Phronesis: el arte antiguo de vivir con sentido práctico
Escrito por Douglas C. Ramírez Vera | @AccHumGremial   
Domingo, 21 de Diciembre de 2025 05:02

altEn tiempos donde la información nos desborda y las teorías parecen multiplicarse sin fin,

resulta refrescante volver la mirada hacia un concepto griego que no buscaba acumular datos, sino orientar la vida:

La phronesis. Traducida como prudencia o sabiduría práctica, fue pensada por Sócrates, Jenofonte, Platón y Aristóteles como una brújula para decidir bien en lo cotidiano.

De Sócrates a Jenofonte: la prudencia como vida útil

En los diálogos tempranos de Platón, Sócrates defendía que “la virtud es conocimiento”: quien entiende lo que es justo, necesariamente actúa bien. Jenofonte, más pragmático, llevó esa idea al terreno de la vida diaria. Para él, la phronesis no era un ejercicio abstracto, sino la capacidad de administrar la casa, liderar un ejército o incluso saber cuándo retirarse con dignidad. Prudencia significaba usar los bienes correctamente, dominar los propios deseos y reconocer el momento oportuno (eukairía).

Platón y Aristóteles: de la política al cálculo de medios

Platón elevó la phronesis al plano político: la virtud del gobernante que guía la ciudad hacia el Bien. Aristóteles, en cambio, la definió con precisión técnica: una disposición racional para deliberar sobre lo que conviene en cada situación. No se trata de ciencia eterna, sino de experiencia concreta. La prudencia, decía, no fija los fines, pero sí los medios adecuados para alcanzarlos. Sin ella, incluso las mejores intenciones pueden terminar en error.

Un saber práctico para hoy

La vigencia de la phronesis es evidente. En un mundo que premia la rapidez y la acumulación de logros, la prudencia invita a detenerse y calcular: ¿qué decisión mejora la vida propia y la de los demás? No es un saber reservado a filósofos, sino una destreza que se cultiva con experiencia, reflexión y dominio de sí mismo.

Podemos pensarla como una especie de “inteligencia aplicada”: saber usar lo que tenemos, reconocer nuestras limitaciones y actuar en el momento oportuno. En la gestión de un proyecto, en la política, en la vida personal, la phronesis sigue siendo ese puente entre valores y acciones.

Rescatar la prudencia frente al exceso de teoría

Hoy, cuando abundan discursos sobre productividad, éxito o felicidad, la tradición helenística nos recuerda que la verdadera sabiduría no consiste en acumular fórmulas, sino en aplicarlas con juicio. La phronesis es ese saber práctico que convierte la teoría en vida. No es un lujo intelectual, sino una necesidad cotidiana.

Quizás el desafío contemporáneo sea recuperar esta virtud como hábito: deliberar con calma, reconocer la oportunidad y actuar con equilibrio. En definitiva, rescatar la prudencia como arte de vivir.

Phronesis y Venezuela: la prudencia perdida en tiempos de crisis

Paradójicamente, Venezuela no ha vivido una guerra abierta en las últimas décadas. Sin embargo, el país enfrenta una devastación social y económica que ha expulsado a casi nueve millones de ciudadanos, una de las migraciones más grandes del mundo sin conflicto armado. La industria petrolera, que llegó a producir cerca de cuatro millones de barriles diarios, hoy apenas supera los 900 mil, y casi la mitad de esa producción se destina al pago de la deuda con China. El otro 10% se regala al régimen de Cuba como tributo a su ingeniería social.

El Producto Interno Bruto se ha reducido a apenas el 20% de lo que era en 2013, y la hiperinflación ha estado entre las tres más altas del planeta en los últimos veinte años. La expropiación de activos petroleros estadounidenses sin compensación ha dejado una deuda impaga de miles de millones de dólares. Todo esto configura un escenario donde la falta de phronesis —prudencia práctica en la gestión de los bienes y en la toma de decisiones políticas— se hace evidente.

La ausencia de prudencia en la conducción política

Jenofonte advertía que los bienes solo son riqueza si se saben usar. En Venezuela, los recursos naturales más abundantes se han convertido en lastre por la incapacidad de administrarlos con inteligencia práctica. Aristóteles insistía en que la prudencia requiere experiencia y deliberación sobre lo contingente. Aquí, las decisiones se han tomado con voluntarismo ideológico, sin cálculo de medios ni previsión de consecuencias.

La phronesis también es saber reconocer el momento oportuno (eukairía). En la política venezolana, las oportunidades de diversificar la economía, de negociar de manera pragmática con acreedores o de preservar la capacidad productiva se han desperdiciado. El resultado es un país que, sin guerra, ha sufrido una destrucción equivalente a la de un conflicto prolongado.

La prudencia como virtud pública

La crisis venezolana muestra lo que ocurre cuando la política se divorcia de la prudencia. La phronesis no es un lujo filosófico, sino una necesidad vital: saber usar los bienes, deliberar con sensatez, reconocer el momento oportuno y gobernar con dominio de sí mismo.

Si algo enseña la tradición helenística es que la prudencia no se improvisa. Se cultiva con experiencia, con apertura al diálogo y con la conciencia de que los recursos deben servir al bien común. Venezuela necesita recuperar esa virtud para transformar la riqueza potencial en bienestar real.

En definitiva, la phronesis es el saber práctico que puede marcar la diferencia entre un país que se hunde en la improvisación ideológica y uno que, aun en la adversidad, encuentra el camino hacia la reconstrucción y el progreso.

El Régimen vs USA: la prudencia como recurso perdido

El 28 de julio de 2024 marcó un punto de quiebre en la política venezolana. Con más del 70% de apoyo en el 80% de los votos validados, Edmundo González emergió como ganador de las elecciones presidenciales. Sin embargo, el régimen de Nicolás Maduro desconoció el resultado, profundizando la crisis de legitimidad. Desde entonces, el país vive en un juego de trincheras con Estados Unidos, que ha endurecido su postura: acusa al gobierno venezolano de ser un exportador clave de drogas hacia su territorio, de colaborar con grupos narco terroristas colombianos, con redes iraníes y con Hezbolá, además de servir como plataforma de influencia para China y Rusia en América Latina.

La respuesta estadounidense ha sido contundente: un bloqueo total de las costas venezolanas en el Caribe y la exigencia de renuncia inmediata de Maduro y del llamado Cartel de los Soles.

El juego de trincheras: cálculo y resistencia

El régimen venezolano, apoyado por Cuba, interpreta la situación como un pulso de resistencia. Cree que Donald Trump no se atreverá a intervenir militarmente por temor a bajas de soldados estadounidenses, el régimen juega a prolongar el tiempo hasta la salida de Donald Trump y Marco Rubio, esperando una administración demócrata que siempre ha sido más complaciente. En esta percepción alimenta la renuencia a abandonar el poder. Sin embargo, la capacidad militar venezolana es limitada: la dictadura cometió el error estratégico de no invertir en su propia seguridad, debilitando su posición frente a cualquier escenario bélico, solo pagó propagandistas y lobby.

La ausencia de phronesis en el poder venezolano

La estrategia del régimen muestra una carencia de prudencia práctica. Apostar a la inmovilidad, confiando en que Estados Unidos no actuará, es un cálculo frágil. La phronesis exigiría reconocer la precariedad militar, la magnitud del aislamiento internacional y el costo humano de prolongar la crisis, especialmente para el ciudadano de a pie, que recibe todos los costos internos y sin ningún beneficio de este juego de desgaste. En lugar de deliberar sobre medios que conduzcan a una salida negociada, el gobierno se aferra a una resistencia que multiplica el sufrimiento interno.

La phronesis como alternativa en el juego de poder

En un escenario de trincheras, la prudencia no significa rendición inmediata, sino capacidad de evaluar con realismo las opciones. Para el régimen, podría ser negociar garantías de salida que reduzcan el costo de la transición. Para la oposición y la comunidad internacional, la phronesis implica diseñar estrategias que combinen presión con incentivos, evitando que la confrontación derive en violencia masiva.

La lección helenística es clara: sin prudencia, incluso los actores más poderosos pueden errar en sus cálculos. La historia reciente de Venezuela es hoy un ejemplo de cómo la falta de phronesis convierte los recursos abundantes en debilidad, y cómo la política sin deliberación práctica conduce a un país sin guerra abierta, pero con una devastación equivalente.

La prudencia en la geopolítica internacional

El juego de trincheras entre Estados Unidos y el régimen de Maduro no sé si se resolverá solo con la fuerza. La phronesis es la virtud que falta en ambos lados: la capacidad de transformar valores en acciones útiles, de reconocer el momento oportuno y de actuar con equilibrio.

En definitiva, el país y su gente necesitan que la prudencia vuelva a ser el centro de la política. Sin ella, seguirá atrapado en trincheras que no conducen a la paz ni a la reconstrucción del bienestar.


[1] Profesor de la Universidad de los Andes adscrito al Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la ULA Mérida.

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