Ahora, liderazgo
Escrito por Ramón Guillermo Aveledo | @aveledounidad   
Miércoles, 30 de Julio de 2025 01:32

alt“En gran parte de la vida, pero especialmente en política exterior, una pregunta de tres palabras es crucial: ¿Pero después qué?”

Esa pregunta, cuenta en intelectual estadounidense George F. Will en artículo reciente, la hizo el almirante japonés Yamamoto cuando su gobierno le preguntó sobre la posibilidad para un ataque como el que se hizo en Pearl Harbor en diciembre de 1941. El bombardeo sorpresa a la base norteamericana fue un éxito pero Japón perdió la guerra, porque no midió adecuadamente sus consecuencias. 

La afirmación de Will, autor conservador de más de una veintena de libros y respetado articulista por más de medio siglo, vale en la política toda y como él mismo apunta “En gran parte de la vida”. Una decisión nunca puede tomarse sola. Siempre pensar la siguiente jugada, la propia y la ajena. La lógica es indiscutible y sin embargo, frecuentemente se actúa ignorándola, como apostador que juega al azar.

El liderazgo es cosa exigente, no me canso de insistir. Tony Blair, líder Laborista, Primer Ministro del Reino Unido de 1997 a 2007, escribió libro del tema, con “Lecciones para el Siglo XXI”. Para él, ningún líder exitoso que conociera lo logró solamente siendo un líder, sino con “trabajo duro, aplicación, estudiando minuciosamente el detalle, padeciendo antes de decidir, aprovechando sus dudas tanto como su confianza en sí mismo”. Más la curiosidad que es inconformidad con lo que se sabe e interés por conocer más y comprender mejor, mente abierta a lo nuevo, lo distinto, lo inesperado. 

La política -escribe- no se trata de hacer lo que la gente quiere. Claro que la meta es mejorar su vida, hacerla más feliz, en mejores condiciones de alcanzar sus sueños y aspiraciones. Pero eso no es lo mismo que complacer en cada momento, perseguir cada ola de opinión, “escanear las encuestas y actuar según ellas, estar de acuerdo con cada demanda en vez de evaluar su razonabilidad, medir la validez de un punto de vista por la vehemencia con la cual fue expresado”.

El líder –sostiene- debe ofrecer a la gente lo que necesita y no simplemente lo que quiere. Seguir la corriente no es conducir. Para eso, siempre le hará falta un plan, que no es una colección de objetivos deseables o de visiones presuntuosas. Es una hoja de ruta lógica, práctica y ajustable según las circunstancias lo demanden. Quien se plantee como plan una anticipación gloriosa de su biografía no es líder, no pasa de la fantasía narcisista. 

El líder no es infalible. Quien se lo cree tarde o temprano, fracasa. Como toda persona, los líderes se equivocan. Los grandes se dan cuenta, asumen el error y aprenden de él. Errar es humano y rectificar es de sabios (y de sabias), son dichos tan viejos como verdaderos.

Acaba de pasar otra elección, la municipal, un mes atrás fueron las de Asamblea Nacional, gobernadores y consejos legislativos y un año antes la presidencial, cuyo saldo de frustración late en nosotros. Que estas reflexiones sean de utilidad para nuestros líderes y para quienes aspiran serlo.   


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