La verdad refulge tras la estridencia
Escrito por Milagros Socorro (periodista)   
Domingo, 21 de Agosto de 2011 22:33

altLo que no se entiende es cómo se va a nacionalizar algo que ya es nacional. Qué sentido puede tener una ley "para nacionalizar la explotación del oro"

si el Estado venezolano hizo esa diligencia en 1965 (y, a partir de 1977, el Ejecutivo se reservó todos los derechos de extracción y obtención de oro, con lo que las actividades de productores independientes y de libre aprovechamiento fueron relegadas a la ilegalidad).

Después de 12 años de hegemonía y pésimo manejo del recurso aurífero, Chávez ha caído en cuenta de que el recurso oro no crece en lingotes en la naturaleza, sino que necesita un proceso de exploración, extracción y severos sistemas de control en toda la operación. Y la gran mayoría de los yacimientos auríferos están siendo explotados fuera de los controles del Estado, que está obligado a supervisar la producción y a favorecer la tecnificación.

En materia de exploración hace muchos años que aquí no se hace nada. Simplemente, no se explora. La empresa minera rusocanadiense Rusoro Mining Ltd., la mayor exportadora de oro que opera en Venezuela, dice que explora, pero no es cierto.

La actividad industrial vinculada con el oro de Guayana no se ha actualizado, desde el punto de vista técnico. Los procesos geológicos, mineros y metalúrgicos no se ajustan a los requerimientos modernos, aun cuando hay equipos de reciente instalación que son, sin embargo, obsoletos.

En la faena metalúrgica no se están aplicando los procesos de mayor eficiencia. Del pasado perviven dos grandes métodos de obtención de oro: uno es el mercurio, que está prohibido y se sigue aplicando sin barrera ni disimulo; y el otro es por cianuración con precipitación del oro con zinc (el proceso MerrillCrowe) de principios del siglo XX, que utiliza Minerven, por ejemplo. La tecnología más novedosa apunta al carbón activado... y, claro, este no se usa en Venezuela, con la excepción de algunos pequeños ensayos.

Chávez dice que va a nacionalizar el oro por vía de la Habilitante, porque no puede "permitir que se lo sigan llevando", pero omite que no ha hecho absolutamente nada para impedir el desastre que campea en las zonas auríferos de Venezuela. Las condiciones de producción de Minerven, que es la empresa del Estado, son más que precarias: prácticamente está parada por falta de repuestos; y de acuerdo con las declaraciones de los sindicatos, no les ha pagado completo a los trabajadores.

Nos podemos imaginar cómo será su observación de las medidas ambientales.

Cuando se hizo el estudio para instalar la mina y la planta de Minerven, en 1978, el oro estaba en el rango de 300 dólares la onza, y la empresa era altamente rentable. En la actualidad, con el oro a 1.800 dólares, Minerven no tiene para honrar la nómina, reponer equipos ni comprar repuestos.

El Estado tiene que subsidiarla.

No hay que ser demasiado agudo para concluir que en Minerven ha habido una corrupción administrativa de dimensiones colosales y un manejo técnico que podría estar entre los peores de la historia de la humanidad.

Pero eso no es lo peor. El área de concesiones de Minerven, que ocupa alrededor de 6.000 hectáreas, está siendo utilizada por pequeños mineros con permiso para explorar parcelas de 5 hectáreas. Desde luego, estos mineros deberían recibir asistencia técnica de Minerven o del Estado por otros canales. Pero como no es así, el minero queda solo, librado a mil dificultades y a la irregularidad. De manera que ante los ojos de Minerven y del Estado se practica, en concesiones de la república, una extracción viciada de ilegalidad.

Para separar el mineral de la roca donde está contenido, los pequeños mineros que rapiñan las quebradas usan mercurio, que al reducirse a vapor (para obtener la esponja de oro), es respirado con las consecuencias que cabe imaginar; y también lo absorben los animales, la vegetación, la tierra y las aguas. Eso está prohibido por la ley vigente, pero como no hay control y el precio del oro es tan alto, muchos se arriesgan.

Las empresas que operan en Guayana tienen su propia actividad, pero también compran a los pequeños mineros. Rusoro miente también cuando asegura que está transfiriendo tecnología a los pequeños mineros. La verdad es que se limitan a financiar a los pequeños mineros y, una vez comprometidos con esta prenda, estos les venden el oro que extraen con sus propios y nefastos métodos. Esto está a la vista del país, del mundo y del gobierno de Chávez.

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