Este cronista está seguro, pues la historia así lo ha demostrado, aquí y en muchas partes del mundo, que no hay dictadura que no le salga su 23 de enero, y eso sucede cuando el pueblo se levanta, cansado de la demagogia, de las mentiras, de las promesas incumplidas, del despilfarro y de los abusos de poder por el control absoluto de las instituciones del Estado.

Pero se cansa más aun cuando un gobierno que llegó al poder utilizando las vías democráticas porque no había podido tomarlo por la fuerza de las armas, como sucedió con los cruentos pero fallidos golpes del 4 de febrero de 1992 y del 11 de noviembre de ese mismo año, pretende conculcarle la libertad, el sistema democrático, que tanto sudor, muertes y lágrimas le costaron a ese pueblo, como fueron las jornadas heroicas del 23 de enero de 1958.

Once años de desgobierno, comandado por el jefe de esa pelotera que se llama revolución bolivariana, que a su comienzo llenó de expectativas a la población, parecen estar llegando a su fin.

El comandante de la montonera, apoyado en unos descomunales ingresos petroleros producto de la subida de los precios del crudo ocasionado por la demanda de los países emergentes del Asia que le permitieron dar sus dádivas a esa parte muy numerosa de la población que logró manipular con su falso discurso de igualdad para todos, mientras él y sus corifeos vivían la vida loca, se está desinflando en su alta popularidad y viene en caída libre.

Se trata de dos gobiernos, el actual y el anterior, del mismo Presidente, de la más increíble anarquía y desastre gubernamental. Lo que nunca había sucedido en Venezuela, el colapso del servicio eléctrico anda con el moño suelto y Chávez no encuentra a quién culpar, porque no hay gobierno anterior que no sea el suyo. La gente ya está acostumbrada a acostarse y a levantarse sin luz, se les pierde la comida porque no hay neveras que resguarden nada. Los hospitales en estado de coma y las mujeres paren en las aceras de las maternidades, la inseguridad y el crimen se pavonean a lo largo y ancho del país, las escuelas son un verdadero desastre, las carreteras y los puentes del país en estado ruinoso, y mientras tanto, Chávez paseando por el mundo y regalando y resolviendo problemas a otros países. El pueblo se está levantando, Chávez.

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La Verdad