América Latina y el Caribe es un importante actor de la agricultura mundial: entre 2022 y 2024, representó el 13% del valor neto de la producción agrícola y pesquera
y 25% de las exportaciones totales del mundo. Pese a tener recursos naturales y capacidades para satisfacer sus propias necesidades de alimentos y proveer a otras regiones con una producción sostenible, el comercio entre países de la región es inferior a 15%.
La FAO busca que las micro y pequeñas y medianas empresas, especialmente las del sector agroalimentario, puedan desarrollar su potencial mediante la creación de capacidades, la búsqueda de oportunidades comerciales y el apoyo a los países en la generación de datos y políticas orientadas a acelerar los cambios para que la región pueda crecer en los mercados mundiales de forma sostenible.
En ese contexto, se desarrolló la XI edición de las Ruedas Virtuales de Negocios de las Cadenas Agroalimentarias con la participación de más de 550 empresas, de las que 78% son startups o mipymes.
¿Qué herramienta tiene FAO para que las mipymes agroalimentarias de la región puedan insertarse en los mercados internacionales de manera competitiva y sostenible?
Las mipymes agroalimentarias de la región tienen un potencial enorme. Una herramienta referida a la generación de oportunidades son las Ruedas Virtuales de Negocios de las Cadenas Agroalimentarias, una iniciativa que la FAO impulsa junto al Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA) y Secretaría Ejecutiva del Consejo Agropecuario (SECAC).
Se trata de un encuentro de negocios virtual que promueve los vínculos comerciales y las redes de negocios de pequeños y medianos productores agrícolas y comercializadoras de productos del sector agroalimentario de la región, a la que también asisten empresas de servicios asociados. Este proyecto se lanzó en 2020 y desde entonces se han realizado ediciones semestrales en las que han participado más de 6 000 empresas de 25 países comercializando sus productos. En las primeras 11 ediciones se contabilizan intenciones de negocios por un total acumulado de más de 270 millones de USD.
En esas reuniones han participado compradores principalmente de la región, pero también de Europa, Estados Unidos y Asia. Entonces, lo que nos indica esta experiencia de las Ruedas Virtuales es que las mipymes agroalimentarias de la región tienen la capacidad de escalar su operación, salir a conquistar esos mercados y realizar negocios de gran volumen y de lo que nos hemos preocupado también es de capacitarlos, previo a la Ruedas, en los ICOTERMS, inteligencia de mercado, la manera de hacer negocios internacionales, sobre etiquetado, logística, posicionamiento de marca, etcétera, para que sean realmente aprovechadas por las mipymes.
En la última edición, logramos congregar 554 empresas participantes del sector agroalimentario, principalmente de productos primarios y sus derivados. Nos alegra, además, decir que este espacio de negocios pudimos contabilizar que un 34% de las empresas son dirigidas por mujeres y 43% están encabezadas por personas jóvenes, menores de 40 años. Es decir, no solo estamos hablando de oportunidades comerciales en el contexto internacional, sino que de una instancia niveladora de cancha, que se abre para dar oportunidades a las mujeres y los jóvenes como importantes motores de desarrollo en nuestra región.
Obviamente, hay que señalar que están todas las pymes invitadas a seguirnos en redes sociales para que se puedan inscribir en la XII versión que se realizará la última semana de agosto.
¿En qué rubro identifica que hay espacio para crecer en valor agregado?
Un ejemplo claro de un tipo de producción que puede incrementar su valor agregado es la del café. Aunque América Latina representa más de la mitad de la producción mundial de café (51 % en 2023) y la mayor parte del café se exporta (90%) y de ese café exportado el 99% lo hace en verde.
En ese rubro, sin embargo, las etapas más rentables de la cadena de valor como el tostado, el empaquetado y el etiquetado, están concentradas en los países importadores, que luego lo reexportan, lo que implica que los países productores terminan consumiendo productos de café procesado, importados a mayores precios desde los mismos países que al inicio del proceso eran importadores.
Aunque cada etapa agrega valor al producto final, es durante las fases de procesamiento y comercialización donde se concentra la mayor parte de este valor. Además, los costos logísticos como el transporte, el almacenamiento y la distribución inciden significativamente en los precios que paga el consumidor final. Es importante señalar que la transmisión de precios a lo largo de la cadena es desigual, lo que refleja desequilibrios estructurales y los caficultores suelen recibir solo una pequeña fracción del precio de venta final, por lo general inferior al 10 %.
Por eso hoy estamos trabajando en que la industria del café en América Latina pase de un modelo de extracción a uno que agregue mayor valor en las siguientes etapas de la cadena.
¿Cuáles son los principales desafíos que mantiene la región en materia de comercio?
La creciente complejidad y volatilidad de los mercados mundiales sugiere que la diversificación de las corrientes de mercado podría reforzar aún más la resiliencia que demostró la región durante la pandemia y los conflictos bélicos. Esto puede lograrse mediante una mejor integración del mercado interno y un mejor funcionamiento de las pequeñas y medianas empresas, lo que permitiría a las cooperativas y las explotaciones agrícolas familiares ampliar el comercio dentro de la región.
También estamos analizando la manera en que la región puede avanzar a la producción sostenible para mejorar su competitividad en el contexto mundial. Esto aparece con unos parámetros definidos, por ejemplo, en relación con el reglamento de no deforestación de Unión Europea que incide en una serie de sectores productivos entre los que destacan el café, el cacao, la soja, el aceite de palma, la carne de vacuno o la madera. Desde la FAO hemos volcado la capacidad técnica para recopilar evidencia de la mano de otros organismos de la región, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el al Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), para ponerla a disposición de los países y de los propios productores y exportadores.
¿Qué otra herramienta dispone la FAO para apoyar a las pymes en este camino hacia la internacionalización?
Nosotros venimos trabajando un programa de capacitación en comercio exterior, que se imparte a través de nuestra plataforma de aprendizaje FAO Campus y que, en este momento, se compone de tres cursos: Comercio Internacional y Agricultura; Comercio, Seguridad Alimentaria y Nutrición: y Promoción del Comercio Agroalimentario. Este último, en particular, está orientado a pymes que estén incursionando en el comercio internacional y está en pleno proceso de postulación para iniciar el próximo 30 de julio.
Estos cursos están disponibles tanto en español como en inglés y han demostrado ser una necesidad porque tenemos 3 700 matriculados de los que 1 450 ya han completado al menos uno de los programas.
En paralelo, estamos siempre buscando formas de acercar el conocimiento de la FAO en comercio y mercados a quienes lo necesitan para desarrollar su negocio. Por eso lanzamos dos publicaciones inspiradas en las necesidades reales de las pymes, con mucho pragmatismo. La primera es la Guía de Exportación que contiene los conceptos y los datos prácticos para sortear los procesos de colocar productos en el extranjero, que puede resultar abrumador para alguien que nunca lo ha hecho. La idea es que puedan ahorrar tiempo, energía y hasta recursos con los antecedentes reunidos en ese documento.
La segunda publicación relevante es la de Oportunidades en el Comercio Intrarregional, que analiza el estado del comercio intrarregional de productos agroalimentarios (productos agrícolas y pesqueros) en América Latina y el Caribe, sus alcances y limitaciones, y realiza recomendaciones para aprovechar posibles oportunidades de expansión y superar obstáculos existentes.
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