Al cumplirse 52 años del derrocamiento de la dictadura pérezjimenista el pasado 23 de enero, se le envió al pueblo un ardoroso mensaje unitario, en estos momentos aciagos para Venezuela. No solo se trata de la unidad de quienes representamos una alternativa distinta al oficialismo. Se trata de la unidad de todo el pueblo venezolano. No nos debemos dividir, ni permitir que nuestra alma se convierta en un surco que permita la siembra de la semilla de la discordia.

Mientras se fracture sentimentalmente al país, menos serán las posibilidades de salir adelante y aprovechar nuestras inmensas riquezas naturales, y sobre todo, poner al servicio de ese cambio positivo y de ese progreso que todos estamos anhelando, al recurso humano, al talento venezolano, a la juventud y los profesionales, quienes en alta cifra han tenido que tomar otros horizontes diferentes a nuestra Patria por las circunstancias de hostigamiento en que se vive en la actualidad.

Queremos reivindicar una democracia donde haya verdadera libertad de expresión y no se continúe amenazando a los medios como está ocurriendo, que no se apliquen una serie de reglamentos de manera tortuosa con la finalidad de influir, tanto en el ánimo de los medios televisivos, como impresos y emisoras de radio que también han sido víctimas de esta cacería gubernamental.

Pero lo más importante, es que hay un pueblo que se está manifestando, y ese pueblo, cuando asume una posición, no va a ser retenido. Ante la carnicería que el gobierno ha hecho en el Consejo Nacional Electoral, ante el derroche que se observó en la marcha oficialista, de miles de autobuses que le cuestan millones de bolívares al patrimonio nacional, frente al ventajismo y la política del terror, hay una sola consigna que es la unidad.

La unidad no solo debe ser una consigna, sino una actitud ante la vida, una definición de nosotros mismos. El gobierno puede hacer lo que desee, podrá intentar el escamoteo de nuestra victoria el próximo septiembre en las elecciones para la Asamblea Nacional. Todo depende de nosotros mismos, de la capacidad de unión de todos los sectores democráticos venezolanos, y si algún mensaje dejamos plasmado el pasado sábado 23 de enero ante la colectividad nacional, es precisamente el mensaje de la unidad.

En la grandiosa manifestación del pasado sábado estuvieron los nombres de Manuel Rosales, Richard Blanco, Oscar Pérez, los comisarios Henry Vivas, Iván Simonovis y Lázaro Forero, del periodista Gustavo Azócar, y de todos aquellos compatriotas en el exilio, de los millones de venezolanos quienes aspiran a que nosotros podamos abrir un camino sin confrontaciones, sin odios.

A los pobres se les debe sacar de abajo, y no se le pueden seguir dando migajas. Hay que darles la posibilidad de que salgan del rancho donde viven arrinconados con la pobreza, que puedan tener un empleo estable, disfrutar de servicios básicos. Después de once años de gobierno, es necesario que el presidente de la República le dé explicaciones a los venezolanos del porqué después de haber administrado más de 950 mil millones de dólares en este país que cuenta con inmensos recursos naturales, se producen interrupciones eléctricas y racionamientos de energía, falta de agua, el porqué después de haberle entrado al país miles de millones de dólares por concepto de la renta petrolera, hay tanta gente viviendo en la pobreza.

Este es un problema que venimos arrastrando desde hace años. Hubo una fórmula que ofreció el presidente de la República. El pueblo le dio la confianza, y hoy la gente que confió el él, no puede esconder su decepción. La gente tenía derecho a rectificar, y lo está haciendo ahora, y lo podrá hacer en las elecciones parlamentarias, no cuando vote a favor de un candidato de la oposición para derrotar al Gobierno, sino que vote por un candidato de la alternativa democrática, para garantizar un parlamento que de verdad controle al Poder Ejecutivo, que pueda evitar que el gobierno continúe regalando miles de millones de dólares al exterior, que evite utilizar la Asamblea Nacional para producir leyes absolutamente inconstitucionales, y sobre todo, para demostrar que sí es posible presentarles a todos los venezolanos, un plan alternativo de gobierno que haga posible el que tengamos una mejor educación, mejores sistemas de salud y sobre todo seguridad para esos millones de venezolanos que se levantan y se acuestan con la angustia de ser víctimas del hampa común.