Hace cierto tiempo me prometí, no volver a escribir más sobre, tópicos relacionados con Venezuela en general y más específicamente sobre política.

La razón de esta decisión de mi parte estuvo y sigue estando fundamentada en la demostrada ineficiencia e incapacidad de quienes se han auto impuesto, el liderato de la oposición a la dictadura que desde hace casi 25 años existe en ese país.

Vivir alejado, en el exilio, por un lado, de manera positiva me ha permitido ver con claridad, los acontecimientos que a diario suceden allá pero, al mismo tiempo de manera negativa me ha alejado de palpar y sentir la realidad que se vive y se sufre en el día a día de los venezolanos de a pie

Desde el momento que se inició el proceso de elecciones primarias en el año 2022, nunca estuve de acuerdo en que se realizaran las mismas, sin aclarar y definir de manera concisa, cuál era el papel que debían jugar los eventuales candidatos. Siempre me pareció que realizar unas elecciones primarias, contra viento y marea, sin reglas específicas, sin resolución de escollos legales, algunas veces con visos de rebeldía juvenil y la mayoría de las veces con una prepotencia e ignorancia supina, me hizo ver que ese proceso sólo podía terminar en un rotundo fracaso.

La participación de varios candidatos y candidatas con cuentas y procesos (todos políticos y sin sustento legal, pero cuentas al final), sin aclarar con la dictadura, desde ese primer momento, nunca me auguró un buen final para el mismo.

La elección de la Sra Machado como abanderada, de manera arrolladora como lo vendieron luego del proceso, no me convenció; la razón de mi falta de convencimiento proviene de la escasa cantidad de sufragios que recibió en un país en el que se dice que el 85% de la población está en contra de la dictadura, por supuesto no esperaba que 15 millones fueran a votar pero sí, por lo menos una presencia de 6 o 7 millones de sufragios, un resultado con menos de 3 millones de electores, reafirmó mi impresión de que el proceso de primarias había sido un fracaso.

Este pueril proceso continuó con otro infame episodio de “negociación”, esta vez en Barbados (porqué será que casi siempre es un escenario idílico, recóndito y alejado de la realidad?), con participación de Estados Unidos y la inefable Noruega (nunca he entendido qué pitos toca en Latinoamérica), junto a los “negociadores” de siempre (tanto de dictadura cómo de oposición), en el cual se firman una serie de acuerdos en los que destaca el papel jugado por Chevron, (perdón Estados Unidos), que de la noche a la mañana cambia el término de unas elecciones libres y democráticas por unas “elecciones competitivas” y la liberación de unos tontos que estaban presos de manera injusta y sin una fórmula de juicio creíble, a cambio de el infausto Sr Saab, del cual por cierto nunca pudieron demostrar el valor que se decía que tenía porque, en realidad lo que siempre ha sido es nada más que un vulgar estafador y un “traqueto” (así es como se les conoce a estas personas en el lenguaje de los traficantes). Las inhabilitaciones, con nombre y apellido, nunca estuvieron plasmadas en ese dichoso acuerdo, sólo hablaban de manera genérica de evaluar y tramitar en el “sistema judicial venezolano” la validez de las mismas.

Así, llegamos a este momento en el cual por arte de magia (negra), la inhabilitación a pasado de ser un procedimiento administrativo a ser una sentencia firme del tribunal supremo de justicia (que por demás es inapelable), sentencia que por cierto, aparece sin haber existido una serie de juicios y apelaciones previas que hayan llevado a elevar la causa hasta la instancia final que es el tribunal supremo de justicia.

En toda esta trama no hay ni justos ni pecadores, la dictadura y sus negociadores jugaron limpiamente su papel de pícaros y mañosos; los negociadores de la oposición cumplieron a cabalidad con su papel de comparsas y payasos de circo, los Estados Unidos lograron sus objetivos que eran liberar a sus compatriotas de la cárcel y asegurarse de que continúen sin trabas los negocios de Chevron, ellos no fueron débiles como se está haciendo creer, el gobierno de Biden, fue y logró los objetivos que se había propuesto, los negociadores de la oposición lograron mantener su racha de logros superfluos e inútiles sin tacha, la dictadura logró mantener incólume su fama de pícara y traicionera y Noruega, bueno, como siempre no se que lograron con ser comparsas de un circo al que nunca ha pertenecido.

En resumen, las elecciones primarias fueron un fracaso (otro fracaso más de la oposición), las negociaciones de Barbados fueron otro montón de papeles y letra muerta y los pícaros de esta tragicomedia (dictadura y Estados Unidos), se volvieron a salir con la suya, la Sra Machado y el Sr Capriles parecen ser finalmente los únicos perjudicados de esta comedia bufa que ya va por 25 años escenificándose, con cada día más trauma y dolor para la población en general de Venezuela (tanto dentro como en el exilio), quienes son y siempre serán las únicas víctimas y perjudicados de esta zarzuela inacabable.