De los sueldos y otros asuntos universitarios
Escrito por William Anseume | X: @WilliamAnseumeB   
Viernes, 29 de Abril de 2022 05:19

altEl problema laboral en las universidades se torna cada día más complicado.

Esto por más que profesores y alumnos tengan la mejor disposición y entrega en el ánimo diario. La imposición autoritaria ha sido la constante en estos más de veinte años de opresión nacional que, por supuesto, incluye al trabajador. A pesar de la presencia de la Organización Internacional del Trabajo por estos días en Caracas, con su amenaza en la maleta de expulsar a Venezuela de este ente, ninguna seguridad existe de enmienda alguna. Hay que reconocer que la OIT logró la liberación de un preso político y ya esto es valioso, valiosísimo. 

El ejemplo más cercano y notable a la mano, a mi mano, es la universidad. Más de veinte años en los que no discuten sueldos, factores socioeconómicos ni condiciones laborales. Igual pasa con otros sectores, como la salud, el petróleo, las industrias basicas. Pero con las universidades se pasaron de maracas y tamboras. Crearon hace años un supuesto sindicato para imponer unas Convenciones Colectivas que fallecen antes de firmarlas. Han ofrecido en ellas viviendas, atención con electrodomésticos y otras tantas basuras imaginativas. La OIT señala en sus instrumentos, acuerdos firmados por los miembros, el problema de la sindicación libre. Expresamente coloca énfasis en que los sindicatos deben atender a la libertad humana de asociación y no deben ser, ni simulados, creación de los gobiernos. Pues eso en cuanto a las universidades se lo saltan con visión olímpica - de juego olímpico, con garrocha y todo.  

Lo peor: han generado y firmado cuatro convenciones colectivas impuestas al sector y en la aplicación de la última comenten disparates insuperables. Pagan unas tablas de sueldo conforme a la convención, al menos así fue en la USB, aprueban y pagan, generan constancias de trabajo con los nuevos sueldos una quincena, mientras en la otra anuncian que no era así, que en realidad era la mitad de lo pagado y oficializado materialmente. Entiendo que igual ocurrió en la UCV y otras tantas. Impusieron la Convención Colectiva que de única solo tiene la imposibilidad de que haya copia en el mundo. Por el anuncio y la aplicación del más evidente despido indirecto. 

Estos más de veinte años en las universidades han servido para acabar con toda la protección social: seguros médicos, de vida, de vivienda; cajas de ahorro y toda suerte de atención previa al trabajador y su familia. Los más regresivos derechos laborales están en Venezuela y muy seguramente en las universidades. Expropiaron todas las condiciones. Ah, pero quieren clases, quieren clases presenciales, quieren clases además de calidad. Esta situación ha ahondado la diáspora, indudablemente. Ya la universidad no es un trabajo sino que aplican un diseño de campo de concentración leve. Un experimento diario de como desarrollar la esclavitud moderna. Desde luego, nadie la soporta tranquilo. Allí están, a diario, las protestas. Ahí están los profesores, trabajadores y obreros universitarios dedicados a cualquier otra actividad la mayor parte de su tiempo. Dedicados a la sobrevivencia. 

Atacan también a sindicatos y gremios. Los afiliados pagan, porque les descuentan a través de esa abstracción denominada Plataforma Patria a donde se llevaron las nóminas universitarias sin preguntar a nadie, y las retienen largos meses. Juegan con el acabamiento de gremios y sindicatos. La extinción de la protección gremial y sindical y del derecho a la libre asociación. Su objetivo es que todos estemos, como el pensamiento único, alineados con un único y gran sindicato también impuesto por el régimen del terror. 

Así, el proyecto de liquidación de la institución universitaria, del concepto tradicional de universidad avanza firme. La única manera de atajarlo es deponer la ingenuidad política y universitaria. Son bichos crueles, malévolos. No se puede pactar con ellos. Una vez descubiertos, queda enfrentarlos discursivamente y en la acción diaria. Hasta que sobreviva quien aglutine más fortaleza. La universidad tiene gente e historia. Ellos tienen el poder. Necesario es vencerlos y torcer el rumbo de esta terrible destrucción institucional y de la destrucción del trabajo como fundamento del Estado, tal como lo es la educación, esto según nuestra Constitución Nacional. 


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