Dolorosas lecciones de Amuay
Escrito por Boris Gómez U. | @BorisSGomezU   
Lunes, 27 de Agosto de 2012 11:24

altSiempre resulta doloroso hacer análisis de tragedias en la industria de hidrocarburos, más allá de buscar culpables o responsables la pena es la pérdida de vidas humanas.

Días atrás ocurrió explosión en la refinería de Amuay, cerca de la ciudad de Punto Fijo, estado Falcón Venezuela, donde fallecieron más de 40 personas. Varios amigos consultores en energía de Venezuela me han comentado los pormenores del accidente: la pasada madrugada del sábado 25 de agosto, dos tanques de la refinería Amuay explotaron, provocando una onda expansiva que acabó con diversas estructuras del denominado Centro Refinador de Paraguaná (CRP). Un hecho que entristece a América Latina en general y a Venezuela y Bolivia en particular por nuestra profunda relación económica con la industria del petróleo y el gas. El golpe que recibió la estatal venezolana, PDVSA, tan arraigada en el pueblo como la estatal boliviana, YPFB, fue devastador.

Sin el ánimo de atacar ni ofender, más aún en momentos tan difíciles, la responsabilidad política de las operaciones de la industria de hidrocarburos recae principalmente en el ministro del área: habría que analizar si las medidas de prevención de riesgos, de resguardo, de mantenimiento y operativas han estado sujeta a estrictos manuales de funciones que toda industria de hidrocarburos requiere.

Obviamente toda operación del negocio energético tiene, de por sí, un riesgo implícito, mismo que puede ser reducido con medidas técnicas adecuadas y supervisión constante. El primer llamado de atención es que no se debe utilizar fondos, ni a la empresa estatal en tareas de politiquería. No distraer personal ni desviar capitales de las tareas específicas de la industria de petróleo y gas. En el caso venezolano –y boliviano- infortunadamente las estatales petroleras y de gas están siendo manipuladas con un claro y antojadizo criterio de politiquería y aparatado de sus objetivos y visión principal.

Quizá un indicador concreto de la anterior afirmación es el siguiente: en Venezuela ocurrió una alta tasa de accidentes del sector hidrocarburos en el periodo de régimen del “socialismo del siglo XXI” que, a decir de expertos y amigos analistas de Venezuela, contrasta incontestablemente con las bajas tasas de accidentes que ocurrieron en la era pre-socialista. En el caso boliviano el constante cambio de ministros del área y de ejecutivos del sector estatal de hidrocarburos demuestra  desconocimiento de la industria. Esto permite deducir que los socialistas no son tan cuidadosos a la hora de administrar la riqueza petrolera y gasífera.

Volvamos a la tragedia: el complejo de refino Amuay no habría recibido sus nueve procesos de mantenimiento en 2011, apenas se habrían cumplido dos. Adicionalmente un bajo nivel porcentual de funcionarios está involucrado en tareas de seguridad industrial y prevención de accidentes, notándose ausencia de comunicación y permanente adiestramiento a todo el personal. Otro dato preocupante: víctimas ajenas a la industria por construcciones aledañas (en realidad en zonas prohibidas de ser edificadas, como asentamientos en zonas de seguridad que no deberían estar) y que constituyen responsabilidad política del ministro del sector el ser el máximo veedor del cumplimiento de protocolos, disposiciones y normas internacionales de gerenciamiento y administración de complejos de refino.

Ciertamente las investigaciones posteriores seguro darán luces sobre el accidente, además de establecer daños materiales (cantidad de productos de refino que se han perdido, daños a infraestructuras) y si hubo cumplimiento o incumplimiento de normas de seguridad. Habrá que esperar para saber si la baja de refino (producto del accidente) ocasionó colapso en la comercialización de combustibles (gasolina, diesel, olefinas, nafta catalítica, alquilatos, etc). Que nadie diga que los seguros correrán con los costos. Las pérdidas humanas no tienen solución.

Las lecciones –crudas- de Amuay son sencillas: los regímenes autoritarios socialistas deben dejar de juguetear con la industria de hidrocarburos y comportarse seriamente para coadyuvar a evitar accidentes. Una oración por Venezuela –y Bolivia- en nuestra hora dura.

MBA catedrático de Maestría en Hidrocarburos, analista

@bguzqueda


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