| De la palabra nacionalizadora |
| Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj |
| Lunes, 25 de Agosto de 2025 04:06 |
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Efectiva su aplicación a partir del primer día de enero de 1976, hoy pocos imaginan el colosal nivel de discusión y de pasión públicas que suscitó la sola intención de nacionalizar la industria petrolera venezolana. En los espacios más amplios, los partidos, los medios de comunicación social, las distintas expresiones de la sociedad civil, incluyendo a las más desorganizadas, intensificaron el debate que muy bien condensaron los senadores y diputados del extinto Congreso, y los múltiples aportes bibliográficos a los que obligó. Por supuesto, siendo necesario decirlo, que la dirigencia partidista estimuló y protagonizó una profunda polémica para la cual estuvo en buena medida preparada, añadida la academia que abría sus puertas para actualizar el más común de los sentidos. En los espacios más restringidos, a mediados de nuestro bachillerato, el liceo público fue un referente inevitable para extender los más contrastantes planteamientos, a favor o en rechazo del artículo 5° y las empresas mixtas. La ultraizquierda actuaba con sus consabidas tesis anti-imperialistas, intentando a todo trance la alteración del orden público. Por entonces, al fin y al cabo, el adolescente ingenuo que fuimos, adquiría con frecuencia, sin entenderlas en demasía, las revistas Resumen y SIC, enterándose de nombres como los de Gustavo Coronel y Alberto Quirós Corradi, procurando asistir a distintos foros, añadido los febriles del regañón Domingo Alberto Rangel, en la UCV o en el gremio de los periodistas. Es el mismo adolescente que preguntó e intentó asistir al debate parlamentario en cualquiera de los hemiciclos, sin saber que se requería de algún nexo partidista para los limitados palcos públicos del Capitolio Federal. No obstante, leyó y escuchó las versiones radiales del debate de senadores y diputados, impresionándole la intervención de Abdón Vivas Terán de quién muy poco o nada sabía; sobre todo – si mal no recordamos - escuchándolo personalmente, en un lugar cercano a la casa, llamado “La Lugareña”: al igual que los líderes sindicales, el novel parlamentario se había quitado el saco, aflojado la corbata, arremangada la camisa, para dar un encendido discurso nacionalizador. Época lejana, remota, distante, pero se nos antoja que fue ayer.
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