¿Legisladores antihistoria?
Escrito por Antonio José Monagas   
Viernes, 29 de Enero de 2010 01:18

altLa descabellada propuesta de ciertos legisladores merideños (a juro, por lo que significó el cuestionado “quino“ electoral con el cual fueron seleccionados el 23 de noviembre 2008), sobre el cambio de nombre a la ciudad de Mérida, por el de Cuicas o el de Libertador, es lo más insensato que puede ocurrírsele a quien puede vivir algún sentimiento de apego por la historia política que marcó la construcción del país desde la época en que sencillamente Venezuela era mera provincia de la Corona Española. Particularmente, si tan ridícula propuesta, según estos presuntos legisladores, a decir por sus credenciales como tales, es del “pueblo” cuyos desconocidos integrantes así han reclamado dicho cambio.

No obstante, habrá qué preguntarse ¿de cuál pueblo es dicha proposición? si todo hace ver que la susodicha pretensión tiene por idea servir de “cortina de humo” ante la crisis política que está viviendo el país por culpa de los exabruptos y torcidos del comandante–dictador y sus esbirros–caimacanes. Pero además, está el problema que significa la representación de la que se arrogan estos legisladores, la cual no es legítimamente demostrativa del clamor democrático que pregona la población merideña cuando demanda necesidades que, por vastas, siguen insatisfechas o ni siquiera atendidas por estos conspicuos miembros del Poder Legislativo merideño.

Quienes ocupan estos escaños del parlamento regional, actuando como vasallos del oficialismo, deberían asumir una conducta de respeto por la historia local y los valores de merideñidad antes de estar excusándose por tanta ineficacia mediante argucias que sólo dejan ver un abultado desconocimiento de historia, de política, de ciudadanía, de ética, de cultura, etc., de lo cual la Universidad seguramente se avergonzaría. ¿Por qué estos legisladores y quienes pudieran apoyar dicho anacronismo, no piensan en dejar de comer las típicas arepas de harina de trigo,  los ricos pastelitos merideños o la sabrosa chica de maíz ya que todo eso forma parte de la misma historia que estos personajes buscan negar aprovechándose de sectarias posiciones que usurpan desde el poder político?. O mejor aún. ¿Por qué no optan por cambiarse el nombre personal y lo sustituyen por designaciones que refieran raíces indígenas? Por ejemplo, Yavire (Cacique de la región Guayanesa) por Alexis; Prepocunate (Cacique de los indios garúanos) por Guido; Meregote (Cacique sucesor del jefe indio Maracay) por Rubén; Arichuna (de la tribu de los Jiraharas) por Marcos; y así el resto. Incluso, los apellidos. Pero si acaso así lo hicieran, entonces no sólo la oferta tendría base moral, sino que también fuera consistente con la idea de ponerle nombre diferente a todo. Aunque seguirían siendo legisladores de la antihistoria.


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