Servilismo revolucionario
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Miércoles, 24 de Agosto de 2011 07:09

altLa Real Academia Española sobre servilismo explica que es una “ciega y baja adhesión a la autoridad de alguien”. Esta definición dilucida a quien por rastrero y de poca estimación, actúa con el velado propósito de adular sin medir consecuencia alguna. Sólo para demostrar una burda lealtad que raya con una aberrante obediencia, sin pudor ni moderación. Se dice que la raíz del servilismo está en la ineptitud o incapacidad del individuo para ganarse la vida honradamente. Estas razones condicionan la conducta de muchos quienes no han sabido prepararse para enfrentar la vida por sus propios medios y recursos cognitivos y emocionales por lo que para sobrevivir tienen que plegarse a actitudes serviles.

A partir de esto, pudiera pensarse que en el mundo existen dos tipos de personas: las que morirían defendiendo su libertad y las que morirían si no tuviesen un “trasero que besar”. Aunque lo peor de todo son las implicaciones políticas que derivan de estas situaciones por cuanto las imágenes proyectadas y la información divulgada evidencian una grotesca cultura política gubernamental.

La falta de tolerancia y el deseo de dirigentes políticos de perpetuarse en el poder y cargos públicos, son representativos de una historia de nunca acabar. Este servilismo político cuando manipula las mentes de fanáticos para valerse de su obcecación y ponerlos al servicio de patrañas y causas infundadas, se convierte en un arma de “doble filo”. Uno, cercena voluntades. El otro, capacidades. Pero al final envilece no sólo hombres vacíos de condiciones para luchar por sus libertades. Igualmente, cercenar intencionalmente fundamentos espirituales y democráticos sobre los cuales se edifica una sociedad que apuesta a la honestidad, la responsabilidad y a la dignidad.

Cuando los serviles de un presidente de la República tratan de legitimar manifestaciones de supuesta lealtad, los caminos de la historia se ven manchados de una ignominia que deshonra todo esfuerzo pasado ejecutado en aras de consolidar sentimientos de libertades, derechos y soberanía a toda prueba. El ejemplo del nuevo jefe de la Casa Militar, es patético. Según él, “no aceptaremos ningún otro comandante, ya que el amor del pueblo lo va a hacer permanecer muchos años y allí estamos nosotros hasta que usted lo disponga”. Asimismo, en las filas civiles hay quienes emulan tan ridícula actitud.

Pareció ver a Herman Goering, el tristemente célebre lugarteniente de Hitler, cuando el 12 de julio de 1934, en una reunión de fiscales alemanes, aseveró que “la ley y la voluntad del Führer son la misma cosa”. Ya los nazis vociferaban: “Hitler es la ley” lo que reflejaba el grado de fanatismo y servilismo que al mismo tiempo vivían. Pero en Venezuela, tan vulgar comportamiento evidencia el desconocimiento del principio de “obediencia”, que constituye uno de los pilares fundamentales de la institución militar, de acuerdo al artículo 328 de la Constitución de la República. Aunque contradictoriamente, funge como la doctrina a seguir toda vez que el servilismo viene aduciéndose como criterio de ascenso en la estructura jerárquica militar. Sobre todo, si se tiene como referencia la grosera adulación del general Rangel Silva la que le valió su inmerecido último ascenso. De manera que en medio de tan desvergonzado estado de hechos y declaratorias, lo que se vive es una estructura de gobierno en la que prima un servilismo revolucionario.


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