre, soja, minerales) y manufacturas de EE.UU. y China. Si Trump impone aranceles a China, esto podría reducir la demanda china de commodities latinoamericanos, afectando a economías como Brasil, Argentina, Chile, Perú y Venezuela.

México y Centroamérica, cuyas economías están altamente integradas a EE.UU. a través de tratados como el T-MEC (antes TLCAN), podrían enfrentar presiones si Trump decide revisar las condiciones comerciales o imponer nuevos aranceles selectivos.

b) Fuga de capitales y volatilidad financiera

Una subida de tipos de interés en EE.UU. (o incluso expectativas de que la Fed actúe para contener la inflación) podría generar salidas de capitales desde América Latina hacia activos más seguros en dólares, depreciando las monedas locales y aumentando el costo de la deuda externa.

Países con alta deuda en dólares (como Argentina o Ecuador) verían aumentar sus obligaciones, mientras que otros (como Colombia o México) enfrentarían presiones inflacionarias por la depreciación cambiaria.

c) Reducción de la inversión extranjera directa (IED)

Si Trump logra repatriar producción industrial a EE.UU. (como pretende con las automotrices), algunas empresas podrían reducir inversiones en México y otros países que hoy son bases de manufactura para el mercado norteamericano.

A la vez, si China responde a los aranceles estadounidenses desviando inversiones hacia aliados estratégicos, algunos países latinoamericanos (como Brasil o Argentina) podrían beneficiarse de nuevos acuerdos con Pekín.

 

Efectos a mediano plazo: realineamientos geopolíticos y dependencia del dólar

a) América Latina en la disputa entre EE.UU. y China

Trump busca limitar la influencia china en la región, pero muchos gobiernos latinoamericanos (desde Brasil hasta Argentina y Nicaragua) han estrechado lazos comerciales y financieros con Pekín.

Si EE.UU. presiona para que los países elijan bandos, algunos podrían verse forzados a renegociar su posición, como ya ocurrió con el caso de Honduras cambiando su reconocimiento diplomático de Taiwán a China.

b) El dólar como arma financiera

Si la Fed mantiene tipos de interés altos para atraer capitales, el dólar seguirá siendo la moneda dominante en el comercio y las finanzas latinoamericanas, lo que limita la autonomía monetaria de la región.

Algunos países (como Argentina) podrían verse tentados a implementar controles cambiarios o dolarizaciones parciales para evitar crisis, mientras que otros (como México) podrían buscar acuerdos alternativos de pagos en monedas locales con socios comerciales.

c) Riesgo de crisis de deuda

Si los mercados emergentes entran en turbulencia por la fortaleza del dólar, países con alto endeudamiento (como Argentina, El Salvador o Ecuador) podrían enfrentar dificultades para refinanciar su deuda, llevando a posibles defaults o reestructuraciones forzadas.

 

Escenarios futuros: ¿oportunidades o mayor dependencia?

a) Posible diversificación comercial

Algunos países podrían aprovechar para fortalecer alianzas con otros mercados (UE, Asia-Pacífico) o impulsar acuerdos regionales (como la Alianza del Pacífico o el Mercosur).

Sin embargo, la fragmentación política en la región (con gobiernos de izquierda y derecha en pugna) dificulta una estrategia coordinada.

b) Presión sobre políticas económicas internas

Gobiernos con agendas populistas (como Venezuela) podrían verse tentados a aumentar el gasto público para compensar el impacto económico, agravando problemas inflacionarios.

En cambio, países con políticas más ortodoxas (como Chile o Perú) podrían enfrentar protestas sociales si aplican ajustes para mantener la estabilidad macroeconómica.

c) El riesgo de un "efecto dominó" en crisis políticas

Si la economía global se desacelera, América Latina podría ver un aumento del descontento social, como ya ocurrió en 2019 con las protestas en Chile, Ecuador y Colombia.

Esto podría llevar a cambios de gobierno y mayor inestabilidad, especialmente en países con altos niveles de desigualdad.

En conclusión, podríamos señalar lo siguiente:

América Latina no es un actor principal en la guerra comercial de Trump, pero su economía abierta y su dependencia del dólar la hacen extremadamente vulnerable. Los efectos inmediatos incluyen menor crecimiento, presión sobre las monedas y posibles crisis de deuda. A largo plazo, la región podría verse forzada a tomar partido en la disputa entre EE.UU. y China, con consecuencias geopolíticas impredecibles.

La única salida sostenible sería una mayor integración regional y políticas económicas que reduzcan la dependencia de los vaivenes globales. Sin embargo, en un contexto de división política y debilidad institucional, es probable que la mayoría de los países sigan navegando en modo reactivo, con resultados desiguales. Mientras tanto, los ciudadanos latinoamericanos pagarán el precio con menor empleo, más inflación y posible inestabilidad social.

|*|: El Aautores Profesor de Economía adscrito al Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas de la ULA. https://orcid.org/0009-0001-5282-0006

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