Carlos “El Chacal”: El venezolano más buscado en la historia
Escrito por Luis Perozo Padua | X: @LuisPerozoPadua   
Miércoles, 16 de Abril de 2025 00:00

altParís, 15 de agosto de 1994. En una conferencia de prensa abarrotada, el ministro del Interior francés, Charles Pasqua,

hizo un anuncio que estremeció al mundo: Ilich Ramírez Sánchez, alias “Carlos, el Chacal”, había sido capturado en Sudán y trasladado a Francia.

En Venezuela, el diario El Nacional lo desplegó en su primera plana del martes 16 de agosto de 1994: Preso en Francia el venezolano más temido en todo el mundo. Y como antetítulo: Sudán capturó a Carlos “El Chacal”. Extendiendo así dos fotografías y un extenso sumario.

Para entonces, su nombre era sinónimo de terror. Durante más de dos décadas, la sombra de Carlos se había extendido por Europa, Oriente Medio y América Latina, dejando a su paso un reguero de sangre. Su lista de crímenes era larga y atroz: atentados con bombas, asesinatos, secuestros y operaciones encubiertas que costaron la vida a unas dos mil personas.

Pero ahora, el hombre que había desafiado a las potencias mundiales se encontraba esposado en una celda francesa, sin más armas que su retórica revolucionaria.

Orígenes del terrorista

Ilich Ramírez Sánchez nació el 12 de octubre de 1949 en Michelena, estado Táchira, Venezuela. Su padre, José Altagracia Ramírez, era un abogado y ferviente dirigente del Partido Comunista de Venezuela, PCV, que bautizó a sus hijos con nombres de líderes soviéticos: Ilich, Lenin y Vladimir. Su madre, Elba María Sánchez, era una devota católica que intentó alejar a sus hijos de la influencia ideológica de su esposo.

Desde temprana edad, Ilich y sus hermanos fueron educados en prestigiosos colegios británicos. En Londres, Ilich asistió al exclusivo Worthgate School y luego ingresó a la Universidad de Londres. Más tarde, en 1968, se trasladó a la Universidad Patrice Lumumba en Moscú, un centro de formación de cuadros revolucionarios. Pero su paso por la academia fue efímero. Expulsado en 1970 por conducta indisciplinada, su destino ya estaba trazado lejos de los libros y las aulas.

Ese mismo año, Ilich viajó a Jordania y se integró al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Allí recibió entrenamiento militar y conoció a Wadih Haddad, quien lo bautizó con su nombre de combate: “Carlos”.

El salto a la clandestinidad

Su primera gran misión se produjo el 30 de diciembre de 1973. Su blanco era Joseph Sieff, magnate judío y líder del movimiento sionista en Gran Bretaña. Carlos irrumpió en su mansión en Londres y le disparó en el rostro con una pistola Tokarev. Sin embargo, el arma se atascó, permitiendo que Sieff sobreviviera.

Pero su golpe más audaz llegaría en diciembre de 1975: el asalto a la sede de la OPEP en Viena. Junto a un comando del FPLP, tomó 42 rehenes, incluyendo a varios ministros de petróleo de países árabes. Tres personas murieron en el ataque.

La operación fue un éxito mediático. El nombre de Carlos apareció en titulares de todo el mundo. Se convirtió en una leyenda.

El apodo del Chacal

En 1975, tras escapar de un intento de arresto en París, las autoridades francesas allanaron una de sus residencias y encontraron un ejemplar de la novela El Día del Chacal, de Frederick Forsyth. El periódico británico The Guardian publicó la historia, y desde entonces, el mundo lo conocería como Carlos “el Chacal”.

Desde su base en Yemen, Carlos continuó su campaña de terror. En 1982 y 1983, organizó atentados en Francia que dejaron once muertos y 150 heridos. En 1984, lanzó un ataque con granada en un centro comercial de París, matando a dos personas e hiriendo a 34 más.

 

La lista de crímenes crecía. Europa, Estados Unidos e Israel lo tenían en la mira.

Un escape digno de Hollywood

Meses después, Ramírez protagonizó una fuga digna de una película de acción cuando la policía francesa intentó detenerlo en su domicilio.

En aquel entonces, el venezolano de 26 años vivía en un apartamento compartido con varios estudiantes sudamericanos en la calle Toulliers, en el Barrio Latino de París. Su paradero fue descubierto por agentes de la Dirección de Vigilancia del Territorio (DST) tras interrogar a Michel Moukharbal, un líder del FPLP, quien confesó que el verdadero cabecilla era "Carlos".

Acompañados por Moukharbal, tres policías de la DST irrumpieron en el apartamento, donde encontraron a Ramírez en plena reunión con amigos. Sin embargo, este estaba armado y abrió fuego contra los agentes antes de escapar.

El tiroteo dejó como saldo la muerte de dos policías y de Moukharbal, asesinatos que, años más tarde, contribuirían a que "Carlos" fuera condenado a su primera cadena perpetua tras su captura.

Caída del terrorista

A finales de los 80, la Guerra Fría estaba llegando a su fin. Sin el respaldo de regímenes aliados, Carlos perdió su red de protección. Sus antiguos benefactores le dieron la espalda.

En 1994, en una operación de la inteligencia francesa con apoyo estadounidense, fue capturado en Jartum, Sudán. Drogado y encapuchado, fue trasladado a París.

El juicio desarrollado en 1997 fue un espectáculo mediático y tras más de dos horas de deliberaciones fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de dos policías y un informante en 1975. En 2011, recibió una segunda condena por los atentados de 1982 y 1983. En 2017, una tercera sentencia lo responsabilizó por el ataque mortal con granada contra el restaurante Drugstore Publicis de París el 15 de septiembre de 1974. "Muchas gracias", contestó el venezolano con voz neutra desde el banquillo de los acusados al escuchar su sentencia.

En total, tres cadenas perpetuas lo sepultaban tras las rejas. Allí escribió dos libros que pudo felizmente publicar: Carlos. Lo sciacallo, de su autoría y de Marco Dolcetta, (1998) y Revolutionary Islam, publicado en 2003 por Éditions du Rocher.

Elogios de Hugo Chávez

A pesar de haber admitido su responsabilidad en cerca de dos mil muertes —ochenta de ellas cometidas con sus propias manos—, Ramírez negó cualquier implicación en los atentados de 1982 y 1983. "No soy un terrorista, no somos terroristas. Somos luchadores por la libertad", declaró ante la corte.

Uno de sus más vehementes defensores fue Hugo Chávez, quien no dudaba en exaltar su figura. "Lo acusan de terrorista, pero Carlos fue un verdadero revolucionario. Yo lo reivindico, no me importa lo que digan en Europa", expresó el entonces presidente de Venezuela en transmisión conjunta de radio y televisión.

Condenado a desvanecerse

Diez de los 31 años que lleva en prisión fueron en aislamiento absoluto. A pesar de su encarcelamiento, Carlos siguió proclamándose un “luchador por la libertad”. Desde prisión, se casó con su abogada, Isabelle Coutant-Peyre, quien defendió su causa hasta el final.

Pero el tiempo no perdona. El viernes 12 de abril de 2024, Isabelle murió de cáncer a los 70 años. Para Carlos, fue un golpe devastador.

Hoy, con 75 años, el hombre que desafió a las potencias mundiales enfrenta su mayor batalla: la del olvido. En su celda, solo le queda el eco de su propio nombre, condenado a desvanecerse en la historia.

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