Cuando se pretende controlar una sociedad desde todos los aspectos, pasan cosas como las que han acontecido en los juegos de béisbol en Venezuela. Un espacio recreativo profundamente importante en el patrimonio intangible del venezolano sirve de vehículo para expresar una idea de protesta contra el Gobierno nacional que, entiendo, ya tarde se dio cuenta de que a golpes y con estrategias violentas es más lo que pierde que lo que gana, al menos en el estadio de la Universidad Central de Venezuela.
Yo diría que la famosa condición de ponchao del Presidente va más allá de su ineficiencia. Es cultural. Es que alguien que solicite al pueblo si no le han cortado la luz, salir a preguntar por qué no lo han hecho. Es alguien que dejó de leer al pueblo venezolano desde hace tiempo.

No deja de asombrarnos que se use como una excusa maravillosa, que además aguanta todo, todo lo relativo al llamado socialismo del siglo XXI. Es una excusa válida que aguanta, dependiendo de la naturaleza cultural del pueblo. El venezolano, sin embargo, ya lo ha demostrado en otras oportunidades, no se cuadra con un imperativo de sacrificio sin justificación y mucho menos a favor de un socialismo que, si bien al principio significó para él que le iba a dar algún beneficio, ahora significa esperar una eternidad para probar eso que llaman bienestar. Si para obtener bienestar un líder ya no tan simpático nos pide 100 años de sacrificio, el líder pierde.

Yo creo que Venezuela está despechada. El último amor que tuvo resultó ser el peor que ha tenido. Que despecho tan grande para el pueblo común, medio y extenso en Venezuela.

Socióloga

Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla