Un asunto de miedo
Escrito por Elizabeth Araujo   
Miércoles, 21 de Septiembre de 2011 06:31

altAdmitámoslo de una vez, señor Presidente. Usted tiene miedo. Desde luego, no es el temor natural que siente cualquier ser humano enfrentado al infortunio del destino, atravesado en una esquina de su existencia. Cualquiera, con el percance que le ha tocado, estaría agobiado, sin ánimos para sacar de su desdicha una sonrisa. Pero no. Usted afronta sus días con gritos de victoria, hace fintas de boxeador y baila frente a Evo Morales, con lo cual una parte importante del país le aplaude el gesto teatral, pero también su valentía.

Pero no parece ser ese el miedo que ahora lo desvela y le asalta en mitad de la noche, obligando a sus espalderos a reforzar la guardia y a advertir futuros ataques imperiales fantasmales. Esa pesadilla se llama, por ahora, Leopoldo López, un dirigente de 40 años, con iguales virtudes y méritos intelectuales que el resto de los candidatos que el 12 de febrero se disputan la tarea de derrotarlo en las presidenciales de 2012.

La larga batalla de López, en organismos nacionales e internacionales, se constituyó desde hace años en un símbolo de la lucha por los derechos civiles de la gente cuando siente que el peso de instituciones sometidas al autoritarismo les aplasta y no les deja otra salida que la de pelear.

La decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de exigir la rehabilitación política del ex alcalde y que usted, como el resto de sus acólitos, saben tiene vigencia en los procedimientos legales del país, representa ya un triunfo para los casi 400 funcionarios y dirigentes venezolanos contra quienes una medida arbitraria de la Contraloría los sacó de la participación política y administrativa. Lo peor es que usted sabe que esa misma CIDH de la que usted se burla y desconoce es la misma que enfrentó los atropellos de dictadores como Augusto Pinochet y Alberto Fujimori, y emplazó a los Estados centroamericanos a reconocer las faltas cometidas contra los indígenas y sectores desposeídos.

Para usted, que hace gárgaras cada mañana con las prédicas de las "bondades" de su revolución, la decisión de la CIDH de exigirle al Estado restituir los derechos políticos a Leopoldo López lo pone contra las cuerdas. Este contendor, como cualquier otro de los que compiten para las primarias de la MUD, ya tiene algunos rounds a su favor sin haber subido al ring. Y es este aprieto medular el que le está robando su tranquilidad, más que la misma enfermedad que le aqueja.

Rehabilitado, Leopoldo López se constituirá en fuerte rival, expondrá al público el desastre de su gestión gubernamental y lo mostrará a usted como ejemplo vivo de lo que no debe hacer un presidente.

Si no lo rehabilita, porque es sabido que su poder se cierne como sombra sobre el TSJ, será una demostración irrefutable de su miedo, el mismo que le obligó aquel "glorioso" 4F a refugiarse sin disparar en el Museo Militar de La Planicie.

TC


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