Ser demócrata
Escrito por Gloria Cuenca   
Domingo, 26 de Julio de 2009 09:17

altSer demócrata no es tarea fácil. Hay que hacer una introspección para darse cuenta de que se está dentro de los parámetros de la democracia. Está de moda una sentencia, atribuida a Voltaire, el de la Ilustración, quien supuestamente decía, "no estoy de acuerdo con lo que piensas, pero daría mi vida para que sigas pensando como quieres". No sé si fue el gran enciclopedista el autor de la frase, pero si no lo hizo, merecía haberlo dicho. Nuestro amado país se encuentra en la encrucijada, entre democracia o dictadura totalitaria.

Existen una serie de aspectos que deberemos observar y analizar con detenimiento, producto de los aprendizajes que, seguramente, obtendremos de estos terribles años. Una primera enseñanza tiene que ver con la dificultad que significa la toma de decisiones política en democracia y la lentitud que conlleva el proceso democrático. Para nosotros, "medalaganarios e inmediatistas" esa lentitud y esa necesidad de conformar una verdadera opinión pública y más aún un auténtico sentimiento de opinión democrático, resulta en oportunidades desesperante, por el lento proceso al que obliga.

Ser conscientes de la democracia, sus virtudes y defectos, de la trascendencia de sus luchas e implicaciones es, en oportunidades, una tarea gigantesca.

Ser demócrata implica eso y más. También se requiere la toma de conciencia en torno a como es la conducta de quienes están adscritos a ideologías totalitarias, autoritarias y personalistas.

Abusan y se aprovechan de la democracia de manera infame e hipócrita. Mientras están en un régimen democrático, quienes piensan y actúan desde de los esquemas, nacional socialista, fascista y comunista, utilizan a su antojo, en forma manipuladora, y haciendo uso abusivo de los derechos humanos, la libertad de expresión y de prensa, la propiedad privada, la soberanía nacional, entre los muchos aspectos que las democracias representativas liberales pretenden cuidar.

Una vez en el poder, estos izquierdistas radicales, se transforman en unos monstruos retrógrados que aspiran a regresar a la edad de las cavernas y, a los procedimientos de la inquisición.

De allí la incoherencia vital. La disociación observada al analizar sus conductas. Dicen una cosa y hacen otra, no predican con el ejemplo. Actúan como robots y/o como esquizofrénicos con varias personalidades.

Fuente: Últimas Noticias


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