¿Qué le falta al cine venezolano? Crónica personal, análisis crítico y 10 propuestas para encontrarnos de nuevo |
Escrito por Edgar Rocca | @EdgarRocca |
Lunes, 28 de Julio de 2025 00:00 |
Venía de egresar de la UCV y había decidido dedicarme al cine. Así que comencé a estudiar nuevamente. Nunca he temido comenzar de nuevo. En esos inicios en la escuela de cine, recuerdo mi frustración por encontrarme con una estructura muy distinta a la que recibí en la UCV. El campo laboral estaba menos desarrollado, lo que me generaba muchas dudas sobre qué hacer después de graduarme. ¿Dónde iba a trabajar? No eran obligatorias las pasantías, y tampoco existía alguna materia que hablara de cómo insertarse en el medio profesional. El ego es, probablemente, lo que más se trabaja —o se arrastra— en la educación universitaria. Para bien o para mal. Ya sea para salir pensando que todo será como dicen los libros y luego descubrir lo contrario, o para creerse que uno se las sabe todas y terminar llevándose golpes. El final es el mismo, llevas golpes. Así que, por mi cuenta, comencé a ir a festivales. Asistí a los festivales de Mérida y Margarita en 2012, al mismo tiempo que, por una práctica de la escuela, conocí al maestro Román Chalbaud. Al ver mi trabajo y mi formación previa, me ofreció ser su asistente: un pago semanal a cambio de cumplir al menos seis horas diarias. Solía llegar a las 10 a.m. y salir a las 4 p.m. Lo apoyaba en el inventario de su enorme biblioteca y su fantástica videoteca, además de llevar su agenda y hacer investigación de contenidos para talleres y ponencias que tenía cada cierto tiempo. También asumía el almuerzo. Fue el mejor jefe que he tenido. Esa experiencia me terminó de formar y me ayudó a conocer más de cerca el medio nacional, y también a insertarme en él. Fueron casi tres años de aprendizaje continuo. Gracias a ese propio background comencé a investigar, a ver películas venezolanas gracias a un gran amigo que trabajaba en el centro documental de la Cinemateca y me daba acceso a todo el cine disponible, además de todas las recomendaciones del maestro Chalbaud. Así fui entendiendo en lo que me estaba metiendo. Me interesaron también los datos, y fui recabando —gracias al CNAC— la información disponible de taquilla nacional desde 1976 hasta ese momento (ya era 2013). Comencé a hacer proyecciones y análisis de todos los datos que había reunido. Todo este recorrido de 12 años, me ha servido para armar un decálogo de lo que, en un mundo perfecto, sería nuestro cine ideal: 1. Financiamiento Sostenible Una cinematografía necesita fondos públicos y privados estables y continuos para el desarrollo, producción, promoción y distribución de películas. Fondos concursables, incentivos fiscales y coproducciones son clave. Una solución posible es que empresas y empresarios privados creen fondos de inversión y desarrollen todas las bases de un ecosistema sano para hacer películas y para sostener toda la cadena de valor del negocio. Otra clave se encuentra en el artículo 57 de la ley de cine actual, que necesita ser desarrollado y reglamentado para que entre en funcionamiento. 2. Institucionalidad Transparente y Técnica Es indispensable procurar la buena gestión de lo existente, con convocatorias claras, comités técnicos y políticas de largo plazo. Esto último, sobre todo. Las políticas del medio no pueden depender de las modas ni del feriado del año. Hay que evitar la rosca y la dedocracia, que han limitado históricamente el acceso a muchos talentos. Si tu otorgas 5 ayudas y una es para un nuevo talento es poco. 2 y hasta 3 de esas 5 serían mejor. 3. Formación Profesional Continua y Creación de Nuevos Gremios Escuelas de cine, talleres, mentorías y programas de actualización para guionistas, técnicos, productores y críticos aseguran un relevo generacional y una mejora constante del nivel técnico y artístico. Pero esto se debilita si, luego de egresar, no existen gremios que sostengan la actividad laboral. Por ejemplo, Venezuela necesita con urgencia una asociación o sindicato de actores que entre y defienda al gremio en todos los temas pertinentes. Que ha existido antes, pero que ahora se necesita nuevamente. No es nada complejo, además.ç 4. Industria de Servicios Audiovisuales Contar con estudios, equipos, casas de postproducción, técnicos calificados y una logística capaz de atender tanto proyectos locales como internacionales es fundamental. En Venezuela hay muchas productoras y empresas capaces, pero están librando sus propias batallas individuales. Hace falta retomar y actualizar proyectos tan importantes como Visor, que fue la guía profesional audiovisual de referencia en nuestro país, creada por Maite y Pily Galán. 5. Distribución Nacional y Acceso a Salas Sin pantallas disponibles, el cine nacional no existe. Hace falta garantizar cuotas de pantalla, sentarse a negociar con exhibidores y facilitar el acceso al público en todo el país, no solo en las grandes ciudades. El cine que se hace en casa debería ser la tacita de oro de todos. No podemos seguir recibiendo funciones matinée o a las 11 de la noche. Son las migas del mercado: un claro "agarra ahí". La cuota de pantalla del cine venezolano e independiente debería ser del 30%; actualmente está en un 20%, según el artículo 29 de la ley, que solo habla de las copias que genera el distribuidor, como si fuese el único responsable de garantizar esa cuota. Veinte pantallas no ayudan a despegar. Mucho menos cuando cualquier película extranjera genérica entra con 45 a 58 pantallas. Ni hablar de los blockbusters, que ocupan hasta 256. No podemos competir con el cooler del busto de Pedro Pascal. 6. Promoción y Marketing Estratégico Se necesitan campañas de comunicación, branding de películas no del cine venezolano, porque cada película que lo compone es distinta y aunque pensemos que no, la gente sabe que es cine venezolano y qué no. Por ende, se necesitan trailers y afiches profesionales, y estrategias digitales que conecten con el público. Un cine que no se comunica, no existe. Además, necesitamos empresas especializadas en hacer trailers y afiches. Hoy, casi todo lo hacemos nosotros mismos, validando decisiones con nuestro entorno, pero los resultados dicen que es hora de cambiar. El cine es una industria global. Si no empezamos a igualarnos a los estándares internacionales, el público seguirá prefiriendo aquello. 7. Conexión con el Público El cine debe ser relevante para sus audiencias locales. Esto implica trabajar con temáticas propias y diversidad de géneros. Todo proceso de solidificación pasa por apalancarse en un género y comenzar a subir los números. Por ejemplo, República Dominicana lleva más de 20 años apostando por la comedia. Incluso Hollywood, hace más de un siglo, empezó su expansión con comedias: Chaplin, Keaton, Lloyd. 8. Presencia Internacional La participación en festivales, mercados y plataformas internacionales permite la legitimación artística, oportunidades de venta y alianzas de coproducción. Pero esto debe ser parte de las políticas públicas del medio, y estar anclado a resultados medibles para que sea rentable y no parezca un gasto suntuario. Hay que lograr acuerdos de distribución, de producción, de coproducción, etc. 9. Marco Legal Moderno Necesitamos una ley de cine actualizada. La ley vigente busca proteger los derechos de los creadores, pero también debe incluir normas claras que regulen la competencia y eviten la competencia desleal que sufrimos desde tiempos inmemoriales. Además, debe promover cuotas de exhibición, no solo para proteger lo nuestro, sino para que la exhibición en sí misma salga del estancamiento que dejó la pandemia y las crisis internas. El artículo 57 necesita ser reglamentado. El reglamento actual de la ley data de 2003, y aunque la ley fue renovada en 2005, aún usamos ese reglamento antiguo, lleno de vacíos y desfasado. En 20 años ha cambiado mucho el panorama. La nueva ley debe incluir un sistema de incentivos a la inversión privada. Existen antecedentes exitosos; no se trata de inventar nada nuevo, sino de tener voluntad política. 10. Memoria y Crítica Cinematográfica Archivos, filmotecas, publicaciones y crítica especializada permiten pensar el cine, preservar su historia y formar públicos más exigentes y activos. Mientras las películas se sigan perdiendo y solo unos pocos críticos hagan crítica rigurosa, seguiremos teniendo audiencias frágiles. Seguiremos sobreviviendo con los blockbusteres, pero no desarrollaremos al espectador ni el negocio. Hace poco abordé a Thierry Frémaux, presidente del Festival de Cannes en un pasillo del Palais. Me presenté y le dije lo que hacía. Hablamos en español, porque meses antes lo había visto promocionando su documental Lumière, la aventura continúa, hablando en perfecto español. Le conté lo que había visto en ese documental: un momento glorioso que fue, para mí, como ver el nacimiento del cine venezolano. A la hora de película —compuesta en su totalidad por tomas del cinematógrafo Lumière— aparece un plano general de unos muchachos bañándose en un lago. El título es Baño de negritos, atribuido a Gabriel Veyre, pero sin certeza de dónde fue rodado. Se sospecha que puede haber sido en las Antillas o en VENEZUELA. Al oír el diálogo en francés pronunciar nuestro nombre, sentí una certeza. Como cuando alguien encuentra a un familiar perdido. El mismo Frémaux me dijo: "Creemos que son tomas de allá. Escríbeme y lo hablamos". Me indicó a dónde escribirle, me dio la mano y siguió. Tardé dos meses en hacerlo, pensando que poco o nada podría aportar. Volví a ver la película y finalmente le escribí. Espero buenas noticias. El cine venezolano no solo necesita recursos, necesita encontrarse consigo mismo. Necesita saber de dónde viene, qué historias quiere contar, cómo quiere crecer. Y sobre todo, necesita que creamos en él, incluso cuando parezca estar perdido porque pérdido no es estar muerto.
Fotografías: 1. Los directores Thierry Frémaux, presidente del Festival de Cannesy Edgar Rocca. 2. Fotograma del documental "Lumiere, la aventura continúa" de Thierry Frémaux.
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