Emanciparnos de qué y cómo
Escrito por Abraham Gómez R.   
Jueves, 04 de Agosto de 2011 03:38

altEstamos obligados a emanciparnos de los pensamientos alienantes; con mucha más razón cuando sabemos que en el tramo civilizacional que transcurre se asume el conocimiento ya prácticamente como un "factor de producción"



¿Llegaremos, alcanzaremos a ser una Venezuela íntegra? Fuimos siempre tan jóvenes, tan a punto de adquirir carácter, rasgos decisivos, nitidez, que nos acecha el riesgo de continuar siendo una incesante acumulación de fragmentos, de parcialidades sin integración...".

José Balza. Pensar a Venezuela, pág. 6

Cada vez se hace menos pronunciable el discurso socio-político dominante. Las palabras comunes con las que quisiéramos intentar definir las cosas, o por lo menos irlas llamando por sus nombres, se han vuelto vacías. Los códigos lingüísticos han variado y corren a contrapelo de la realidad. Acaso no nos ha sucedido que aunque lo perceptible esté muy cerca de nosotros como para juzgarlo, la retórica oficializada tuerce los significados y te los hace saber distintos. Por eso los enunciados en su mayoría son falsos. Nos queda la sensación de que hay que aprender de nuevo a pensar y a escribir. Pareciera que "las respuestas no siguen a las preguntas, el saber no sigue a la duda y las soluciones no siguen a los problemas" (Larrosa, dixit). El uso indiscriminado de los vocablos no sería tan grave si estos no fueran instrumentos para llegar a conocer, analizar e interpretar la realidad. Los significados de las palabras son senderos abiertos para conocer el mundo. De todos es bastante conocido que cada término tiene una curiosa historia y algunas veces un inmenso caudal de relatos adquiere cierta síntesis en un único étimo. Así también decimos que una palabra embadurnada, para que diga lo que no le corresponde, constituye un camino oculto o riesgoso.

La descripción anterior viene a cuento porque escuchamos en los disímiles escenarios que monta "el proceso" que nos encontramos en una interesante etapa de emancipación. Que es como decir: hay una acción para quedar liberados de un poder o procurarnos independencia frente a algo. Prestemos atención al término mancipium que es una herencia idiomática legada por el latín. Define toda cosa tomada, agarrada de la mano. Sostenida con fuerza; ejerciendo sobre ella cualquier símbolo que represente autoridad. No es necesario profundizar en discusiones intelectuales de alto nivel para percatarnos de que las decisiones que se vienen dando en nuestro país a lo que menos apunta, precisamente, es a una emancipación: a desplazar hacia fuera, a desligarnos de las estructuras poderosas que nos tienen atrapados para imponer sus designios, ajenos a nuestra propia identidad. Comencemos por destacar el hecho de que nuestra cultura socio-política ha asumido una impronta civilista, que es un irreductible sustrato de paz. Pero ya no resulta sorprendente para los investigadores sociales la tipología militarista que caracteriza al actual régimen nacional. De nuevo, el poder político se encuentra una vez más en los cuarteles.

La verdadera emancipación debe comenzar por erradicar tales despropósitos. Estamos obligados a emanciparnos de los pensamientos alienantes; con mucha más razón cuando sabemos que en el tramo civilizacional que transcurre se asume el conocimiento ya prácticamente como un "factor de producción". Conocimientos que se construyen a partir de las confrontaciones de ideas; además, en las actuales y profundas transformaciones subyace la competitividad en tanto estrategia-medio para alcanzar los objetivos.

Emancipémonos, sí, de quienes se atreven a sostener que individuo y colectivo jamás serán convergentes-complementarios. Que son elementos mutuamente excluyentes. De esa manera de apreciar la realidad debemos emanciparnos.

De quienes ven malas palabras en expresiones tales como: libre albedrío, libertad de pensamiento y de acción. Porque para combatir las injusticias sociales y los desequilibrios obscenos de ningún modo hace falta anular al individuo.

Lacan les manifestaba a cada momento a los estudiantes del Mayo Francés de 1968: "Ah, ustedes ¿son revolucionarios? Muy bien. Pues, sepan que la revolución siempre está en busca de un amo. No se preocupen, lo van a encontrar".

Cómo cuesta después emanciparse de los amos.


(*) Tecnológico de Tucupita

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