Los indignados de Venezuela
Escrito por Gisela Kozak Rovero   
Martes, 25 de Octubre de 2011 07:39

altMarino Alvarado, en este mismo diario, registra miles de protestas en el país durante el año en curso por motivos ligados a los salarios, la estabilidad laboral, la inseguridad, la salud. Miles de protestas en las que los hombres y mujeres de este país nos reconocemos en situación de precariedad más allá de que nos matemos trabajando, luchemos o hagamos los que tenemos que hacer como gente responsable con derechos y deberes. Pero desgraciadamente la revolución bolivariana se empeña en quitarnos la dignidad de quien trabaja para rebajarnos a la condición mendicante que implican las largas colas para comprar comida, los hospitales deteriorados, las becas miserables o los centros educativos de tercera dedicados a exaltar al gobierno nacional.

Las razones por las que este movimiento de izquierda anacrónico, que se abreva en las fuentes del socialismo dictatorial del siglo XX, se ha implantado entre nosotros poseen sus raíces en el desconocimiento profundo que tenemos del legado civil de nuestra nación. Tengo alumnos no oficialistas que piensan que en Venezuela no hubo planes de alfabetización hasta este gobierno o que en los colegios públicos no dejaban entrar a afrodescendientes. Nada saben sobre su país, no leen su literatura ni su historia social, económica y política. Son herederos de nada y pedidores de todo. Se parecen tanto a mi generación en los años ochenta, la generación que botó a la basura los partidos, las instituciones, nuestros logros artísticos, científicos, políticos y sociales, encerrados en nuestra soberbia de niños malcriados que no defendieron lo que les correspondía. Creíamos que AD, el MAS, el PCV o COPEI eran feudos de unos "viejos", típica pirueta de nuestro espíritu invadido por la idea del caudillo, en lugar de organizaciones políticas que pertenecían a la sociedad y se debían a ella.

Lo peor de esa religión llamada revolución bolivariana es su doble moral, heredada del comunismo fracasado del siglo XX, su sistemática distorsión de los hechos.

Los medios oficialistas viven pendientes de las protestas de los indignados de todas partes del mundo, como si aquí viviéramos en el paraíso. También nosotros formamos parte de los indignados del mundo, pero tenemos una ventaja frente a ellos: no creemos que el estado sea la solución de nuestros problemas porque sabemos que el estado venezolano ES el problema. Esos indignados españoles o neozelandeses que se quejan de que no hay trabajo deberían venir a la Venezuela de los sueldos miserables, los vendedores de helados, hojillas y discos quemados, la de las becas de hambre y los estudiantes con títulos simbólicos. A la Venezuela en la que el presidente de la República no se atiende en los hospitales del país porque confía solo en los médicos cubanos esclavos del Estado que no abren la boca y porque por lo visto nuestros hospitales son tan malos que no vale la pena atenderse en ellos.

Lo nuestro no es indignación, es otra cosa que comienza con la letra A. Lo nuestro es tremenda A........ra.

TC


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