Corrupción y división de poderes
Escrito por Vladimir Villegas   
Martes, 08 de Diciembre de 2009 06:27

alt¿Pudo haberse evitado el escándalo bancario que hoy ocupa buena parte de la atención y tensión ciudadana? Si las instituciones estuviesen funcionando como debe ser seguramente lo que eran cada vez más insistentes rumores sobre personajes con vara alta en el Gobierno que estaban haciendo de las suyas para enriquecerse de manera violenta, descarada y grosera, habrían sido debida y oportunamente investigados por todas las instancias que necesariamente debían tomar cartas en el asunto.



¿Eran absolutamente desconocidas en los más altos niveles, no sólo del Gobierno sino de todo el Estado las actividades de estos personajes que de repente aparecieron como potentados empresarios y banqueros? ¿Le cayó por sorpresa a todo el entramado institucional del país que unos pocos, con influencias derivadas de su condición de amigos, familiares, asociados o relacionados, estaban pasando de buenas a primeras a convertirse en "peces gordos"? Cuesta creerlo, ¿verdad? Y claro que cuesta creerlo porque no hay manera, sin la ayuda de métodos y maniobrillas que, por cierto, contribuyeron a hundir el viejo sistema puntofijista, de que un modesto empresario, y aún más, un humilde funcionario acumule ganancias de miles de millones de dólares en tiempo récord. Esto se puede hacer sólo en medio de una gran complicidad, activa o pasiva.

Es decir, con el apoyo del que puede mover palancas para ponerle la mano a apetitosos negocios, o con el silencio y el miedo del que prefiere mirar para otro lado antes que asumir la responsabilidad de emitir ese "grito ciudadano" al cual hacía alusión el Presidente en su programa del domingo pasado. 

Estoy seguro de que en el pasado no toda la dirigencia de AD y Copei estuvo involucrada en hechos de corrupción y lo mismo pienso en lo que se refiere al partido de gobierno, al PSUV. Pero en ambas situaciones, la del pasado verdiblanco, y la actual, la roja rojita, el miedo, la comprensible pero imperdonable tendencia de la mayoría honesta a taparse la nariz pero a guardar silencio frente a la fetidez de las acciones de unos cuantos vivos con palanca crearon un ambiente de impunidad que acabó descomponiendo al bipartidismo y pone al proceso liderado por Chávez en ese camino. 

Hay que reconocer que la justicia está actuando, aunque sea con demora. Los días por venir demostrarán si efectivamente la ley se aplicará con toda la rigurosidad a todos los responsables de esta y de otras situaciones reñidas con los preceptos que deben animar a un proceso de cambios en el cual se pregona el combate a fondo contra la corrupción, el nepotismo y el enriquecimiento basado en la especulación financiera.



La renuncia del ministro Jesse Chacón, haya sido por decisión propia como se anunció o a solicitud del propio jefe del Estado ­eso no es lo relevante­ es una buena señal. Pero, con todo y lo que implica, no es suficiente. La sociedad toda, de la cual forman parte chavistas, antichavistas, no alineados y otras categorías, espera y está a la expectativa. Lo ocurrido es lo suficientemente grave para exigir que el "caiga quien caiga" se haga realidad, más allá de las palabras y de algunas medidas judiciales. 

Y para que "caiga quien caiga" las instituciones tienen que funcionar. Y es allí donde cobra sentido una verdadera y transparente división de poderes para que cada uno de ellos cumpla libremente, sin la interferencia o la presión indebida de otro o de otros, su mandato.

Precisamente es la división y autonomía real de los poderes, y no lo contrario, la garantía de que los pillos con palanca no se sigan saliendo con las suyas.

El Nacional


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