El Nacional-Populismo
Escrito por Ricardo Ciliberto Bustillos   
Lunes, 25 de Agosto de 2025 00:00

altSin duda, es un fenómeno en boga, aunque de vieja data.

En otras palabras, no es una primicia o una corriente política de estreno. Puede parecerse al nacional-socialismo, aquella doctrina sostenida por Adolfo Hitler, luego de la Primera Guerra Mundial. Sin lugar a dudas, son familia. Hasta primas, podría decirse, con algunas diferencias notables. Quizás, el nacionalismo germano fue más real, agresivo, desquiciado, embadurnado de un inmenso fervor cuasi religioso, mientras que el otro es toda una pose, bravucona, vanidosa y grotesca.

El nacional-populismo es una oferta que echa mano a un revoltijo de palabras inconexas con el propósito de convencer acerca unos objetivos inalcanzables que, desde un punto de vista electoral, podrían resultar atrayentes, cautivadores y oportunos. Además, con inusitada complacencia de millares de pobres e influyentes ricos, en sus inicios, sus planteamientos parecen honestos y democráticos. Luego, una vez en el gobierno, exhibe – sin rubor alguno – su talante autoritario

Muy lejos de ser una doctrina, carece, desde luego, de cualquier cuerpo programático y perfil ideológico. Se trata -entonces -de una especie de “guion”, adaptable a todo público, con total ausencia de consistentes fundamentos o propuesta responsable, y sin previsión de sus inevitables consecuencias que, por lo general, son todas perniciosas.

La división de la sociedad entre “nosotros” y “ellos”, buenos y malos, inocentes y culpables, compatriotas y enemigos, les sirve para amarrar a los más necesitados, siempre bajo la eterna promesa de un “paraíso” y de una reivindicación social que jamás de los jamases llegará.

Ya se ha dicho que la democracia y el nacional-populismo no congenian ni pueden andar juntos. Mal hábito de algunos “genios políticos”, que tratan de crear este híbrido inviable.

El afán por establecer una economía netamente distributiva y proteccionista, genera, como se ha demostrado hasta la saciedad, solo miseria, ausencia de mercado, cierre de empresas y fuentes de empleo.

El nacionalismo que predican se limita a gritonas arengas, tediosos discursos, extrema vocería altisonante y locuciones patrioteras y amenazantes. Si de verdad fueran tan nacionalistas, lo primero que deberían proteger es “a su pueblo” del hambre y la pobreza, entre otras cosas, no menos urgentes.

El nacional-populismo es una manifestación que se ha esparcido con mucho ahínco por todos los continentes. Hasta en los países más desarrollados y con democracias más arraigadas, da la impresión que han sido tocados por esta varita mágica llena de simplezas y expresiones edulcoradas. Todos sus comienzos son así y después vienen los arrepentimientos.

Algunos malhablados historiadores hacen referencia al general ateniense Pericles quien por su “Oración Fúnebre” ha sido tildado como el primer populista de la Antigüedad. Por supuesto que, más allá de esta temeraria afirmación, estos Pericles de nuevo cuño, si cupiese la comparación, se encuentran muy lejos de esta figura egregia de la Atenas del llamado Siglo de Oro. Sobre todo, por nuestros lares.
Finalmente, hay que tener mucho cuidado. El empeño de todos por construir una democracia robusta, moderna, útil y promotora de bienestar y progreso, no nos permite cometer nuevos errores o caer en injustificables desviaciones.

Tengamos presente que el nacional-populismo acecha inmisericordemente. Y no es, para aquellos que gustan tanto de la confrontación y el belicismo, una posición insípida y carente de praxis. Al contrario, se trata de una alerta, un aviso, para no perder la brújula en esta complicada coyuntura.


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