La estrategia de seguridad: Europa y América Latina marginadas
Escrito por Trino Márquez C. | X: @trinomarquezc   
Jueves, 11 de Diciembre de 2025 00:00

altEl documento Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, 2025 (National Security Strategy of the United States of America. November. 2025),

presentado hace pocos días por el presidente Donald Trump, constituye una clara reafirmación de algunos de los aspectos centrales que definieron su campaña cuando fue candidato y del primer año de su actual gobierno. Resume la consigna de Estados Unidos Primero (American First). Reafirma su concepción de que Estados Unidos tiene que ser la primera potencia mundial en el plano militar, tecnológico, económico y financiero. Supremacía que debe mantenerse, no por la estrecha y permanente colaboración de Estados Unidos con sus aliados tradicionales desde la Segunda Guerra Mundial –aquellos que lo acompañaron durante el largo período de la Guerra Fría- sino por logros particulares y el desprecio o la ignorancia consciente de sus antiguos socios.

En el documento, China surge como el principal enemigo estratégico, único capaz de disputarle a Estados Unidos el liderazgo mundial. En el enfrentamiento al modelo chino, no aparece la defensa de la democracia, los derechos humanos y la libertad, valores que Occidente ha defendido desde el surgimiento del mundo moderno, luego de la Ilustración y las revoluciones inglesa, francesa y norteamericana. Para Trump, esa discusión resulta banal e innecesaria. Lo mismo sucede con asuntos como el recalentamiento global, el medio ambiente y los derechos humanos.

Lo más significativo se reduce a ganar la carrera por el dominio de las tecnologías relacionadas con la inteligencia artificial (AI), la biotecnología y la tecnología cuántica, todas áreas de punta; combatir el narcotráfico, que envenena a los norteamericanos; y ubicarse a la cabeza de la tecnología militar para armar el ejército más poderoso, letal y temido de la Tierra. Trump cree en la paz, pero en la paz basada en el uso implacable de la fuerza.  

Europa resulta particularmente maltratada por un Trump soberbio que la desprecia. La acusa de ser un conjunto de naciones decadentes con dirigentes débiles, que permiten oleadas de inmigrantes ilegales provenientes de África. Esas masas fuera de control trasladan a los países europeos, costumbres y valores alejados de las tradiciones europeas, sin que los gobernantes les impongan restricciones que impidan la invasión silenciosa y sistemática. También la culpa de haberse aprovechado de la generosidad de Estados Unidos, encargado durante décadas de la defensa militar del continente europeo, frente a las –suponemos- potenciales agresiones que habrían podido perpetrarse desde los países del Este durante la época de tensión con la Unión Soviética y sus satélites.

En el rechazo a Europa, se filtra el escaso crédito que Trump le concede al multilateralismo. El mandatario estadounidense no siente ningún aprecio por la cooperación continua con las naciones que en el pasado enfrentaron  el peligro representado por el comunismo; con los países en los que se apoyó Estados Unidos para impedir que Sadam Huseín se apoderará de Kuwait; con las que se alió para evitar que la sangría de la guerra de los Balcanes se eternizara;  con las que discutió para que la Organización Mundial de Comercio (OMC) elaborara políticas arancelarias que le dieran orden y concierto al vertiginoso proceso de globalización, que estuvo aparejado con el avance de la informática, las telecomunicaciones y el acelerado intercambio comercial.  Trump pretende convertir Estados Unidos en un hegemón que sólo reconoce como pares a Xi Jinping y a Vladímir Putin, los hombres fuertes del planeta. El mundo tripolar. En realidad, bipolar porque la economía rusa es demasiado débil para competir con Estados Unidos y China.

América Latina aparece como el patio trasero. El backyard de Estados Unidos. En este campo no existen matices. Somos fichas que carecemos de importancia en el tablero mundial. Trump reedita la Doctrina Monroe sin escrúpulos. América para los americanos. Del continente deben salir China, Rusia e Irán. La región conforma una simple prolongación del territorio estadounidense. Configura una zona de protección y defensa de Estados Unidos. Hasta allí llega su papel. Ninguna referencia especial al importante papel que podrían desempeñar potencias emergentes como Brasil, México y Argentina en el contexto internacional.

El documento Estrategia de Seguridad Nacional sintetiza la forma como el gobierno de Donald Trump ve la reconfiguración estratégica del mapa mundial. En este despliegue, ni Europa ni América Latina ocupan ninguna posición relevante.

La prepotencia no representa un signo de sabiduría, sino de soberbia y, muchas veces, de majadería. Esperemos que Donald Trump, o al menos sus asesores, midan muy bien las consecuencias de sus acciones.

Nota bene: Esta es mi última columna por este año 2025. Me despido de ustedes hasta enero. Les deseo lo mejor en esta temporada decembrina. Un fuerte abrazo.


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