El hombre que escupe odio
Escrito por Alexander Cambero | X: @alexandercamber   
Viernes, 18 de Noviembre de 2011 06:40

altEl nuevo liderazgo terminó de nublarle el entendimiento. La muestra de profunda certificación democrática que surgió de la resultante del primer debate de los precandidatos de la libertad, hizo que las pastillas tranquilizantes fueran  un acompañante necesario por los predios de Miraflores. La hermosa gesta que se transformó en esperanza para la gran mayoría de los venezolanos, condensa regocijo en los hornos ardientes del pueblo.  Ellos trazan una ruta distinta al festín malandro de trece años de obscenidad y complicidad miserable. El país ha descubierto un abanico de nuevo actores con actitudes muy superiores al mandatario actual. Su gran preparación profesional y política se contrapone al cenagoso mecanismo empírico que acompaña a funcionarios mediocres, personajes sombríos surgidos del último eslabón de los repitientes consuetudinarios y que ahora quieren mostrarse como seres con hojas de servicios impecables.
La realidad descubre un Hugo Chávez agotado en sus posibilidades, ha perdido la fortaleza de su conexión con las masas espontáneas. Las secuelas del tiempo y la cruel enfermedad se notan en una humanidad  envejecida. Sus respuestas son lerdas ya que no puede mostrase como vocero del futuro, él está confinado a representar al pasado oprobioso. Y   lo decimos por que Venezuela vivió épocas esplendorosas con administraciones que legaron grandes cosas que aún subsisten pese a la marcada ineficacia del régimen. Es injusto dejar de reconocer que valerosos hombres fraguaron una patria grande, nuestra geografía se llenó de obras transcendentes; nos sacaron de la ruralidad hasta conectarnos con la modernidad, infortunadamente  se cometieron errores que hicieron germinar el desastre que padecemos.  
El gobierno de Hugo Chávez con el sol calentándole hasta los intestinos, ni siquiera tuvo testosterona para atreverse a sabotear al debate de los demócratas, encadenó con la tradicional sarta de mentiras y se fue enfriando hasta quedarse mudo, mientras las manecillas del reloj nos acercaban al encuentro de nuestros mejores talentos.  El deseo de la inmensa mayoría de los ciudadanos de escuchar al próximo presidente obligó al gobierno nacional a tener que bajar la persiana.
El hombre sigue escupiendo odio.  Sus intervenciones tienen la mezcolanza del engaño con la animadversión, contra todo aquel sector que no se deja engañar por la jauría revolucionaria.
Después de trece años nuevos actores le hablaron al país, lo hicieron con un lenguaje respetuoso y cónsono con la majestad a la aspiran, tan distinto al discurso escatológico de Hugo Chávez. Cualquiera de ellos tiene mayor formación, inteligencia y modernidad que el régimen inmoral.
Se asoma el 2012 con sus fulgores de esperanza. Venezuela ya dejó de seguir al hombre que escupe odio, este seguirá revolcándose en su propio dolor del alma. El tiempo se le agota y caen las hojas del calendario para mostrar que todo tiene su final. Nace una nueva nación en donde todos tendrán oportunidades, incluyendo a miles de aquellos que acompañaron al caudillo hasta lo último.

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