Le faltaron las que te conté. El país esperaba el descabezamiento de los implicados de la estafa a la nación con los bancos intervenidos. El culillo sigue presente. No sólo debía caer Jesse Chacón y su hermano. El superministro, el artífice de la mayor corrupción conocida, continúa vivo y con todo el poder, con mando dentro de las FFAA y mucho dinero para sostener su proyecto de chavistas sin Chávez. El otro, el intrigante desestabilizador, traficante de todo lo indebido, autor de conspiraciones y magnicidios, sibilino testaferro de los de la cuarta y ahora de la quinta, chantajista que ha utilizado el poder a favor de sus intereses personales y ambiciones insaciables, también debería estar entre los primeros caídos y encarcelados.

¿Qué será lo que saben Diosdado Cabello y José Vicente Rangel que inhiben a Chávez de terminar de dar la patada a la mesa? Las dudas promueven la especulación. ¿Será acaso la verdad de la renuncia que le fuera solicitada y la cual aceptó, tal como lo expresó Lucas? ¿O los negocios de compras de armas a los rusos iniciadas por Rangel cuando era ministro de la Defensa? ¿O la verdad cierta de la muerte del fiscal Danilo Ánderson? ¿Por qué no actúa, qué lo detiene? Expresar que cuando llegue la hora de dejar el poder todos caerán, que nadie salvará el pellejo como le sucedió a Pinochet, que no habrá distinción entre chavistas radicales y los conocidos como light o sin Chávez, es una manifestación del temor que le acecha por saber que todo lo que ha hecho en el poder ha causado un profundo daño moral, económico y político al país a través de acciones criminales en contra de quienes su pecado ha sido oponerse para evitar la tragedia que estamos viviendo, recibiendo un trato reservado a los peores enemigos.

Lo robaron en sus narices, casi que le quitan hasta sus interiores. Los dólares del petróleo facilitaron las corruptelas que se cometían en su entorno íntimo. Para impedir el pase de factura del pueblo, el que se aproxima, necesita muchos votos. Qué más oportuno que disfrazarse de líder anticorrupción y mandar a la cárcel a banqueros sin cuello ni corbata, que le robaron el dinero poniéndolo al descubierto y contra la pared. ¿No era más creíble liquidar también a Cabello y a Rangel?

(*): Abogado

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