La batalla solitaria de un corredor de fondo |
Escrito por Antonio Sánchez García | @sangarccs |
Sábado, 18 de Julio de 2009 06:31 |
![]() 1 La mirada de preocupación del médico de guardia fue suficientemente alarmante como para que a Mitzi Capriles se le abríera el suelo a sus pies. Sin embargo volvió a hacer acopio de fortaleza y retuvo las lágrimas que estuvieron a punto de derrumbarla durante los seis días más duros de su vida. “Está bajo los efectos de una hipoglicemia”, escuchó decirles a sus enfermeras mientras tomaba las primeras medidas. “No se preocupe, Mitzi” le dijo con una mirada más comprensiva, “en algunas horas lo tendremos bajo control”. El shock insulínico suele ser el resultado de una dieta escasa en alimentos. En este caso no se trataba de una dieta: Antonio Ledezma Díaz, Alcalde Metropolitano de Caracas, llegaba a la clínica al comenzar la tarde del miércoles 8 de julio tras seis días sin ingerir alimento alguno y al borde de un coma diabético. Con cinco kilos menos de peso, deshidratado y sufriendo los clásicos efectos del shock insulínico: sudores fríos, convulsiones, dolor de cabeza, frecuencia cardíaca rápida y temblores. Si tales son los síntomas en personas que sufren el trance, en el caso de Antonio Ledezma se veían agravados por la tensión de una situación extrema. Debía soportar los cambios de humores del embajador de la OEA en Caracas, la amenaza a ser desalojado de manera violenta de una sede diplomática que no cuenta con extraterritorialidad, el manejo de su desafío al Secretario General y un relativo control de los funcionarios de su despacho, encargados de manejar la situación política en las afueras de la sede diplomática. Todo lo cual agravado por la inoportunidad del momento en que decidió quedarse en el interior de la sede de la OEA e iniciar una huelga de hambre indefinida. Un viernes al mediodía, cuando el país se apresta a postergar todos sus asuntos y los medios están prácticamente paralizados. En medio de una grave crisis internacional como la de Honduras, que copaba todos los titulares de los medios nacionales e internacionales y mientras el mundo, como si no fuera suficiente con las amenazas del presidente de la república y el atropellador bloqueo de los países miembros de la OEA orquestada por Raúl Castro en comandita con Hugo Chávez y los miembros del ALBA, se preparaba a vivir el funeral del siglo. Competir con Manuel Zelaya, que mantiene en vilo a América Latina mientras sobrevuela Tegucigalpa, y con Michael Jackson, enfundado en una urna de 14 quilates viviendo el espectáculo más insólito de su atribulada existencia, suponía una extraña capacidad de apuesta. Una apuesta de alto riesgo cuyo único desenlace posible era el éxito. O la muerte. Sin términos medios. ¿Cómo pasaron esas ciento y pico de las horas más dramáticas de Antonio Ledezma?
El viernes 3 de julio a las siete en punto de la mañana llegaba a su despacho privado de la Avda. Libertador. Allí se reunió durante tres horas con el grupo multidisciplinario que le asesora. Tema principal: la continua violación a sus atribuciones, agravadas la noche anterior por el asalto armado a las oficinas de la Alcaldía Metropolitana en la Torre Lara, así como el reiterado incumplimiento del pago del situado constitucional, que mantiene en la absoluta indigencia a miles y miles de modestos trabajadores. Estaba profundamente preocupado por la gravedad de la situación. Muchas de las trabajadoras de la alcaldía, algunas en avanzado estado de gravidez, no tenían literalmente con qué alimentar a sus hijos y muchos de ellos debían faltar al trabajo por carecer de los medios para pagar el transporte.
Ese mediodía la noticia corrió como la pólvora: “el alcalde Antonio Ledezma se ha declarado en huelga sintió el golpe como un mazazo. Lo comunicaría de inmediato a su superior jerárquico, ocupado en la resolución del caso hondureño y seguramente fastidiado por una oposición venezolana que no parece serle muy grata.
Sólo un iluso podría darse por satisfecho con el cumplimiento de la más elemental de las exigencias, mientras todas las restantes reivindicaciones permanecen incumplidas: la Alcaldía Metropolitana está virtualmente asediada y castrada en sus principales atribuciones. Y Antonio Ledezma de iluso no tiene un pelo. Es posiblemente el político más fogueado con que se enfrenta Hugo Chávez. Y su enemigo potencial más poderoso. |
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