Esta semana y utilizando como pretexto ese esperpento chavezoide llamado ALBA se dejaron caer por Caracas sin mostrar un milímetro de vergüenza los miembros del gobierno cubano en pleno. Vinieron a fijar la ruta. Mayor muestra de comemierdismo venezolano no se había visto en toda la historia de la república. No se requiere verlo rodeado de dos o tres anillos de seguridad importados directamente de Cuba. Ni oírlo hablar como si hubiera nacido en La Habana vieja. Se ha mimetizado hasta la parodia, demostrando ser el perfecto camaleón, algo así como Leonard Zelig, el personaje de las mil personalidades maravillosamente parodiado por Woody Allen. Si hubiera vivido en los tiempos de Juan Domingo Perón hablaría como un porteño flor y flor, que ni Carlos Gardel. Si pasara un mes con Lula volvería bailando samba. Un Pepe Carioca nacido en Sabaneta.

Lo cual no tendría la menor importancia si no fuera porque es, mal que nos pese y por espinoso que sea nuestro arrepentimiento, nada más y nada menos que el presidente de la república. Habiéndose convertido mientras ejercía el cargo en el piticubano perfecto: un pobre hombre sin atributos que ha chupado una idiosincrasia ajena y tanto se identifica con el padre prestado por don Ángel Castro, que jura y re jura haber sido parido por la doñita que trajo al mundo al propio Fidel.  De quien, pobre Venezuela, se cree para mayor INRI el propio hijo. ¿Tan insignificantes, repulsivos y odiosos serán los Chávez-Frías como para buscarse unos padres prestados?

Esta semana y utilizando como pretexto ese esperpento chavezoide llamado ALBA se dejaron caer por Caracas sin mostrar un milímetro de vergüenza los miembros del gobierno cubano en pleno. Vinieron a fijar la ruta. Mayor muestra de comemierdismo venezolano no se había visto en toda la historia de la república. Agravado porque el coprófago mayor es un uniformado, juró defender la Patria y honrar la bandera y sacrificar su vida antes que entregar la soberanía al invasor extranjero. Se la ha entregado llave en mano al sátrapa cubano. Sin disparar un tiro.

¿Qué estarían berreando los genuflexos de la asamblea, Saúl Ortega, Raúl Cabezas, Darío Vivas, la Cilia Flores y esa cáfila de comemierdas profesionales que deshonran y maculan lo que en el pasado fuera un templo de integridad y decencia si el gabinete norteamericano en pleno se presentara en Bogotá y sesionara junto al gabinete de Álvaro Uribe en el Palacio Nariño, exactamente como lo hace el gabinete cubano dictando la línea en el mero despacho presidencial?

Sorprende e impresiona que Álvaro Uribe no le exija a la OEA explicaciones por esta monstruosa muestra de sometimiento y esclavitud, comparada con la cual la presencia de doscientos cincuenta soldados norteamericanos en Colombia es una burusa insignificante. Sesenta mil funcionarios que les deben obediencia a esos ministros en visita deciden de áreas venezolanas tan estratégicas como quien tiene derecho a un pasaporte y quien no, a quién se le da una Cédula y quien debe vivir como un paria.

Y los comemierdas rojo rojitos tienen la desfachatez de meterse con el noble pueblo colombiano y exigirle a los millones de colombo-venezolanos que pueblan nuestros pueblos y ciudades desaparezcan de nuestras barriadas “por razones de soberanía”.

Faltarán faroles. Faltarán…