Del viernes negro de LHC al viernes rojo de Chávez
Escrito por Pastor Heydra   
Jueves, 14 de Enero de 2010 07:47

altLa alocución realizada por Hugo Chávez el viernes 9 de enero, en la que anuncio la devaluación de la moneda, la cual pasó de Bs F 2,15 a Bs F 4,30, que no tienen nada que ver con la paridad que rigió en Venezuela por más de 20 años de Bs 4,30, pues es un incremento de 2.150 a 4.300 bolívares de aquellos, no tan débiles, tendrá efectos demoledores sobre la economía nacional y familiar, con severas repercusiones en el orden político y social.

Así ocurrió hace 27 años, con sus días, el 18 de febrero de 1983, cuando se concretó el denominado “Viernes Negro” en el gobierno de Luis Herrera que tomó medidas similares a las del “Viernes Rojo” de Chávez, que no solo le costaron la derrota en los comicios Presidenciales de diciembre de ese año, que ganó holgadamente Jaime Lusinchi; sino que fueron un aldabonazo que indicaba un desplome de la economía con efectos a corto y largo plazo, supuestamente invulnerable y también “blindada” ante las convulsiones mundiales; expresando signos inequívocos de fatiga de la experiencia demo-partidocrática, desdeñada por la clase dirigente.

Lo que provocó el “Viernes Negro” de LHC, fue muy similar a lo que acontece con este “Viernes Rojo” de Chávez, con algunas diferencias significativas, pues en aquel entonces se produjo una caída abrupta de los precios petroleros que hicieron que el Estado se declarara insolvente para pagar su deuda externa e interna y hubo fuga de capitales. Mientras que en estos momentos los precios del crudo están en un promedio de $ 65 por barril, de los cuales un tercio de los mismos, gracias al esquema de excedentes petroleros son manejados directamente por el presidente, sin leyes de presupuesto, ni controles que los regulen y el sistema financiero está en sus manos.

Ciertamente uno de los efectos inmediatos será una mayor cuota de bolívares que manejará el gobierno para alimentar subsidios, ayudas y dadivas sociales. Con el agravante que con el desorden y la incapacidad administrativa existente; la corrupción; la ineficiencia de las inversiones públicas como se expresa de manera clara en la crisis de electricidad y agua; la caída total de la producción nacional y del sector industrial, agropecuario y manufacturero privado; la existencia de una economía de puertos que depende de las exportaciones que suplen un 70 % de lo que se consume en el país; producirá inevitablemente mas inflación, alza del costo de la vida y desempleo. Las compras frenéticas de artículos importados el sábado, antes de que se disparen los precios, anuncian lo que se nos viene encima.

Paulatinamente, con el cuento de un “arroz con mango” indefinido llamado “socialismo del siglo XXI”, que no es otra cosa que una autocracia militarista y quien sabe hasta cuándo plebiscitaria, estamos llegando a los niveles de vida de Cuba, sin que esta nación tenga, ni por asomo, los potenciales humanos, energéticos e industriales instalados y deteriorados en la Venezuela de hoy.

Causa risa, por decir lo menos, las morisquetas de Chávez cuando habló de que en su gobierno jamás se devaluaría o que la situación actual se resuelve con una mayor productividad de las empresas, que su política acabó. O la supuesta alarma por que descubrió el gasto elevadísimo de dólares en importaciones de alimentos, que él inicio en 2002 cuando le otorgó, sin garantías,1.800 millones de dólares a Ricardo Fernández Berrueco para que resolviera el problema de abastecimiento, dando inicio a la creación de la “boliburguesía”, caída a menos por situaciones supremamente oscuras, aun no explicadas.

Quizá la mejor respuesta a esta salto del “Viernes Negro” de LHC al “Viernes Rojo” de Chávez, se la dio el ministro de Planificación, Jorge Giordani a la periodista Vanessa Davis del Canal 8, cuando esta le preguntó: ¿Hacia adónde vamos? Y este muy candoroso le respondió, “no sabemos hacia adónde vamos. Pero allá vamos”.

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