Imposible seguir tolerando
Escrito por Oswaldo Álvarez Paz | X: @osalpaz   
Lunes, 16 de Noviembre de 2009 06:20

altYa no hay nada oculto en la vida pública venezolana. Todos los límites que imponen la decencia, el sentido común, el amor a la patria, el respeto a los ciudadanos y el estricto apego a la Constitución que debe mantener todo gobernante, están desbordados. Repetiré de nuevo que la peor tragedia de una nación es que su Presidente deje de ser instrumento para resolver problemas y se convierta en el problema mayor que esa nación tiene que resolver.

Hugo Chávez avanza y retrocede. A veces trata de disimular su responsabilidad, pero no puede. Hipocresía, mentira, arrogancia, cinismo y corrupción marcan su siempre megalómana personalidad. Solo a un auténtico vende patria se le ocurre colocar a los venezolanos al borde de una guerra fraticida con los colombianos. Este señor trabaja activamente en dirección radicalmente contraria a los intereses nacionales. Tanto en lo político como en lo militar, en lo económico y financiero o en lo simplemente social. En definitiva empuja a Venezuela a una confrontación consigo misma más que contra Colombia o Estados Unidos, en el empeño por destruir la República y sustituirla por un estado socialista a la cubana que la mayoría rechaza. El país sufre de miedo derivado de la creciente incertidumbre que liquida la paz. Aunque no hay guerra declarada, este señor acabó con la serenidad necesaria para que la vida transcurra normalmente.

No hay secretos eternos. Nada se puede ejecutar sin que se sepan las verdaderas razones, pero no nos sirve quejarnos cultivando un mar de lamentaciones que justifican la inacción para la búsqueda de soluciones definitivas. Lo cierto es que en la Venezuela de hoy están en peligro la libertad y la existencia misma. Si queremos conservar lo mucho o poco que nos va quedando, la vida, la familia, el derecho a trabajar en paz, este país tiene que despertar y reaccionar, como hace unos años lo planteo Juan Pablo II. Venezuela está en manos de un hombre enloquecido que ha llegado a creerse el disfraz de cada día. Ya no sabe si es él o uno de sus ropajes. Nuestra obligación es actuar antes de que la tragedia se muestre en toda su estatura y la situación se haga irreversible, o nos obligue a luchar de manera desesperada.

Pero, un grave error seria continuar confundiendo democracia con elecciones sin entender la verdadera naturaleza del régimen, cerrando los ojos ante la realidad que nos arropa. Las elecciones son un instrumento de la democracia. No es el único, ni siquiera el más importante. Además, no se trata de un simple juego de mayorías y minorías. El problema es mucho más cualitativo que cuantitativo. Se trata de principios y valores sin los cuales no hay democracia ni patria. A veces siento que en muchos de esos llamados a la unidad se teje una complicidad que invita a “un viaje hacia ninguna parte”. Imposible tolerar, en su nombre, errores graves de conducción. Omisiones extrañas frente a problemas dramáticos, como los de la frontera.


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