Cuando el Estado se convierte en portador de una verdad única, la pluralidad se vuelve sospechosa
Escrito por Douglas C. Ramírez Vera | @AccHumGremial   
Viernes, 07 de Noviembre de 2025 00:00

altMichael Oakeshott (1901–1990) ha sido una figura singular en la filosofía política del siglo XX.

Su obra, a menudo considerada distante de las corrientes dominantes, ha sido objeto de múltiples interpretaciones que oscilan entre la admiración y la incomprensión. Para algunos, Oakeshott es uno de los grandes pensadores de la teoría política de los últimos siglos. Para muchos otros es aún un desconocido, sobre todo en la discusión de la teoría política latinoamericana.

Para Michael Oakeshott, la tradición es fundamental y se entiende como un cuerpo vivo y evolutivo de conocimiento práctico que subyace a toda actividad humana significativa, especialmente la política y la moral. Su visión de la tradición se contrapone directamente al racionalismo constructivista, que él criticaba por su intento de imponer planes abstractos o ideologías universales a la sociedad.

El rol de la tradición —es muy importante para el autor—, esta se entiende a través de los siguientes puntos clave:

  • Conocimiento Práctico vs. Técnico: Oakeshott distingue entre el conocimiento técnico (reglas explícitas, manuales de instrucciones, etc.) y el conocimiento práctico (el "saber cómo hacer", la sabiduría encarnada en la experiencia). La tradición es la encarnación principal de este último. No se puede aprender de un libro, sino que se adquiere mediante la inmersión, la socialización y la participación activa en una comunidad y sus prácticas a lo largo del tiempo.
  • Fluidez y Evolución, No Estasis: Contrariamente a la idea de la tradición como algo rígido e inmutable, Oakeshott la ve como un "flujo ininterrumpido de actividad" o una "conversación" continua. Las tradiciones están en constante cambio y adaptación; no están "fijas ni acabadas". Las nuevas ideas y reformas solo tienen sentido si surgen orgánicamente de lo que ha existido antes, en lugar de ser una ruptura abrupta e impuesta desde fuera.
  • El Contexto de la Acción Política: Para Oakeshott, la política no consiste en aplicar principios abstractos o buscar un "estado ideal" (el error del racionalismo), sino en navegar y "remar" en el "río de la tradición" política existente. El político prudente trabaja con las costumbres y disposiciones heredadas de la sociedad, gestionando el cambio inevitable de una manera que preserve la coherencia y la estabilidad del conjunto social.
  • La Base de la Identidad y la Convivencia: Las tradiciones proporcionan el marco de entendimiento mutuo, los hábitos de comportamiento y la identidad común que permiten a las personas vivir juntas (lo que él llama societas o asociación civil). Sin esta base compartida, que no es racional en el sentido de ser lógicamente demostrable, la sociedad se desintegraría o requeriría una coerción masiva para mantener unida a las personas, como intentan los regímenes racionalistas.
  • Un "Involucramiento" Inevitable: Oakeshott argumentaría que, en cierto modo, no podemos evitar estar formados por las tradiciones que heredamos. Incluso aquellos que intentan rechazar la tradición por completo están, paradójicamente, operando dentro de un contexto cultural que les permite articular ese rechazo.

En resumen, la tradición es el sustrato vital y dinámico de la existencia humana social para Oakeshott, indispensable para la moralidad, la política y la comprensión del mundo, y la única fuente de conocimiento práctico viable para guiar la conducta.

Mientras que MacIntyre y Taylor ven la tradición como constitutiva de la identidad individual, Oakeshott la entiende como una práctica interpretativa que también es moldeada por el individuo. Esta diferencia revela una valoración más fuerte en la agenda personal en Oakeshott, quien considera que la contingencia histórica permite a los sujetos ejercer su libertad en la interpretación de las tradiciones.

Para Oakeshott, la política no debe buscar consensos racionales ni verdades absolutas, sino mantener una conversación abierta y pacífica entre ciudadanos diversos. Esta visión, aunque menos ambiciosa epistemológicamente, es más realista y menos propensa a efectos perversos derivados de la imposición de una verdad política.

La frase de Michael Oakeshott, "Las instituciones más importantes de nuestras sociedades son fruto de actos humanos, pero no del designio humano", expresa una idea clave de su pensamiento, y la respuesta a si se inclina hacia la convivencia o la dominación no es directa, pero se puede entender mejor al analizar el concepto de tradición y práctica en Oakeshott.

Su perspectiva se inclina más hacia una evolución natural (en el sentido de no planificada) de las prácticas e interacciones sociales, más que hacia la dominación o la voluntad individual consciente. Oakeshott sostiene que:

  1. Rechaza el Racionalismo Constructivista: La frase es una crítica directa al racionalismo político, que cree que las instituciones sociales pueden ser diseñadas desde cero, con un propósito claro y racional, como un arquitecto diseña un edificio. Oakeshott argumenta que tales intentos suelen fracasar o llevar a la tiranía porque ignoran la complejidad y la sutileza del conocimiento práctico y tradicional que subyace a las instituciones sociales que funcionan.
  2. Surgimiento Orgánico y Evolutivo: Las instituciones, como el lenguaje, la ley común (common law), la moral y la misma sociedad civil, surgen gradualmente de las interacciones, hábitos y prácticas de generaciones de personas. Son el resultado de innumerables "actos humanos" individuales, cada uno con sus propios fines inmediatos, pero sin que nadie tuviera el "designio humano" (plan maestro o intención deliberada) de crear esa institución en su totalidad.
  3. Convivencia, no la Dominación: Oakeshott ve estas instituciones evolucionadas como el marco que permite la coexistencia pacífica y la búsqueda de los propios fines individuales (lo que él llamaba "asociación civil" o societas). Surgen de la necesidad y la inclinación humana a vivir juntos, aprender unos de otros y resolver conflictos, mediante reglas que no fueron inventadas en un momento específico, sino que se descubren y adaptan a lo largo del tiempo. Si bien no niega que pueda haber elementos de poder, su énfasis está en la naturaleza no coercitiva y no planificada de la mayoría de las normas e instituciones sociales.

La idea expresa que nuestras construcciones sociales más duraderas y efectivas son el resultado de un proceso evolutivo y no planificado de prácticas humanas, que permite la convivencia a través del desarrollo de tradiciones y reglas que la gente aprende a seguir de forma habitual, más que por un plan consciente de dominación o por la voluntad racional de un legislador.

Michael Oakeshott decía que "El conocimiento práctico no se puede enseñar ni aprender, sino solo transmitir y adquirir", con esto quiso destacar una diferencia fundamental en cómo se transfieren y se aprehenden dos tipos distintos de saberes.

Esta afirmación no significa que este tipo de conocimiento sea místico o inalcanzable, sino que su naturaleza es diferente a la del conocimiento "técnico" o formal, que se puede enseñar de manera explícita (como una receta o un manual de instrucciones).

He aquí las claves de lo que quiso decir:

  1. "No se puede enseñar": Se refiere a que no puede ser articulado completamente en reglas, fórmulas o lecciones teóricas. Un profesor no puede simplemente dar una clase magistral o un libro de texto que transfiera toda la habilidad. Es un conocimiento tácito, implícito.
  2. "No se puede aprender" (en el sentido formal): No se adquiere mediante un estudio puramente racional, metódico y consciente. No es algo que memorices y luego apliques mecánicamente.
  3. "Solo transmitir": La transmisión ocurre a través de la experiencia compartida, la demostración, la imitación y la inmersión. Se transmite mediante el ejemplo y la socialización, no mediante la instrucción explícita. Piensa en cómo se transmite una tradición familiar, una habilidad artesanal o las sutilezas del lenguaje.
  4. "Y adquirir": La adquisición es un proceso activo por parte del receptor, pero es un proceso de asimilación, intuición y práctica a largo plazo. Uno "capta" el conocimiento a través del uso repetido y la participación en la actividad, en lugar de "recibirlo" pasivamente.

Piensen en aprender a montar en bicicleta o en tocar un instrumento musical. Hay conocimiento técnico (la teoría de la música, el manual de la bicicleta), pero el "conocimiento práctico" real de cómo mantener el equilibrio o cómo expresar musicalidad no se puede enseñar con palabras; el estudiante lo tiene que adquirir a través de la práctica y la transmisión del maestro que le muestra cómo hacerlo, pero que no puede explicar cada micro-ajuste muscular.

Oakeshott subraya que el conocimiento práctico es una sabiduría encarnada en la experiencia y la tradición, que se asimila de forma orgánica, no se imparte de forma racionalizada.

Por ejemplo, si le preguntas a alguien que nunca ha visto el mar "¿Qué sientes cuando te bañas en el mar?", esto ilustra el problema de intentar describir con palabras el conocimiento práctico o la experiencia vivida.

  • Se puede describir la temperatura del agua (conocimiento técnico).
  • Se puede hablar de la corriente o las olas y la arena (conocimiento técnico).
  • Pero la experiencia holística (la sensación física, la emoción, la paz, la conexión con la naturaleza) es el "conocimiento práctico".

Esa experiencia no se puede "enseñar" a alguien mediante una descripción verbal. Solo se puede "transmitir" si la otra persona se baña en el mar contigo, y solo la podrá "adquirir" cuando lo experimente por sí misma.

Oakeshott diría que la vida social, la moralidad y la política funcionan de la misma manera: son experiencias vividas y prácticas que entendemos a través de la inmersión y la tradición compartida, no a través de manuales de instrucciones ideológicos.

Así como nadie aprende a nadar leyendo sobre el agua, tampoco se aprende a vivir en sociedad siguiendo un manual político. Oakeshott nos recuerda que la tradición es ese mar en el que todos estamos ya inmersos, aunque algunos intenten rediseñarlo desde la orilla.

Política de la Fe vs. Política del Escepticismo

El filósofo británico cristaliza dos polos fundamentales del pensamiento político moderno: la política de la fe y la política del escepticismo. La primera, inspirada en Francis Bacon, cree en la capacidad del gobierno para perfeccionar a la humanidad. La segunda, heredera de Hobbes y Maquiavelo, quienes defienden un Estado limitado que garantice el orden y las libertades sin intervenir en la vida interior de los ciudadanos.

Oakeshott no toma partido por ninguno de los polos. En cambio, propone una “moderación” o “apropiación” contextual, que evita los extremos ideológicos. Su objetivo no es ofrecer recetas políticas, sino clarificar el lenguaje político contemporáneo, que considera ambiguo y confuso. En este sentido, su obra es más una guía conceptual que una propuesta normativa.

Oakeshott rechaza la idea de que el Estado deba ser el agente del bien común. En su visión escéptica, el gobierno no debe involucrarse “con las almas de los hombres”. Esta postura se opone tanto al totalitarismo como al populismo, y defiende una concepción liberal del Estado como garante de libertades, no como promotor de fines colectivos.

La Política de la Fe (El Problema Actual)

La política de la fe es la que impulsa la expansión del Estado moderno. Se basa en la creencia racionalista de que los seres humanos se pueden diseñar y perfeccionar para la sociedad, a partir de un plan abstracto o una ideología universal (progreso, igualdad, justicia social, etc.).

Lo que podemos aprender sobre la situación actual es:

  • La Utopía como Justificación de la Dominación: La fe en un "bien" o "propósito universal" (salvación, ganancia, progreso, etc.) a menudo se convierte en la justificación moral para que el Estado imponga su voluntad sobre los individuos y sus esferas privadas. Si el Estado cree tener el plan para la "sociedad perfecta", cualquier ámbito privado que no se ajuste a ese plan es visto como un obstáculo a superar.
  • El Peligro del Racionalismo Constructivista: Oakeshott advierte que este enfoque ignora la complejidad de la vida humana y el conocimiento práctico inherente a las tradiciones y costumbres. Al intentar imponer un diseño desde cero, el Estado debe recurrir a la coerción para moldear la realidad a su imagen, lo que lleva inevitablemente a la tiranía o al totalitarismo, eliminando la libertad individual.
  • La Expansión del Gobierno como Herramienta de Perfección: La política de la fe ve al gobierno como una herramienta ilimitada para lograr su propósito universal. Esto explica por qué el Estado actual se siente legitimado para intervenir en la educación, la salud, la economía y hasta en las decisiones personales: todas estas esferas deben alinearse con el "gran propósito" del Estado.

La Política del Escepticismo (La Solución Propuesta por Oakeshott)

La política del escepticismo, por el contrario, surge de la conciencia de las limitaciones humanas y de la imposibilidad de alcanzar la perfección terrenal. No busca imponer un gran propósito, sino gestionar los asuntos de una comunidad que ya funciona según sus propias tradiciones y reglas evolucionadas.

Lo que podemos aprender como contrapeso a la dominación estatal:

  • El Estado como Árbitro, no como Gestor de Fines: El escepticismo sugiere que el papel legítimo del gobierno es el de un árbitro imparcial que mantiene las reglas de la interacción civil (societas), en lugar de un director de una empresa (universitas) con un propósito común. Su función es prevenir el daño y el conflicto arbitrario, no dictar cómo deben vivir las personas.
  • Valoración de la Esfera Privada y la Individualidad: Una postura escéptica protege la esfera privada como el lugar donde los individuos persiguen sus propios proyectos y concepciones de "vida buena". Reconoce la pluralidad de fines y valora la libertad individual frente a la imposición de un propósito colectivo.
  • Prudencia y Respeto por la Tradición: El escepticismo político nos enseña a ser prudentes con las reformas radicales y a respetar el conocimiento práctico y las instituciones que han evolucionado orgánicamente (como la ley común, la propiedad privada, la familia). Estos elementos actúan como contrapesos naturales a la extralimitación del poder estatal.
  • Los Límites del Poder: La política del escepticismo fomenta la sospecha hacia cualquier concentración de poder que pretenda "llegar a todas partes". Nos recuerda que la política es, en el mejor de los casos, una actividad necesaria pero limitada, diseñada para permitir que la vida no política (la vida privada, la cultura, las relaciones personales) florezca sin interferencias indebidas.

Conclusión para Hoy

En las sociedades actuales, el pensamiento de Oakeshott nos advierte que la expansión del Estado hacia esferas privadas es una manifestación de la peligrosa "política de la fe". La lección clave es que debemos adoptar una postura escéptica ante cualquier proyecto político que prometa la utopía o la perfección social, y defender un modelo de gobierno limitado que respete la complejidad de la tradición y la libertad de los individuos para vivir sus propias vidas.

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[1] Profesor de la Universidad de los Andes adscrito al Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la ULA Mérida.

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