El mausoleo y la satrapía
Escrito por Fernando Luis Egaña   
Lunes, 19 de Diciembre de 2011 13:53

altMientras Caracas se cae a pedazos, se gasta una millonada en el mausoleo de Farruco. Así funciona la prioridad de la satrapía. ¿Cuánto terminará costando el mausoleo que el ministro Francisco Sesto construye por detrás del Panteón Nacional? Eso es muy difícil de precisar, pero uno imagina que la cuenta sube en la medida que la culminación de la obra se pospone. Obra innecesaria, si las hay, y además levantada sobre la demolición parcial del Panteón, un patrimonio nacional que no ha tenido conmiseración en los ambientes oficialistas.

Y al tiempo que se aprueban y despachan partidas presupuestarias para el referido mausoleo, la sede de la Biblioteca Nacional de Venezuela, a la vera del Panteón, se continúa deteriorando por la negligencia malsana de la llamada revolución. Y ni hablar del estado de la vialidad circundante a la Plaza del Panteón, más de corte lunar que urbano.

La satrapía tiene a Caracas en el abandono, a pesar de algunos vistosos brochazos bicentenarios, y sin embargo el "ministro para la transformación revolucionaria de Caracas" anda dedicado a complacer a su jefe con un nuevo y exclusivo sepulcro para nuestro Libertador. "Ese mausoleo no podía estar más fuera de lugar", acaba de declarar el sabio Gasparini, acaso la voz más autorizada del país en materia de patrimonio arquitectónico.

Y es que la satrapía no consultó la iniciativa con las facultades de Arquitectura, o con los Colegios de Arquitectos o Ingenieros, o con las Academias, o con las asociaciones de temas citadinos, o con nadie en verdad. Y desde luego no se le ocurrió convocar un concurso público para estimular la participación del talento venezolano. Nada de eso. En estos menesteres ni se nombra aquello de la "democracia participativa"...

El señor Chávez dijo que quería un nuevo mausoleo, se lo encargó al ministro Sesto quién, a su vez, lo contrató a dedo con una empresa asociada, y ya está. A tumbar parte del Panteón y a montar esa armadura metálica que parece un tobogán de patinetas, y cuya factura debe alcanzar cuantías elevadas. Si esto no es el proceder de una satrapía, ¿qué es?

Y mientras tanto, se abren nuevos cráteres en las autopistas y otras vías nacionales de la capital, se continúa desmejorando el servicio básico del Metro, sólo se concluyó una pequeña fracción de las decenas de miles de viviendas ofrecidas para los caraqueños refugiados, decae el mantenimiento de Hidrocapital y de la EDC, y la "transformación revolucionaria de Caracas" se parece cada vez más a Puerto Príncipe, y no antes del terremoto.

Umberto Eco ha escrito que el culto a la muerte, a la épica heroica y al sincretismo seudo-histórico son síntomas de "ur-fascismo" o de fascismo eterno. Y no por nada, entonces, es que la prioridad de la satrapía se coloca en este tipo de emprendimientos, por las malas o las peores, y sin demasiadas consideraciones hacia otras necesidades más urgentes e importantes.

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