¿Una mamadera de gallo?
Escrito por Jesús Seguías   
Domingo, 15 de Noviembre de 2009 10:40

alt¿Será que le entendimos bien, señor presidente? Usted convocó a todos los venezolanos para que nos vayamos preparando para la guerra con Colombia porque ya están organizando una agresión imperialista contra Venezuela.

También nos dice que Estados Unidos es “el dueño del circo”. Que ellos son los que están detrás de todo esto, y para su estrategia utilizan como tontos útiles a los colombianos, porque en el fondo lo que quieren es poner fin a la revolución venezolana  y dominar de nuevo a nuestra patria.

Ayúdennos a entender bien, presidente ¿Los venezolanos debemos prepararnos para una guerra contra los Estados Unidos? ¿Es que usted nos está mamando gallo? Definitivamente, creo que usted no está hablando en serio porque usted sabe que en menos de 24 horas seríamos pulverizados por la maquinaria militar del “imperio”, y convertirían en chatarra todo el armamento convencional que le compró en mala hora a los rusos (y con la misma ingenuidad que lo hicieron los árabes durante muchos años en su guerra contra Israel y USA). Y ni hablemos del ejército colombiano, porque –como bien dijo Domingo Alberto Rangel- mientras en Venezuela sólo hablamos de la guerra, en Colombia tienen años haciéndola.
Además usted sabe que Estados Unidos no necesita el territorio colombiano para agredir a Venezuela ¿O ignora la capacidad de movilización de las flotas militares estadounidenses donde quiera que se encuentre el enemigo?

Pero vayamos más allá ¿qué razones tendrían los Estados Unidos para invadirnos en pleno siglo XXI? ¿Para quitarnos nuestro petróleo? Es absurdo. Usted le entrega a los Estados Unidos todo el petróleo que piden y a precios especulativos. Argumento descartado.

Asumir las consecuencias
Pero usted tiene razón en algo: Las bases militares gringas en territorio colombiano no sólo tienen el propósito de brindar apoyo militar a los colombianos en su guerra contra la narcoguerrilla sino estar alertas ante un vecino que viene gastando fortunas en armas aprovechando sus cuantiosos ingresos petroleros (tal como lo hizo Saddam Hussein ayer) y que ha metido sus narices como le ha dado la gana en los asuntos internos de Colombia y en todos los demás países de Latinoamérica ¿Qué esperaba usted a cambio, presidente? ¿Que nadie reaccionara y cayeran por pendejos ante sus inocultables intenciones expansionistas?

Pues bien, estamos viendo las consecuencias de una política internacional desacertada, delirante y peligrosa. Algún día tenían que reaccionar. Usted, presidente, debe aprender la máxima de la madurez: abrir la brecha. Debe saber que toda acción genera una reacción. Es un principio de la vida, de la naturaleza misma. Y también debe saber que quien toma la punta de una vara, automáticamente está tomando la otra punta. Es decir, debe asumir las consecuencias de sus acciones y no tratar de endosarlas a los demás. Por eso, es irresponsable pedirles ahora a los venezolanos, especialmente a nuestros soldados, que se preparen para una guerra que no les pertenece.
Hay que serenarse, presidente. Nadie va agredir a los venezolanos porque quieran ser socialistas o capitalistas. Ese es un asunto interno nuestro que a nadie le importa. Así se maneja el mundo de hoy. Y usted lo sabe. Lo que sí pone en tensión a los demás países son los afanes expansionistas. Así que ándele con cuidado.

La otra guerra
Por eso es que, ante las dudas, lo mejor sería abstenernos de pensar en ninguna guerra, y más si es ridícula por anti histórica. Lo invito, presidente, a que sigamos buscando solución a los casi 20 mil muertos que nos dejó el crimen este año en Venezuela, a los inaceptables apagones y racionamiento de electricidad, a la escasez de agua, a esas antesalas del cementerio llamadas hospitales de Venezuela, y a nuestra vergonzosa educación. Esa es la verdadera guerra que tiene que librar. Y olé.


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