Narciso en los tiempos de Instagram |
Escrito por Ernesto A. Fuenmayor |
Martes, 28 de Enero de 2020 00:00 |
Las interacciones ya no exigen que compartamos un mismo espacio y ni siquiera necesitan del lenguaje: los estímulos en forma de likes son una novedosa fuente de satisfacción, y aunque su dinámica es indudablemente superficial, la posibilidad de recibir cientos de estos pequeños gestos de aprobación hace que el individuo sienta una inmensa atracción hacia ellos. El egocentrismo y la sociabilidad que nos caracterizan consiguieron su nirvana. Instagram y Facebook nos han permitido celebrar nuestras actividades cotidianas frente a un público digital multitudinario, y efectivamente son millones los usuarios que documentan y publican su intimidad, convencidos, por alguna elusiva razón, de que la rutina de ejercicios que decidieron realizar es de interés público. Estos portales han sido extremadamente efectivos en satisfacer la demanda de atención, han hipertrofiado el flujo de los estímulos sociales, con lo cual el individuo difícilmente puede resistir la tentación de dejarse llevar por esa corriente delikes, shares y comentarios. Cada una de esas notificaciones garantiza la liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado al placer, y el riesgo de adicción es considerable. Es bien conocido el mito de Narciso: un joven de buena apariencia que rechazaba arrogantemente a sus enamoradas es condenado por la diosa Némesis a obsesionarse con su propia imagen. Quedaría entonces embelesado por su reflejo en el agua, hipnotizado por su propia belleza, hasta que en su desesperación se suicida ahogándose en el lago. ¿No está igualmente preso de su imagen el usuario que compulsivamente busca público y aprobación en el mundo digital? ¿No está cayendo víctima del egocentrismo aquel que ha decidido hacer de su vida íntima un teatro? La condena de Némesis es reemplazada por un algoritmo diseñado para exacerbar el consumo de contenido, así como por la posibilidad artificial de estar en constante interacción con otros. La inflamación del ego y nuestros impulsos de mamífero social nos hacen presa fácil; quedamos idiotizados frente a nuestra imagen, ya no reflejada en el lago, sino en una pantalla portátil. Por supuesto, esta solo es una cara de la moneda. Instagram y Facebook no son más que bases de datos interactivas, definidas por algoritmos que le dan al usuario más del contenido con el que este interactúa. Esto significa que con un esfuerzo activo, el usuario puede curar su feed de manera tal que este se convierta en una fuente de información útil, según sus intereses: nutrición, ciencia, viajes, arte, paisajes, historia, humor y demás. Los portales serían entonces un acceso a contenido que nos permitiría diversificar nuestro conocimiento de aquellos temas que nos fascinan y conmueven. Nuestros hábitos nos hacen y deshacen. El usuario promedio de Instagram usa la aplicación casi una hora diaria, una cantidad de tiempo que al invertirse en el consumo de contenido constructivo prometería acercarnos a una realidad repleta de seres humano más integrales, cultivados e informados. Es casi trágico observar como a pesar de estar rodeado de una realidad tan compleja y mística, el individuo insiste en enfocar su atención en su propia imagen e identidad, tan intrínsecamente insustanciales. No es difícil imaginar por qué Narciso entró en desesperación al verse únicamente confrontado con su rostro. La monotonía nos saca de quicio. Necesitamos cambios, diversidad de estímulos. Y he ahí el gran riesgo del egocentrismo digital: el embelesamiento con la propia imagen no se desarrolla frente a la unidimensionalidad de un pozo, sino frente a una pantalla interactiva que nos permite diversificar la manera en la que nos documentamos y celebramos. Quizás no terminemos en el fondo del pozo, pero ¿qué tanto mejor es una vida dedicada a la monomanía egocéntrica? Por amor a todo lo que es bueno, olvídate un rato de ti mismo y sal a caminar. Mira a los árboles, llama a tu mamá. A nadie le interesa cuál plato de sushi decidiste engullir, y si a alguien le llegase a interesar, esta persona necesita aumentar sus expectativas. Superar esa fascinación que se tiene por uno mismo promete enriquecer nuestro mundo y ampliar nuestros horizontes. Olvidarnos de nosotros un rato es, paradójicamente, el mayor favor que podemos hacernos. |
César Pérez Vivas presentó a jóvenes de la UCV su plan "Sueño Posible"Este martes, el candidato a las elecciones primarias, César Pérez Vivas, sostuvo un encuentro con la comunidad universitaria |
Plataforma Unitaria Internacional instala capítulos en México, Brasil y AlemaniaPlataforma Unitaria Democrática de Venezuela instaló Comisión Internacional en México, Brasil y Alemania, este miércoles 7 de junio, |
Millones de venezolanos viven en desiertos de noticiasEl Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela (IPYS Venezuela) actualizó su estudio “Atlas del silencio”, |
Benjamín Scharifker dictó cátedra en la puerta de la USBEl exrector de la universidad Simón Bolívar Bolívar y de la Universidad Metropolitana, profesor Benjamín Scharifker, |
Capi: ¡Morrales que inspiran!Capi es una corporación fundada en 1971 por un emigrante argentino, el profesor Marcos Ricardo Rabinovich quien arribó a Venezuela en 1959 |
Reglas básicas para supervisar el home office y evitar los excesosPara adoptar el teletrabajo de manera eficiente y no caer presa de malas prácticas, debemos tener en cuenta: |
Con Rusia hay que negociarLa voladura de la represa y la central hidroeléctrica de Nova Kajovka, al sur de Ucrania, |
Batalla naval del lago de Maracaibo (1823): la gran estrategiaLa Guerra de Independencia “acabó” en la Batalla de San Félix en 1817. Luego “acabó” en Boyacá en 1819. |
Cuando la vil mentira se encuentra con la verdadLos regímenes acentuados en el populismo se yerguen sobre la fantasía para desde ahí construir su mentira. |
PDVSA: un balance (Parte II)En los últimos 23 años la petrolera venezolana vendió decenas de sus activos en el exterior, sin rendir cuentas de los recursos obtenidos. |
Siganos en