Hablando desde las emociones que subliman la poesía
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Sábado, 29 de Marzo de 2025 02:20

altNo es nada fácil escribir poesía. Más aún, es sentirla o vivirla.

Pero para apreciarla, no basta con recitarla o simplemente leerla. Es necesario crear un lazo que empalme, vincule y asegure la relación sentimientos-emociones. 

Sólo esta conjugación: “sentimientos-emociones”, desprendida del cálculo razonado de las circunstancias circundantes, y armadas de una inclemente capacidad para entumecer la visión del alma, es capaz de sorprender al materialista, al abstinente y al escéptico. Particularmente, al advertir de cuánta fuerza dispone la poesía para cautivar corazones y acariciar sensibilidades. 

 

El secreto de la poesía

He ahí el secreto de la poesía, ya que gracias a su magia derriba muros, supera contenciones elaboradas con malevolencia, y desgaja blindajes propios de las inclemencias de las cuales muchos se sirven para cubrirse. Precisamente con la intención de endurecerse interiormente. Pese a saber que los seres humanos no se resisten a recibir un mínimo abrazo el cual, por efecto natural, contagia amor y brinda esperanzas de todo tenor.

Y es porque sin duda, la poesía es una confesión de vida. O tal vez, lo que el poeta y dramaturgo francés, Alfred de Musset, quiso significar, Concretamente en uno de sus conversatorios sobre teatro romántico ante dramaturgos reunidos en Paris del siglo XIX. Afirmó que “(…) la poesía es el más dulce de los pesares”. 

No obstante, frente a tan particular manifiesto el poeta chileno Pablo Neruda, apostando a exaltar el valor emotivo de la poesía, dijo que la poesía existe desde mucho tiempo atrás. Quizás, desde “antes de la escritura y la imprenta”.  

 

Hipótesis sólo de poetas

Así es como sucede, ya que la poesía está formada por verdades a las cuales muchos les tienen un “profuso” miedo que muchos padecen. Es la razón que generalmente sirve de excusa para ocultarse de cualquier revelación que incite a abrir la conciencia ante sí mismo. O peor aún, ante algunas temidas realidades que inculcan desconfianza ante todo lo que emane o suene a “vida”. 

Quizás por ello, el filósofo griego Aristóteles logró aducir que “en la poesía hay más verdad que en la historia”. A lo cual el poeta y periodista francés, Jules Amédée Barbey d'Aurevilly, manifestara con lógica causa que justo ahí, en donde los historiadores se detienen sin saber ya nada, “(…) aparecen los poetas”. Y estos, con la perspicacia que les caracteriza, además con un toque especial de inspiración y conversación consigo mismo, dan con la verdad. Aunque pueda mostrarse escandalosa, sorprendente o irrazonable. 

 

Al cierre

Finalmente, cabría considerar que la poesía podría considerarse la “Biblia del Espíritu Humano”. Lo que es factible argumentarse, luego de comprender que la espiritualidad es la esencia del ser humano. Por cuanto en la espiritualidad es el lugar del alma. Lugar donde se regocija la sensibilidad humana. Y tan espléndido espacio, fue concebido para poetas y su poesía. 

Es así como toda sociedad de poetas trasciende más allá de los límites que las palabras alcanzan. Sobre todo, cuando esa palabra es representativa de la sinceridad y la pureza que hay en esa poesía que habla desde las libertades, la fe y las esperanzas. Así ha llegado a reconocerse que el alma se eleva hablando desde las emociones que subliman la poesía.

|*|: Breve apología a la poesía

 


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