| Presidente: ¡le tomamos la palabra! |
| Escrito por Emilio Nouel V. | @ENouelV |
| Domingo, 22 de Enero de 2012 13:01 |
Los demócratas de verdad no andamos pregonando todo el tiempo nuestro apego irrestricto a las libertades públicas y las reglas de juego en la competencia por el poder
contenidas en nuestro ordenamiento jurídico. Nuestra vocación democrática es clara, y nos conocen suficientemente.De modo que no tenemos porqué estar proclamando al mundo a cada instante que respetamos el Estado de Derecho y la institucionalidad republicana. Con nuestro proceder cotidiano, de manera implícita, los reafirmamos de manera sincera, sin dobles discursos y fingimientos calculados. Los principios y reglas de juego constitucionales, así como las leyes, son sagrados para nosotros, independientemente de que podamos estar o no de acuerdo con normas en vigor, legítimas o no. Eso significa respeto por la opinión mayoritaria y la aspiración de convivir en paz. Es nuestra apuesta política irrestricta por la civilidad y la modernidad de cara a la barbarie representada por el monstruo del despotismo. Allá aquellos que necesitan para sus fines inconfesables declarar hipócritamente su adhesión a la democracia. Son los que se disfrazan, mientras subterránea o abiertamente la socavan, pisotean o la pervierten, destruyendo instituciones que han costado años, lágrimas y sangre. Estos sí precisan que no los vean como lo que son en el fondo: unos tiranos, expresión de la barbarie. Por eso se transforman en mansos corderitos, pretendiendo engañar incautos, y hasta llegan a decir que entregaran el poder si pierden en las elecciones. Recientemente, hemos observado en nuestro país a voceros del gobierno y al mismo Presidente de la República, hacer llamados insistentes a la oposición a que nos pronunciemos sobre si en caso de ganar ellos las elecciones, nosotros acataríamos ese hipotético resultado electoral. ¿A qué viene tanta insistencia, sobre todo, de quienes han desconocido en la práctica los efectos de los resultados, valiéndose de artimañas supuestamente jurídicas, inconstitucionales, para suprimir o bypassear competencias de entes gubernamentales como es el caso de la Alcaldía Mayor de Caracas? ¿Quiénes si no los del gobierno han sancionado leyes desnaturalizando los principios constitucionales, desconociendo la voluntad popular expresada en votos, como ocurrió con el rechazo a la reforma constitucional en 2007? Deben ser recordados estos hechos a nuestra frágil memoria cuando nos piden que expresemos nuestro acatamiento a lo que resuelva el pueblo en elecciones. De modo pues, que comience, señor Presidente, a prepararse a hacer una campaña de conformidad con las normas legales del país, por el bien de todos, ya que de lo contrario, lo denunciaremos y lo impugnaremos. Sabemos, sin embargo, que se aprovechará de los recursos del Estado, que no deberían estar al servicio de sus ambiciones políticas personales sino de los venezolanos en general. Este ventajismo lo denunciaremos cuanto sea necesario, porque es violatorio de las leyes de la República. Eso no tiene otro nombre que corrupción administrativa y usted lo sabe. No será nada nuevo para nosotros. Será la reiteración de un proceder repugnante, repudiable, que combatiremos, téngalo por seguro. No esperamos que un CNE dominado por sus subordinados haga nada al respecto; de nuevo se hará de la vista gorda. Quedará para la historia esa deshonra. Usted ha dicho en estos días que corren que entregará el poder si pierde. Es bueno que lo diga y lo repita hasta la saciedad, y, además, se lo haga saber a sus seguidores civiles y militares, porque eso será así, quiéralo o no. Particularmente, refrésqueselo a su nuevo Ministro de la Defensa, tan en descrédito aquí y afuera, no vaya a ser que se le salga del carril y cometa algún disparate que lamentar. Ya lo hizo una vez, amenazando con ejecutar un golpe de estado si ganara la lección alguien distinto a usted. En todo caso, esperamos que usted tenga bajo control a esa gente, aunque cada día que pasa la duda sobre su liderazgo indiscutido se nos reafirma. En cualquier caso, no creo que estos extraviados milicos vayan en contra de la mayoría de su institución. Señor Presidente: Somos demócratas y respetuosos de las instituciones. Estamos convencidos que usted no lo es. No obstante, esperamos que cuando llegue la hora de la despedida, usted y su gente se comporten como es debido, y le ahorren a los venezolanos cualquier situación que podamos lamentar todos. ¿Le tomamos la palabra! |
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